/ lunes 11 de octubre de 2021

El cumpleaños del perro | Anticristo, de Lars von Trier

Un Sade invertido en sus hálitos de penumbras y escatologías sexuales es lo que Lars von Trier plantea en su pedante Anticristo/ Dinamarca- Francia- 2009. Freud y Jung reelaborados bajo una premisa ineluctable: el inconsciente es el territorio sagrado del mundo real.

El asunto central de que una pareja / Willem DeFoe y Charlotte Gainsbourg, bajo el sórdido-espléndido réquiem amoroso carnal, es sorprendida por su hijo pequeño y éste cae desde una ventana, es destilado por Von Trier con desaseo visual para escurrir en el guion los lugares comunes de un sadismo mal entendido: masturbaciones con sangre, horadaciones en las piernas, corte de clítoris, amén de una semifábula proto religiosa que se pierde en el prurito neurálgico: el dolor como punto de extravío y (des) encuentro que el buen Von Trier no logra desatar (o, conociendo sus brotes a favor del escándalo, tal vez no quiso hacerlo).

El arriesgue estético esta vez no es eructado por Lars von Trier desde la fotografía y sus súcubos evidentes (paneo, travelling, rompimiento de ejes), es el escudriñamiento psicológico ante la pérdida más que del hijo de la moral.

En aras de entender la postura de Von Trier, tendríamos que responder a dos preguntas: ¿solamente con el fantaseo sexual se tiende un puente hacia lo religioso, lo cristiano? ¿El martirio es inmanente más a la carne (lo digo por el final) que a los tufos espirituales?

Si bien en algún momento el filme nos recuerda a La guerra de los Roses pero con tonalidades de Greenaway y Nagisa Oshima, cuando en el bosque acuden al pansexualismo exacerbado con tono bucólico para expiar la culpa y, de esta manera trágica sensual, emprender una caída gratuita hacia el abismo llevando a la metáfora bíblica como paracaídas.

Y decir abismo en un filme de Lars von Trier es deducir un microcosmos en el paradigma de un mundo excluido (¿proscrito?) de los órdenes morales y éticos para salvaguardar granadas cognoscitivas y que estallan en la introspección (lenta o acelerada) del relato mismo.

En medio del ensayo freudiano, con tintes de Strindberg, sobre el dolor y el pastiche visual sobre la redención del alma, Anticristo es empero un acierto de su director por narrar de manera osada un tema difícil.

Este filme se encuentra disponible en la plataforma MUBI

Un Sade invertido en sus hálitos de penumbras y escatologías sexuales es lo que Lars von Trier plantea en su pedante Anticristo/ Dinamarca- Francia- 2009. Freud y Jung reelaborados bajo una premisa ineluctable: el inconsciente es el territorio sagrado del mundo real.

El asunto central de que una pareja / Willem DeFoe y Charlotte Gainsbourg, bajo el sórdido-espléndido réquiem amoroso carnal, es sorprendida por su hijo pequeño y éste cae desde una ventana, es destilado por Von Trier con desaseo visual para escurrir en el guion los lugares comunes de un sadismo mal entendido: masturbaciones con sangre, horadaciones en las piernas, corte de clítoris, amén de una semifábula proto religiosa que se pierde en el prurito neurálgico: el dolor como punto de extravío y (des) encuentro que el buen Von Trier no logra desatar (o, conociendo sus brotes a favor del escándalo, tal vez no quiso hacerlo).

El arriesgue estético esta vez no es eructado por Lars von Trier desde la fotografía y sus súcubos evidentes (paneo, travelling, rompimiento de ejes), es el escudriñamiento psicológico ante la pérdida más que del hijo de la moral.

En aras de entender la postura de Von Trier, tendríamos que responder a dos preguntas: ¿solamente con el fantaseo sexual se tiende un puente hacia lo religioso, lo cristiano? ¿El martirio es inmanente más a la carne (lo digo por el final) que a los tufos espirituales?

Si bien en algún momento el filme nos recuerda a La guerra de los Roses pero con tonalidades de Greenaway y Nagisa Oshima, cuando en el bosque acuden al pansexualismo exacerbado con tono bucólico para expiar la culpa y, de esta manera trágica sensual, emprender una caída gratuita hacia el abismo llevando a la metáfora bíblica como paracaídas.

Y decir abismo en un filme de Lars von Trier es deducir un microcosmos en el paradigma de un mundo excluido (¿proscrito?) de los órdenes morales y éticos para salvaguardar granadas cognoscitivas y que estallan en la introspección (lenta o acelerada) del relato mismo.

En medio del ensayo freudiano, con tintes de Strindberg, sobre el dolor y el pastiche visual sobre la redención del alma, Anticristo es empero un acierto de su director por narrar de manera osada un tema difícil.

Este filme se encuentra disponible en la plataforma MUBI