/ lunes 10 de mayo de 2021

El cumpleaños del perro | El cine de Alfonso Cuarón

Alfonso Cuarón (México, D.F.- 1961) es una rara avis dentro de la dirección de cine.

Si uno atiende a sus colegas mexicanos que también han tenido éxito tanto en Europa como en Hollywood (Del Torro, Reygadas, Iñárritu, Franco, Escalante, Pereda, Eimbecke, Arriaga, García Bernal y Luna), advertiremos que el prurito de algunos de ellos es más que específico: el trazo personal de un estilo -cine de arte o fantástico- sin querer salirse del mismo.

Cuarón se sitúa en coordenadas fílmicas más ubicuas, que dificultan, en aras de querer tercamente etiquetar su estilo, su localización. ¿Por qué? Porque el cine de Alfonso Cuarón, más que un cine de vanguardia tecnológica, de innovaciones en los efectos visuales y otros menjurjes, lo cierto es que (en lo que verdaderamente importa: hálito narrativo, andamiaje en la estructura estética) se parece al de los narradores clásicos del cine mundial: Howard Hawks, Ernest Lubitsch, Stanley Donen y Vincente Minnelli.

Y es que los directores antes citados tuvieron una voz fílmica polifónica. Lo mismo narraron sus filmes con la “voz” de la comedia, el melodrama, el musical, el western, la ciencia ficción. Es en este rumbo que Alfonso Cuarón perfila su obra fílmica y que lo hace diferente al resto de sus colegas mexicanos.

Si revisamos la filmografía de Cuarón, veremos que ha concatenado su apuesta visual a través de la comedia (Solo con tu pareja/ 1991, Y tu mamá también/ 2001), la fantasía (La princesita/ 1995, El prisionero de Azkaban/ 2004 el melodrama (Grandes esperanzas/ 1998, Roma/ 2018) y la ciencia ficción (Los hijos del hombre/ 2006, Gravedad).

¿Se puede hablar de una “estética Cuarón”? Antes de responder, tendríamos que atender dos aspectos no muy frecuentes en la mayoría de los directores llamados importantes: Cuarón es, además, coescritor y editor de buena parte de sus filmes (Solo con tu pareja, Y tu mamá también, Los hijos del hombre, Gravedad y el segmento Parc Monceau de París, te amo/ 2006), lo que de facto lo convierte en un autor fílmico total. Mientras el cine de Reygadas, Escalante y Pereda se regodea en la estética proto tarkovskyana mediante el encuadre contemplativo y la auscultación ontológica, vía los largos planos secuencias, no hay que olvidar que el cine de Cuarón se pulsa, precisamente, por el uso (que no abuso) del plano secuencia. De hecho, lo que maravilló de Gravedad a otros directores connotados, fue eso: el empleo de largos planos secuencias que hizo Cuarón sin que se advirtiera o estorbara el devenir narrativo del filme.

El plano secuencia es uno de los recursos más difíciles y socorridos del lenguaje cinematográfico. En términos de tiempo de filmación y manufactura de montaje, el plano secuencia es la mejor opción, sin embargo el mal uso se advierte si no existe una correlación entre la ecuación esteticismo-narración. Por ello, del filme Y tu mamá también es notable el uso del plano secuencia que hace Cuarón cuando Gael, Diego y Maribel cenan en una fonda, mientras la cámara (de Emmanuel Lubezki, faltaba más) sigue a una mujer que entra a la cocina y nos devela otro microcosmos, ajeno al de los tres protagonistas cachondos y aventureros. Y aún más: si empatamos esta secuencia con la de los albañiles de Japón, de Reygadas, constataríamos el enorme parecido estético y de preocupación humanística. Ambas fueron filmadas en 2001.

Bien puede decirse que Gravedad es un filme “summa” del estilo de Cuarón: el envolvente y reducido mundo de Sara (La princesita) hilado al de la doctora Stone/ Bullock, el desenfado sardónico de Tomás Tomás (Solo con tu pareja) colindante con el humor ácido del buenazo de Kowalski/ George Clooney, y el hálito apocalíptico desesperanzador de Los hijos del hombre con el de la basura espacial de Gravedad.

¿Es Alfonso Cuarón un cineasta autor? Sí, en razón que posee dominio de una estética definitiva, identificable y un discurso tentacular mediante los referidos géneros que aborda. Que si su cine es o no mexicano, que si ya no pertenece a la industria nacional, que si en sus filmes no incluye actores mexicanos es una discusión vana. Creo que con Roma calló bocas...

