/ viernes 24 de julio de 2020

El Cumpleaños del Perro | Damas del drama: Actrices del cine mexicano

Las actrices que han participado en el cine mexicano han dejado una herencia evidente: el fortalecimiento del melodrama. La duda surgía: ¿quién ha derramado más lágrimas en el celuloide de este país: Marga López o Libertad Lamarque?

Yo diría que la sempiterna abuelita Sara García, auténtica dama del drama. Revisando su extensa filmografía, pueden rastrearse más de 120 películas en las cuales doña Sara García plasmó su histrionismo. Y qué decir de la española exiliada en México, Prudencia Grifell. O de las camaleónicas caracterizaciones de Emma Roldán. O de las incursiones comiquísimas de Blanca de Castejón (la loca que albergaba vagos en la exquisita Escuela de vagabundos/ 1954).

Cómo no recordar a las divas per se: Dolores del Río y María Félix. Sin duda que hubo otras actrices con mayor solvencia y posibilidades cinematográficas. Probablemente la actriz más eficaz, rentable y perdurable en nuestro cine sea Marga López. Fue la que más cintas realizó con el ídolo Pedro Infante (seis), y fue solicitada por directores interesantes como Luis Buñuel, Ismael Rodríguez y Emilio Fernández.

Actriz completa y medular es Silvia Pinal. Maestra para la comedia (El inocente, La Mujer de oro), el melodrama (Divertimento, Las mariposas desecadas) hasta su consagración con Viridiana en las mejores cinematecas del mundo. Presencias elegantes las de Anita Blanch (la amante madura de Pedro Armendáriz en La noche avanza, de Roberto Gavaldón), Andrea Palma (nuestra Marlene Dietrich) en tres momentos insuperables del cine mexicano: La mujer del puerto, Distinto amanecer y Aventurera, Gloria Marín en Historia de un amor, Leticia Palma (En la palma de tu mano), Blanca Estela Pavón (soberbia en la aún no bien valorada La mujer que yo perdí), la sensual Lupe Vélez (Naná y La zandunga), y las infaltables en repartos secundarios: Amelia Wilhelmi y Delia Magaña, las famosas Guayaba y Tostada en los clásicos arrabaleros Nosotros los pobres y Ustedes los ricos. Para la anécdota queda este dato: la actriz que participó en más películas en el cine mexicano fue Leonor Gómez, en más de mil 200, la cual merecería un verdadero homenaje nacional.

Actrices con capacidad indiscutible para la interpretación fueron Amanda del Llano (Campeón sin corona), Silvia Derbez (la hermana menor de Marga López en Salón México), Rita Macedo (Ensayo de un crimen), Carmen Montejo y Katy Jurado (ambas en Nosotros los pobres), Lilia Prado (favorita de Buñuel en Subida al cielo y La ilusión viaja en tranvía) y Columba Domínguez (Pueblerina). Aunque cabría anotar los casos excepcionales de Virginia Fábregas, Esperanza Iris, María Conesa y Rosaura Revueltas, actrices apartadas del cine que dejaron su huella plasmada en al menos una cinta cada una.

No queda duda de que el rostro más bello captado por el cine mexicano fue el de Miroslava Stern. Toda ella fresca, europea, frágil y estupendamente hermosa (la llamaban Mirosmango). Recuerdo a Miroslava en Trotacalles (donde es manipulada y vejada por un cinturita: Ernesto Alonso) y en Escuela de vagabundos, comedia hilarante, que a cincuenta años de filmada sigue siendo una película amena y entretenida.

En los últimos años, las actrices más solventes y efectivas en el cine mexicano han sido María Rojo, Diana Bracho, Blanca Guerra, Ana Ofelia Murguía (excelente y desperdiciada), Arcelia Ramírez, Lucha Villa, Vanesa Bauche y la tampiqueña talentosa Cecilia Suárez.

¿Vale la pena escribir sobre actrices a quienes la mayoría de la gente ya no recuerda? Sí, para constatar que dentro de una sociedad machista figuras impactantes como las de María Félix, Katy Jurado, Lupe Vélez, Silvia Pinal y Dolores del Río fueron capaces de surgir...

