/ lunes 2 de noviembre de 2020

El cumpleaños del perro | El cine y la realidad

Siempre me ha llamado la atención los filmes que, en sus créditos iniciales, espetan aquello de “basada en hechos reales”. Y resulta que, al documentarse sobre el tema, la cinta de marras tan sólo es – en el mejor de los casos- una versión libre o inspirada apenas sobre el suceso.

“¿Acaso la ficción será nuestra única realidad?”, apuntaba Juan García Ponce. Verdad buena. El cine, por más directo que tome un hecho, tendrá la desventaja de la relaboración personal del director.

Pero a falta de fidelidades a gusto de todos (tal vez esta sea la tarea o el fin del documental), queda la ficción como amanuense visual del hecho real. No se puede entender, por ejemplo, “Canoa”/ 1975, sin una postura política de su director, Felipe Cazals ni “Munich”/ 2005 sin la pujanza de su condición de judío de Steven Speilberg.

¿Qué puede, entonces, esperarse de un filme que está apoyado en su estructura narrativa en acontecimientos reales? En mi caso, sigo pensando que el cine es conocimiento. No llegué a saber de John Rabe, el alemán nazi que salvó a miles de chinos durante la Segunda Guerra Mundial hasta que vi la película del mismo nombre dirigida en 1998 por Florian Gallenberger.

A fuerzas de escoger una cinta reciente, basada en hechos reales y que haya sacudido al más frío espectador, tendríamos que referirnos a “Osama”/ 2003 la cual retrata la condición de las mujeres afganas bajo el temible régimen talibán y que ofenden a la dignidad humana.

Contando la historia de una mujer/ Zubaida Sahar y su pequeña hija/ Marina Golbahari en el Afganistán en tiempos del talibán, el director Siddiq Barman plantea en “Osama” un drama estrujador que sólo encuentra comprensión en el ambiente sociopolítico de ese país.

El filme abre con una manifestación de mujeres enfundadas en su burka. La policía del talibán la dispersa de forma cruenta. La mujer y su hija logran huir.

Debido a la reducción del personal en el hospital donde ella labora, la mujer y su hija tendrán que buscar otras opciones para conseguir el sustento. La niña, cuyo destino es de sobra conocido: limitado por ser mujer, es disfrazada de niño por su madre. Así, ahora se hace llamar Osama.

Al principio, Osama empieza a trabajar de mandadera en un pequeño taller, pero pronto se verá envuelta en un imprevisto: será reclutada, en su calidad de “niño” en una escuela con instrucción religiosa militar. Es decir, será instruida por las fuerzas talibanas para que funja como un futuro soldado de la causa musulmana.

Puestos a las órdenes de un mulá/ Khwaja Nader, un maestro musulmán, los niños recibirán los preceptos del talibán.

Los niños verán a Osama como un “raro”, afeminado. Ante ello, nada puede hacer en una clase de higiene personal donde los demás niños se bañan y asean. Osama es descubierta en su verdadera personalidad. Por ello, será llevada –junto con otros prisioneros-, ante un juez talibán quien a su libre antojo dictará ipso facto la sentencia. Una mujer adúltera, un fotógrafo extranjero sarán los presos ejecutados antes que Osama sea puesta a la arbitraria disposición del juez.

El mulá, entonces, interviene ante el juez y pide para él como esposa a la niña. Así, de ese modo, el destino de la niña tomará un cauce patético y frustrante.

Lo que sorprende de “Osama” es que se haya realizado con bastante apego a la realidad de Afganistán. Un régimen –el talibán- que, según el consenso mundial, ha sido intolerante y criminal con las mujeres, recibe un tratamiento inteligentemente crítico por parte del director Siddiq Barman.

Si bien el filme cae en aciertos visuales (empieza como un falso documental y mantiene en aceptables niveles las actuaciones), no bosqueja del todo el problema. Deja, al final, intacto al régimen talibán. Pareciera que lo que sobrevino (la invasión americana a ese territorio y el derrocamiento de dicho sistema) fue mero adorno. De acuerdo, un filme se ajusta a los cánones de la estética y el planteamiento visual, pero si el guion se estructura en razón de una atmósfera geopolítica, es razonable ver desde todos los ángulos el problema abordado.

