/ miércoles 18 de mayo de 2022

El cumpleaños del perro | El hombre de mármol, de Andrzej Wajda

En una plática que ofreció en Tampico hace algunos años Paco Ignacio Taibo II (a su modo: desparpajada, sin ambages), señalaba –a propósito de una pregunta del porqué no escribía una novela sobre el asesinato de Colosio- que ante el evento histórico hace falta la necesaria distancia del tiempo para cuajar mejor los sucesos que den motivo a la reflexión mediante la creación artística.

Por lo anterior, resulta plausible la intentona afortunada del polaco Andrzej Wajda de rastrear las sacudidas de los acontecimientos sociales de su país tanto en El hombre de mármol (Czlowiek z marmuru)/ Polonia-1977 como en su secuela El hombre de hierro /Clowiek z zelaza)/ 1981 (especialmente esta última que registra los avatares del movimiento de lucha del sindicato Solidaridad encabezado por Lech Walesa).

En El hombre de mármol, Wajda baja a los años cincuenta para ficcionar la vida del obrero Birkut/ Jerzy Radziwilowicz a través de una joven cineasta/ Krystyna Janda que arma su documental con entrevistas a personas que conocieron a Bir-kut.

Wajda realiza una crítica despiadada del régimen comunista polaco en un segmento de treinta años con esta historia urdida a la manera de El ciudadano Kane/ 1941 para encontrar que las utopías pro derechos y beneficios de los obreros son, literalmente, como el título del filme: palabras petrificadas.

Birkut es un albañil que es izado como modelo del esquema productivo estatal a grado tal que es colocado como un héroe por el sistema: casado con una destacada deportista accede a una buena casa y a amigos que lo adulan hasta que ya no sirve a los intereses del partido ni del Estado.

Wajda ajusta su relato a una burilada narración visual no exenta de lirismo (la secuencia del museo donde yacen las estatuas de personajes del stablishment político es lapidaria), de allí que las falsas imágenes de archivo, tipo noticieros en celuloide de los cincuenta, proporcionen a la cinta una honda conciencia creativa del también autor de Cenizas y diamantes/ 1958.

Pese a su longitud de 155 minutos, El hombre de mármol es justa en su respiración visual; por raro que parezca, no sabe a panfleto puesto que Wajda acude para ello a la ficción (empapado de una realidad circundante conocida) para obnubilar y desahogar su texto fílmico con maestría, aunque no limite un poco la actuación hiperactiva de Janda que a ratos parece desaforada.

Es un gusto enorme para los cinéfilos irredentos que El hombre de mármol (así como su pieza maestra Cenizas y diamantes) se encuentre disponible en Youtube…

Wajda realiza una crítica despiadada del régimen comunista polaco en un segmento de treinta años con esta historia urdida a la manera de El ciudadano Kane/ 1941.

En una plática que ofreció en Tampico hace algunos años Paco Ignacio Taibo II (a su modo: desparpajada, sin ambages), señalaba –a propósito de una pregunta del porqué no escribía una novela sobre el asesinato de Colosio- que ante el evento histórico hace falta la necesaria distancia del tiempo para cuajar mejor los sucesos que den motivo a la reflexión mediante la creación artística.

Por lo anterior, resulta plausible la intentona afortunada del polaco Andrzej Wajda de rastrear las sacudidas de los acontecimientos sociales de su país tanto en El hombre de mármol (Czlowiek z marmuru)/ Polonia-1977 como en su secuela El hombre de hierro /Clowiek z zelaza)/ 1981 (especialmente esta última que registra los avatares del movimiento de lucha del sindicato Solidaridad encabezado por Lech Walesa).

En El hombre de mármol, Wajda baja a los años cincuenta para ficcionar la vida del obrero Birkut/ Jerzy Radziwilowicz a través de una joven cineasta/ Krystyna Janda que arma su documental con entrevistas a personas que conocieron a Bir-kut.

Wajda realiza una crítica despiadada del régimen comunista polaco en un segmento de treinta años con esta historia urdida a la manera de El ciudadano Kane/ 1941 para encontrar que las utopías pro derechos y beneficios de los obreros son, literalmente, como el título del filme: palabras petrificadas.

Birkut es un albañil que es izado como modelo del esquema productivo estatal a grado tal que es colocado como un héroe por el sistema: casado con una destacada deportista accede a una buena casa y a amigos que lo adulan hasta que ya no sirve a los intereses del partido ni del Estado.

Wajda ajusta su relato a una burilada narración visual no exenta de lirismo (la secuencia del museo donde yacen las estatuas de personajes del stablishment político es lapidaria), de allí que las falsas imágenes de archivo, tipo noticieros en celuloide de los cincuenta, proporcionen a la cinta una honda conciencia creativa del también autor de Cenizas y diamantes/ 1958.

Pese a su longitud de 155 minutos, El hombre de mármol es justa en su respiración visual; por raro que parezca, no sabe a panfleto puesto que Wajda acude para ello a la ficción (empapado de una realidad circundante conocida) para obnubilar y desahogar su texto fílmico con maestría, aunque no limite un poco la actuación hiperactiva de Janda que a ratos parece desaforada.

Es un gusto enorme para los cinéfilos irredentos que El hombre de mármol (así como su pieza maestra Cenizas y diamantes) se encuentre disponible en Youtube…

Wajda realiza una crítica despiadada del régimen comunista polaco en un segmento de treinta años con esta historia urdida a la manera de El ciudadano Kane/ 1941.