/ domingo 7 de febrero de 2021

El cumpleaños del perro | Doña Josefa Ortiz de Domínguez escribe en su diario

Aquella tarde del 14 de septiembre de 1810, doña Josefa Ortiz de Domínguez, madre de doce hijos y esposa del Corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, permanecía en su cuarto bajo llave. Su esposo lo había dispuesto así para que no fuera involucrada en los movimientos independentistas que ya fueron descubiertos por un infiltrado.

Así, entonces, ahora vemos a doña Josefa escribiendo en un diario lo que irrumpe en su mente en esos momentos cruciales para los criollos del Virreinato:

“Querido esposo, tus acciones son altamente valorados por esta tu compañera de vida, pero siento que debes entender que la patria nuestra está en peligro. Es necesario informar al ilustre párroco de Dolores que la fecha del alzamiento fijada para el 1 de Octubre próximo debe ser interrumpida, puesto que traidores a nuestro movimiento lo han informado a los allegados al nuevo Virrey Francisco Xavier Venegas y Saavedra.

“Yo entiendo tus ocupaciones, Miguel esposo mío, pero el deber por la patria es más alto y sé que tú lo entiendes y lo aceptas. No debo permanecer en este cuarto cuyas cuatro paredes solo parecen retardar nuestra gesta de independentista. La salud y seguridad nuestras, y la de los hijos, son lo más importante. Pero, Miguel, Excelentísimo Corregidor de Querétaro, las injusticias hacia los menos favorecidos deben cesar. Basta caminar por las calles de Querétaro y ver lo lastimoso de nuestros indias y sus hijos, descalzos, desnutridos, pidiendo limosna y un pedazo de pan para apenas sobrevivir.

“Tú sabes, esposo mío, las que hemos pasado también en nuestro hogar. No somos tan diferentes a los de las clases más bajas. A nosotros, los criollos, la Corona nos ha hecho menos. Nos ha despojado de derechos. Los gachupines nos han apartado de oportunidades mejores. Sí, ya sé, tú dirás cómo digo estas cosas si tanto te he dicho que lo primero es la patria de este suelo de la Nueva España. Pero es que siento que esta situación, como la hemos planeado junto a los capitanes Aldama y Allende, debe cambiar. Y en esto va de por medio nuestra honra, nuestra vida y nuestro futuro.

Tuya, Josefa.”

Don Miguel Domínguez, como Corregidor de Querétaro, había apoyado al virrey en su decisión de formar una Junta de Gobierno, y ante la imposibilidad de llevar estos planes a la práctica y al estar consciente de las injusticias que sufría el pueblo, se hizo adepto de los ideales independentistas. Todo indica que fue doña Josefa Ortiz de Domínguez la que influyó de manera decisiva para que el Corregidor se convirtiera en un firme colaborador del movimiento que buscaba la independencia de la Nueva España.

Pero volviendo a esa tarde- noche al cuarto donde está encerrada doña Josefa, vemos que escribe y recorta algo de un periódico…

“Esposo mío, apremia que informemos al cura Miguel Hidalgo que la fecha del 1 de Octubre para el levantamiento ya no sirve. Hemos sido delatados. No te preocupes, tengo una idea que no nos delatará. Con letras que recortaré de este periódico y que pegaré en un pergamino formaré el mensaje de advertencia al cura Hidalgo, de este modo nadie sabrá quién mandó la misiva. ¿Lo ves? Si llegara a caer en manos enemigas este mensaje no se sabrá quién lo escribió.

Tuya, Josefa.”

La carta donde se avisaba al padre Miguel Hidalgo de la traición, fue enviada por doña Josefa con un criado de confianza al capitán Ignacio Allende. Después de que le llegó la carta de notificación de la Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, don Miguel Gregorio Hidalgo Villaseñor, párroco de Dolores, se vio en la necesidad de adelantar el levantamiento de lucha por la independencia a la madrugada del histórico 16 de septiembre de 1810.

La carta que envió doña Josefa Ortiz de Domínguez al cura Hidalgo fue de enorme importancia, puesto que muchos conspiradores pudieron escapar antes de ser detenidos por las autoridades virreinales. No hay que olvidar que en casa de los Domínguez se habían celebrado juntas para conspirar y, asimismo, para resguardar armas que serían usadas durante el levantamiento programado inicialmente para el 1 de octubre.