Alfonso Cuarón (México, D.F.- 1961) es una rara avis dentro de la dirección de cine.

Si uno atiende a sus colegas mexicanos que también han tenido éxito tanto en Europa como en Hollywood (Del Torro, Reygadas, Iñárritu, Franco, Escalante, Pereda, Eimbecke, Arriaga, García Bernal y Luna), advertiremos que el prurito de algunos de ellos es más que específico: el trazo personal de un estilo -cine de arte o fantástico- sin querer salirse del mismo.

Cuarón se sitúa en coordenadas fílmicas más ubicuas, que dificultan, en aras de querer tercamente etiquetar su estilo, su localización. ¿Por qué? Porque el cine de Alfonso Cuarón, más que un cine de vanguardia tecnológica, de innovaciones en los efectos visuales y otros menjurjes, lo cierto es que (en lo que verdaderamente importa: hálito narrativo, andamiaje en la estructura estética) se parece al de los narradores clásicos del cine mundial: Howard Hawks, Ernest Lubitsch, Stanley Donen y Vincente Minnelli.

Y es que los directores antes citados tuvieron una voz fílmica polifónica. Lo mismo narraron sus filmes con la “voz” de la comedia, el melodrama, el musical, el western, la ciencia ficción. Es en este rumbo que Alfonso Cuarón perfila su obra fílmica y que lo hace diferente al resto de sus colegas mexicanos.

Si revisamos la filmografía de Cuarón, veremos que ha concatenado su apuesta visual a través de la comedia (Solo con tu pareja/ 1991, Y tu mamá también/ 2001), la fantasía (La princesita/ 1995, El prisionero de Azkaban/ 2004 el melodrama (Grandes esperanzas/ 1998, Roma/ 2018) y la ciencia ficción (Los hijos del hombre/ 2006, Gravedad).

¿Se puede hablar de una “estética Cuarón”? Antes de responder, tendríamos que atender dos aspectos no muy frecuentes en la mayoría de los directores llamados importantes: Cuarón es, además, coescritor y editor de buena parte de sus filmes (Solo con tu pareja, Y tu mamá también, Los hijos del hombre, Gravedad y el segmento Parc Monceau de París, te amo/ 2006), lo que de facto lo convierte en un autor fílmico total. Mientras el cine de Reygadas, Escalante y Pereda se regodea en la estética proto tarkovskyana mediante el encuadre contemplativo y la auscultación ontológica, vía los largos planos secuencias, no hay que olvidar que el cine de Cuarón se pulsa, precisamente, por el uso (que no abuso) del plano secuencia. De hecho, lo que maravilló de Gravedad a otros directores connotados, fue eso: el empleo de largos planos secuencias que hizo Cuarón sin que se advirtiera o estorbara el devenir narrativo del filme.

El plano secuencia es uno de los recursos más difíciles y socorridos del lenguaje cinematográfico. En términos de tiempo de filmación y manufactura de montaje, el plano secuencia es la mejor opción, sin embargo el mal uso se advierte si no existe una correlación entre la ecuación esteticismo-narración. Por ello, del filme Y tu mamá también es notable el uso del plano secuencia que hace Cuarón cuando Gael, Diego y Maribel cenan en una fonda, mientras la cámara (de Emmanuel Lubezki, faltaba más) sigue a una mujer que entra a la cocina y nos devela otro microcosmos, ajeno al de los tres protagonistas cachondos y aventureros. Y aún más: si empatamos esta secuencia con la de los albañiles de Japón, de Reygadas, constataríamos el enorme parecido estético y de preocupación humanística. Ambas fueron filmadas en 2001.

Bien puede decirse que Gravedad es un filme “summa” del estilo de Cuarón: el envolvente y reducido mundo de Sara (La princesita) hilado al de la doctora Stone/ Bullock, el desenfado sardónico de Tomás Tomás (Solo con tu pareja) colindante con el humor ácido del buenazo de Kowalski/ George Clooney, y el hálito apocalíptico desesperanzador de Los hijos del hombre con el de la basura espacial de Gravedad.

¿Es Alfonso Cuarón un cineasta autor? Sí, en razón que posee dominio de una estética definitiva, identificable y un discurso tentacular mediante los referidos géneros que aborda. Que si su cine es o no mexicano, que si ya no pertenece a la industria nacional, que si en sus filmes no incluye actores mexicanos es una discusión vana. Creo que con Roma calló bocas...