Las actrices que han participado en el cine mexicano han dejado una herencia evidente: el fortalecimiento del melodrama. La duda surgía: ¿quién ha derramado más lágrimas en el celuloide de este país: Marga López o Libertad Lamarque?

Yo diría que la sempiterna abuelita Sara García, auténtica dama del drama. Revisando su extensa filmografía, pueden rastrearse más de 120 películas en las cuales doña Sara García plasmó su histrionismo. Y qué decir de la española exiliada en México, Prudencia Grifell. O de las camaleónicas caracterizaciones de Emma Roldán. O de las incursiones comiquísimas de Blanca de Castejón (la loca que albergaba vagos en la exquisita Escuela de vagabundos/ 1954).

Cómo no recordar a las divas per se: Dolores del Río y María Félix. Sin duda que hubo otras actrices con mayor solvencia y posibilidades cinematográficas. Probablemente la actriz más eficaz, rentable y perdurable en nuestro cine sea Marga López. Fue la que más cintas realizó con el ídolo Pedro Infante (seis), y fue solicitada por directores interesantes como Luis Buñuel, Ismael Rodríguez y Emilio Fernández.

Actriz completa y medular es Silvia Pinal. Maestra para la comedia (El inocente, La Mujer de oro), el melodrama (Divertimento, Las mariposas desecadas) hasta su consagración con Viridiana en las mejores cinematecas del mundo. Presencias elegantes las de Anita Blanch (la amante madura de Pedro Armendáriz en La noche avanza, de Roberto Gavaldón), Andrea Palma (nuestra Marlene Dietrich) en tres momentos insuperables del cine mexicano: La mujer del puerto, Distinto amanecer y Aventurera, Gloria Marín en Historia de un amor, Leticia Palma (En la palma de tu mano), Blanca Estela Pavón (soberbia en la aún no bien valorada La mujer que yo perdí), la sensual Lupe Vélez (Naná y La zandunga), y las infaltables en repartos secundarios: Amelia Wilhelmi y Delia Magaña, las famosas Guayaba y Tostada en los clásicos arrabaleros Nosotros los pobres y Ustedes los ricos. Para la anécdota queda este dato: la actriz que participó en más películas en el cine mexicano fue Leonor Gómez, en más de mil 200, la cual merecería un verdadero homenaje nacional.

Actrices con capacidad indiscutible para la interpretación fueron Amanda del Llano (Campeón sin corona), Silvia Derbez (la hermana menor de Marga López en Salón México), Rita Macedo (Ensayo de un crimen), Carmen Montejo y Katy Jurado (ambas en Nosotros los pobres), Lilia Prado (favorita de Buñuel en Subida al cielo y La ilusión viaja en tranvía) y Columba Domínguez (Pueblerina). Aunque cabría anotar los casos excepcionales de Virginia Fábregas, Esperanza Iris, María Conesa y Rosaura Revueltas, actrices apartadas del cine que dejaron su huella plasmada en al menos una cinta cada una.

No queda duda de que el rostro más bello captado por el cine mexicano fue el de Miroslava Stern. Toda ella fresca, europea, frágil y estupendamente hermosa (la llamaban Mirosmango). Recuerdo a Miroslava en Trotacalles (donde es manipulada y vejada por un cinturita: Ernesto Alonso) y en Escuela de vagabundos, comedia hilarante, que a cincuenta años de filmada sigue siendo una película amena y entretenida.

En los últimos años, las actrices más solventes y efectivas en el cine mexicano han sido María Rojo, Diana Bracho, Blanca Guerra, Ana Ofelia Murguía (excelente y desperdiciada), Arcelia Ramírez, Lucha Villa, Vanesa Bauche y la tampiqueña talentosa Cecilia Suárez.

¿Vale la pena escribir sobre actrices a quienes la mayoría de la gente ya no recuerda? Sí, para constatar que dentro de una sociedad machista figuras impactantes como las de María Félix, Katy Jurado, Lupe Vélez, Silvia Pinal y Dolores del Río fueron capaces de surgir...