Sin embargo, la gesta heroica de la Corregidora de Querétaro tuvo una consecuencia inesperada. E1 14 de septiembre, tras recibir noticias del cura Hidalgo, doña Josefa mandó una carta al capitán de regimiento de Celaya Joaquín Arias, para que se preparara para la lucha. Arias la delató y de esta manera don Miguel Domínguez y su esposa fueron detenidos el 16 de septiembre, el mismo día que se produjo el grito de Dolores.

Doña Josefa Ortiz de Domínguez fue conducida al convento de Santa Clara desde donde escribió en su diario lo siguiente:

“Esposo mío, Miguel, el dolor más grande es la traición. Pero me siento bien porque he cumplido con la patria. Quien traiciona recibe el castigo, tarde o temprano, y no hay mayor castigo que el olvido. Arias estará en las hondas aguas del olvido.

“Este encierro en Santa Clara me es humillante. Solo me queda una preocupación, y tú lo sabes porque también es tu preocupación, y es cómo estarán nuestros hijos. La economía es precaria. Dios sabe cómo le harás para su manutención.

Tuya, Josefa.”

Después de cuatro largos años de estar recluida en el convento de Santa Clara, doña Josefa Ortiz de Domínguez fue trasladada en febrero de 1814 a la Ciudad de México y fue encerrada en el convento de Santa Teresa. Fue llevada a juicio y declarada culpable de traición. Dos meses después de esta sentencia, doña Josefa Ortiz de Domínguez escribía en su diario:

“Miguel, esposo mío, los días aciagos de la patria se vienen encima. Las noticias sobre las luchas de independencia en todo el país me hacen pensar que todo el esfuerzo, el tuyo, el mío y el de los insurgentes no fueron en vano.

“Me han acusado de cosas inimaginables. Tú lo sabes, Miguel. ¿Cómo nos recordarán las futuras generaciones? ¿Habrá valido la pena tantas muertes, tanto dolor? El tiempo lo dirá.

Tuya, Josefa.”

María Josefa Crescencia Ortiz Téllez- Girón murió en la Ciudad de México, el 2 de marzo de 1829, a la edad de sesenta y un años. Sus restos reposan, junto con los de su marido, en el panteón de Queretanos Ilustres, en un mausoleo construido en su honor, en el antiguo huerto del convento de la Cruz…

Aquella tarde del 14 de septiembre de 1810, doña Josefa Ortiz de Domínguez, madre de doce hijos y esposa del Corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, permanecía en su cuarto bajo llave. Su esposo lo había dispuesto así para que no fuera involucrada en los movimientos independentistas que ya fueron descubiertos por un infiltrado.

Así, entonces, ahora vemos a doña Josefa escribiendo en un diario lo que irrumpe en su mente en esos momentos cruciales para los criollos del Virreinato:

“Querido esposo, tus acciones son altamente valorados por esta tu compañera de vida, pero siento que debes entender que la patria nuestra está en peligro. Es necesario informar al ilustre párroco de Dolores que la fecha del alzamiento fijada para el 1 de Octubre próximo debe ser interrumpida, puesto que traidores a nuestro movimiento lo han informado a los allegados al nuevo Virrey Francisco Xavier Venegas y Saavedra.

“Yo entiendo tus ocupaciones, Miguel esposo mío, pero el deber por la patria es más alto y sé que tú lo entiendes y lo aceptas. No debo permanecer en este cuarto cuyas cuatro paredes solo parecen retardar nuestra gesta de independentista. La salud y seguridad nuestras, y la de los hijos, son lo más importante. Pero, Miguel, Excelentísimo Corregidor de Querétaro, las injusticias hacia los menos favorecidos deben cesar. Basta caminar por las calles de Querétaro y ver lo lastimoso de nuestros indias y sus hijos, descalzos, desnutridos, pidiendo limosna y un pedazo de pan para apenas sobrevivir.

“Tú sabes, esposo mío, las que hemos pasado también en nuestro hogar. No somos tan diferentes a los de las clases más bajas. A nosotros, los criollos, la Corona nos ha hecho menos. Nos ha despojado de derechos. Los gachupines nos han apartado de oportunidades mejores. Sí, ya sé, tú dirás cómo digo estas cosas si tanto te he dicho que lo primero es la patria de este suelo de la Nueva España. Pero es que siento que esta situación, como la hemos planeado junto a los capitanes Aldama y Allende, debe cambiar. Y en esto va de por medio nuestra honra, nuestra vida y nuestro futuro.

