/ lunes 18 de enero de 2021

El cumpleaños del perro | La mujer que más lloró en el cine mexicano

La mujer que más lloró en el cine mexicano fue Marga López, verdadera dama del drama. Al margen de su amplia trayectoria en el teatro y las telenovelas, Marga López (1924-2005) fue una actriz eminentemente de cine.

Bastaría su participación al lado de Pedro Infante para situarla en un lugar de excepción dentro del aprecio popular (fue la actriz que más filmó con el ídolo Infante: “Los tres García”, “Vuelven los García”, “Cartas marcadas”, “Un rincón cerca del cielo, “Ahora soy rico”, “La tercera palabra”. Sin embargo, Marga López también fue solicitada por directores de prestigio como Emilio Fernández en el clásico “Salón México”/ 1958 y Luis Buñuel en esa obra maestra que es “Nazarín”/ 1958. Incluso, apadrinó el debut de Arturo Ripstein en la dirección en “Tiempo de Morir”/ 1965.

Nacida argentina y naturalizada mexicana desde 1943, Marga López fue una actriz de cine en el sentido amplio del término. Sus defectos y portentos histriónicos lo mismo quedaron registrados en melodramas (los más), comedias urbanas y rancheras y filmes de terror (en “El libro de piedra”/ 1968, quizá la cinta de este género más lograda que se haya filmado en México).

Marga López lo mismo fue madre abnegada (de Angélica María en “Juventud sin Ley”/ 1965 y “Corona de lágrimas”/ 1967), prostituta (“Una mujer en la calle/ 1954), vagabunda (“Callejera”/ 1949, dirigida por el tampiqueño Ernesto Cortázar), mujer enamorada (“Del brazo y de la calle”/ 1955 y “La tercera palabra”/ 1955) y hasta gringa (“Los tres García”/ 1946).

¿Qué le dio Marga López al cine mexicano? Un ímpetu melodramático singular. Insertada en una época donde la madre (y la mujer en sí) era sumisa, portadora del aura dual infierno- cielo, Marga López explayó su talento en discursos visuales donde el desenlace catártico era la lágrima. Germán Dehesa a lo anterior llamó, atinadamente, el “síndrome de Marga López”.

Mientras los ojos del público, y los de la crítica, miraban constantemente a las dos divas per se: Dolores del Río y María Félix, lo cierto es que Marga López cumplía una labor “hormiga” dentro de una industria que etiquetaba y relegaba a los actores a roles estigmatizados. Así, el personaje mujer que requería llorar y ser maltratado en hora y media por hijos malagradecidos, maridos infieles, galanes golpeadores y estafadores, tenía en Marga López a su actriz ideal.

Un país que ha perdido su industria fílmica y que ha dejado en el olvido a sus actores en antaño insignes, qué puede decir ante una actriz como Marga López. De hecho: qué puede decir de su cine “viejito”, en blanco y negro. No lo sé. Quizá descubrir que antes el arte se llevaba desde adentro, desde esa segunda piel que hablaba el escritor Julio Cortázar…

La mujer que más lloró en el cine mexicano fue Marga López, verdadera dama del drama. Al margen de su amplia trayectoria en el teatro y las telenovelas, Marga López (1924-2005) fue una actriz eminentemente de cine.

Bastaría su participación al lado de Pedro Infante para situarla en un lugar de excepción dentro del aprecio popular (fue la actriz que más filmó con el ídolo Infante: “Los tres García”, “Vuelven los García”, “Cartas marcadas”, “Un rincón cerca del cielo, “Ahora soy rico”, “La tercera palabra”. Sin embargo, Marga López también fue solicitada por directores de prestigio como Emilio Fernández en el clásico “Salón México”/ 1958 y Luis Buñuel en esa obra maestra que es “Nazarín”/ 1958. Incluso, apadrinó el debut de Arturo Ripstein en la dirección en “Tiempo de Morir”/ 1965.

Nacida argentina y naturalizada mexicana desde 1943, Marga López fue una actriz de cine en el sentido amplio del término. Sus defectos y portentos histriónicos lo mismo quedaron registrados en melodramas (los más), comedias urbanas y rancheras y filmes de terror (en “El libro de piedra”/ 1968, quizá la cinta de este género más lograda que se haya filmado en México).

Marga López lo mismo fue madre abnegada (de Angélica María en “Juventud sin Ley”/ 1965 y “Corona de lágrimas”/ 1967), prostituta (“Una mujer en la calle/ 1954), vagabunda (“Callejera”/ 1949, dirigida por el tampiqueño Ernesto Cortázar), mujer enamorada (“Del brazo y de la calle”/ 1955 y “La tercera palabra”/ 1955) y hasta gringa (“Los tres García”/ 1946).

¿Qué le dio Marga López al cine mexicano? Un ímpetu melodramático singular. Insertada en una época donde la madre (y la mujer en sí) era sumisa, portadora del aura dual infierno- cielo, Marga López explayó su talento en discursos visuales donde el desenlace catártico era la lágrima. Germán Dehesa a lo anterior llamó, atinadamente, el “síndrome de Marga López”.

Mientras los ojos del público, y los de la crítica, miraban constantemente a las dos divas per se: Dolores del Río y María Félix, lo cierto es que Marga López cumplía una labor “hormiga” dentro de una industria que etiquetaba y relegaba a los actores a roles estigmatizados. Así, el personaje mujer que requería llorar y ser maltratado en hora y media por hijos malagradecidos, maridos infieles, galanes golpeadores y estafadores, tenía en Marga López a su actriz ideal.

Un país que ha perdido su industria fílmica y que ha dejado en el olvido a sus actores en antaño insignes, qué puede decir ante una actriz como Marga López. De hecho: qué puede decir de su cine “viejito”, en blanco y negro. No lo sé. Quizá descubrir que antes el arte se llevaba desde adentro, desde esa segunda piel que hablaba el escritor Julio Cortázar…