/ lunes 24 de enero de 2022

El cumpleaños del perro | ¿Cine estridentista? 

¿Hubo un cine estridentista? No recuerdo nombre alguno de director o actor que haya fundado o formado parte del movimiento estridentista. Porque, en efecto, es de lamentar que ninguno de los artistas integrantes o simpatizantes de este movimiento haya realizado películas dentro de los cánones estrictos de la corriente vanguardista de Maples Arce y List Arzubide.

En un estupendo ensayo sobre el Estridentismo, José Manuel Prieto de la Universidad Autónoma de Nuevo León, señala lo siguiente: Cito: “Deudor del Futurismo italiano y del Ultraísmo español, el Estridentismo mexicano es una de las vanguardias históricas menos y peor conocidas. El momento actual, en que México trata de encarrilarse por la senda de la modernidad, resulta oportuno revisar las aportaciones de este movimiento artístico-cultural. Sus miembros (poetas, pintores y escultores) aprovecharon la inercia de la Revolución para provocar una renovación estética acorde con los cambios político-sociales. El grupo no tuvo arquitectos ni urbanistas, pero los poetas y pintores estridentistas hicieron de la ciudad moderna su principal y más productiva obsesión estética, al punto de que llegaron a concebir la utopía de Estridentópolis. Actuaron, en consecuencia, como verdaderos demiurgos de la ciudad moderna en México.”

Si nos atenemos a esta observación de que “El grupo no tuvo arquitectos ni urbanistas”, podríamos agregar que tampoco tuvo cineastas y, por lo mismo, es que no podríamos hablar en términos estrictos de un cine estridentista.

Entonces, ¿por qué el tema de esta entrega? ¿Podría acaso decirles que estamos frente a un movimiento que llegó tarde en su cita con el invento de los hermanos Lumiére? ¿O debe separarse al cine dentro de los motivos genésicos del Estridentismo?

Obviamente no. Debemos apegarnos al sentir de Manuel Maples Arce sobre que el Estridentismo trataba de encontrar una forma poética adecuada para representar el nuevo paisaje citadino “marcado por influjos eléctricos de la luz neón, motores de automóviles y olor a gasolina”.

Citando a un clásico contemporáneo: lo que Maples “quiso decir” es que la dinámica y excitación que la modernidad inyectaba a la vida de la época tenía un paralelo, si se me permite el término con el cine, con la cinemática de la imagen y sus amplias posibilidades de manipulación del ritmo visual y secuencia de la realidad captada por una cámara de cine ya que la imagen cinematográfica es un «significante» más amplio respecto a la palabra, puesto que ésta se inscribe en un nivel de abstracción, mientras la imagen es concreta, remite directamente a un referente. Pregunto entonces: ¿el cine fue el referente no abstracto de los Estridentistas?

Si nos ajustamos a Siegfried Kracauer, crítico de cine alemán, de que “las palabras se sitúan en la misma dimensión de los fenómenos visibles que capta la cámara cinematográfica”, no es arriesgado decir que el interés de los estridentistas por el cine tuvo su razón de ser en que el celuloide registraba, al igual que la poesía y la prosa, lo cinemático y maleable de la imagen en relación con la realidad inmediata…

El grupo no tuvo arquitectos ni urbanistas, pero los poetas y pintores estridentistas hicieron de la ciudad moderna su principal y más productiva obsesión estética.

¿Hubo un cine estridentista? No recuerdo nombre alguno de director o actor que haya fundado o formado parte del movimiento estridentista. Porque, en efecto, es de lamentar que ninguno de los artistas integrantes o simpatizantes de este movimiento haya realizado películas dentro de los cánones estrictos de la corriente vanguardista de Maples Arce y List Arzubide.

En un estupendo ensayo sobre el Estridentismo, José Manuel Prieto de la Universidad Autónoma de Nuevo León, señala lo siguiente: Cito: “Deudor del Futurismo italiano y del Ultraísmo español, el Estridentismo mexicano es una de las vanguardias históricas menos y peor conocidas. El momento actual, en que México trata de encarrilarse por la senda de la modernidad, resulta oportuno revisar las aportaciones de este movimiento artístico-cultural. Sus miembros (poetas, pintores y escultores) aprovecharon la inercia de la Revolución para provocar una renovación estética acorde con los cambios político-sociales. El grupo no tuvo arquitectos ni urbanistas, pero los poetas y pintores estridentistas hicieron de la ciudad moderna su principal y más productiva obsesión estética, al punto de que llegaron a concebir la utopía de Estridentópolis. Actuaron, en consecuencia, como verdaderos demiurgos de la ciudad moderna en México.”

Si nos atenemos a esta observación de que “El grupo no tuvo arquitectos ni urbanistas”, podríamos agregar que tampoco tuvo cineastas y, por lo mismo, es que no podríamos hablar en términos estrictos de un cine estridentista.

Entonces, ¿por qué el tema de esta entrega? ¿Podría acaso decirles que estamos frente a un movimiento que llegó tarde en su cita con el invento de los hermanos Lumiére? ¿O debe separarse al cine dentro de los motivos genésicos del Estridentismo?

Obviamente no. Debemos apegarnos al sentir de Manuel Maples Arce sobre que el Estridentismo trataba de encontrar una forma poética adecuada para representar el nuevo paisaje citadino “marcado por influjos eléctricos de la luz neón, motores de automóviles y olor a gasolina”.

Citando a un clásico contemporáneo: lo que Maples “quiso decir” es que la dinámica y excitación que la modernidad inyectaba a la vida de la época tenía un paralelo, si se me permite el término con el cine, con la cinemática de la imagen y sus amplias posibilidades de manipulación del ritmo visual y secuencia de la realidad captada por una cámara de cine ya que la imagen cinematográfica es un «significante» más amplio respecto a la palabra, puesto que ésta se inscribe en un nivel de abstracción, mientras la imagen es concreta, remite directamente a un referente. Pregunto entonces: ¿el cine fue el referente no abstracto de los Estridentistas?

Si nos ajustamos a Siegfried Kracauer, crítico de cine alemán, de que “las palabras se sitúan en la misma dimensión de los fenómenos visibles que capta la cámara cinematográfica”, no es arriesgado decir que el interés de los estridentistas por el cine tuvo su razón de ser en que el celuloide registraba, al igual que la poesía y la prosa, lo cinemático y maleable de la imagen en relación con la realidad inmediata…

El grupo no tuvo arquitectos ni urbanistas, pero los poetas y pintores estridentistas hicieron de la ciudad moderna su principal y más productiva obsesión estética.