Tuya, Josefa.”

Don Miguel Domínguez, como Corregidor de Querétaro, había apoyado al virrey en su decisión de formar una Junta de Gobierno, y ante la imposibilidad de llevar estos planes a la práctica y al estar consciente de las injusticias que sufría el pueblo, se hizo adepto de los ideales independentistas. Todo indica que fue doña Josefa Ortiz de Domínguez la que influyó de manera decisiva para que el Corregidor se convirtiera en un firme colaborador del movimiento que buscaba la independencia de la Nueva España.

Pero volviendo a esa tarde- noche al cuarto donde está encerrada doña Josefa, vemos que escribe y recorta algo de un periódico…

“Esposo mío, apremia que informemos al cura Miguel Hidalgo que la fecha del 1 de Octubre para el levantamiento ya no sirve. Hemos sido delatados. No te preocupes, tengo una idea que no nos delatará. Con letras que recortaré de este periódico y que pegaré en un pergamino formaré el mensaje de advertencia al cura Hidalgo, de este modo nadie sabrá quién mandó la misiva. ¿Lo ves? Si llegara a caer en manos enemigas este mensaje no se sabrá quién lo escribió.

Tuya, Josefa.”

La carta donde se avisaba al padre Miguel Hidalgo de la traición, fue enviada por doña Josefa con un criado de confianza al capitán Ignacio Allende. Después de que le llegó la carta de notificación de la Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, don Miguel Gregorio Hidalgo Villaseñor, párroco de Dolores, se vio en la necesidad de adelantar el levantamiento de lucha por la independencia a la madrugada del histórico 16 de septiembre de 1810.

La carta que envió doña Josefa Ortiz de Domínguez al cura Hidalgo fue de enorme importancia, puesto que muchos conspiradores pudieron escapar antes de ser detenidos por las autoridades virreinales. No hay que olvidar que en casa de los Domínguez se habían celebrado juntas para conspirar y, asimismo, para resguardar armas que serían usadas durante el levantamiento programado inicialmente para el 1 de octubre.

Sin embargo, la gesta heroica de la Corregidora de Querétaro tuvo una consecuencia inesperada. E1 14 de septiembre, tras recibir noticias del cura Hidalgo, doña Josefa mandó una carta al capitán de regimiento de Celaya Joaquín Arias, para que se preparara para la lucha. Arias la delató y de esta manera don Miguel Domínguez y su esposa fueron detenidos el 16 de septiembre, el mismo día que se produjo el grito de Dolores.

Doña Josefa Ortiz de Domínguez fue conducida al convento de Santa Clara desde donde escribió en su diario lo siguiente:

“Esposo mío, Miguel, el dolor más grande es la traición. Pero me siento bien porque he cumplido con la patria. Quien traiciona recibe el castigo, tarde o temprano, y no hay mayor castigo que el olvido. Arias estará en las hondas aguas del olvido.

“Este encierro en Santa Clara me es humillante. Solo me queda una preocupación, y tú lo sabes porque también es tu preocupación, y es cómo estarán nuestros hijos. La economía es precaria. Dios sabe cómo le harás para su manutención.

Tuya, Josefa.”

Después de cuatro largos años de estar recluida en el convento de Santa Clara, doña Josefa Ortiz de Domínguez fue trasladada en febrero de 1814 a la Ciudad de México y fue encerrada en el convento de Santa Teresa. Fue llevada a juicio y declarada culpable de traición. Dos meses después de esta sentencia, doña Josefa Ortiz de Domínguez escribía en su diario:

“Miguel, esposo mío, los días aciagos de la patria se vienen encima. Las noticias sobre las luchas de independencia en todo el país me hacen pensar que todo el esfuerzo, el tuyo, el mío y el de los insurgentes no fueron en vano.

“Me han acusado de cosas inimaginables. Tú lo sabes, Miguel. ¿Cómo nos recordarán las futuras generaciones? ¿Habrá valido la pena tantas muertes, tanto dolor? El tiempo lo dirá.

Tuya, Josefa.”

María Josefa Crescencia Ortiz Téllez- Girón murió en la Ciudad de México, el 2 de marzo de 1829, a la edad de sesenta y un años. Sus restos reposan, junto con los de su marido, en el panteón de Queretanos Ilustres, en un mausoleo construido en su honor, en el antiguo huerto del convento de la Cruz…