Siempre me ha llamado la atención los filmes que, en sus créditos iniciales, espetan aquello de “basada en hechos reales”. Y resulta que, al documentarse sobre el tema, la cinta de marras tan sólo es – en el mejor de los casos- una versión libre o inspirada apenas sobre el suceso.

“¿Acaso la ficción será nuestra única realidad?”, apuntaba Juan García Ponce. Verdad buena. El cine, por más directo que tome un hecho, tendrá la desventaja de la relaboración personal del director.

Pero a falta de fidelidades a gusto de todos (tal vez esta sea la tarea o el fin del documental), queda la ficción como amanuense visual del hecho real. No se puede entender, por ejemplo, “Canoa”/ 1975, sin una postura política de su director, Felipe Cazals ni “Munich”/ 2005 sin la pujanza de su condición de judío de Steven Speilberg.

¿Qué puede, entonces, esperarse de un filme que está apoyado en su estructura narrativa en acontecimientos reales? En mi caso, sigo pensando que el cine es conocimiento. No llegué a saber de John Rabe, el alemán nazi que salvó a miles de chinos durante la Segunda Guerra Mundial hasta que vi la película del mismo nombre dirigida en 1998 por Florian Gallenberger.

A fuerzas de escoger una cinta reciente, basada en hechos reales y que haya sacudido al más frío espectador, tendríamos que referirnos a “Osama”/ 2003 la cual retrata la condición de las mujeres afganas bajo el temible régimen talibán y que ofenden a la dignidad humana.

Contando la historia de una mujer/ Zubaida Sahar y su pequeña hija/ Marina Golbahari en el Afganistán en tiempos del talibán, el director Siddiq Barman plantea en “Osama” un drama estrujador que sólo encuentra comprensión en el ambiente sociopolítico de ese país.

El filme abre con una manifestación de mujeres enfundadas en su burka. La policía del talibán la dispersa de forma cruenta. La mujer y su hija logran huir.

Debido a la reducción del personal en el hospital donde ella labora, la mujer y su hija tendrán que buscar otras opciones para conseguir el sustento. La niña, cuyo destino es de sobra conocido: limitado por ser mujer, es disfrazada de niño por su madre. Así, ahora se hace llamar Osama.

Al principio, Osama empieza a trabajar de mandadera en un pequeño taller, pero pronto se verá envuelta en un imprevisto: será reclutada, en su calidad de “niño” en una escuela con instrucción religiosa militar. Es decir, será instruida por las fuerzas talibanas para que funja como un futuro soldado de la causa musulmana.

Puestos a las órdenes de un mulá/ Khwaja Nader, un maestro musulmán, los niños recibirán los preceptos del talibán.

Los niños verán a Osama como un “raro”, afeminado. Ante ello, nada puede hacer en una clase de higiene personal donde los demás niños se bañan y asean. Osama es descubierta en su verdadera personalidad. Por ello, será llevada –junto con otros prisioneros-, ante un juez talibán quien a su libre antojo dictará ipso facto la sentencia. Una mujer adúltera, un fotógrafo extranjero sarán los presos ejecutados antes que Osama sea puesta a la arbitraria disposición del juez.

El mulá, entonces, interviene ante el juez y pide para él como esposa a la niña. Así, de ese modo, el destino de la niña tomará un cauce patético y frustrante.

Lo que sorprende de “Osama” es que se haya realizado con bastante apego a la realidad de Afganistán. Un régimen –el talibán- que, según el consenso mundial, ha sido intolerante y criminal con las mujeres, recibe un tratamiento inteligentemente crítico por parte del director Siddiq Barman.

Si bien el filme cae en aciertos visuales (empieza como un falso documental y mantiene en aceptables niveles las actuaciones), no bosqueja del todo el problema. Deja, al final, intacto al régimen talibán. Pareciera que lo que sobrevino (la invasión americana a ese territorio y el derrocamiento de dicho sistema) fue mero adorno. De acuerdo, un filme se ajusta a los cánones de la estética y el planteamiento visual, pero si el guion se estructura en razón de una atmósfera geopolítica, es razonable ver desde todos los ángulos el problema abordado.