/ miércoles 7 de octubre de 2020

El cumpleaños del perro | Lo filial perverso en Nicolas Winding Refn

Por la cuarentena, varias plataformas de streaming han liberado filmes. Uno de ellos es “Sólo Dios perdona” (Only God Forgives) / Francia- Estados Unidos- Dinamarca- 2013, del danés Nicolas Wending Refn. Cuando Crystal/ Kristin Scott Thomas le dice a Mai, la novia de su hijo Julian/ Ryan Gossling que su hijo Billy tenía el pene más grande que Julian, Nicolas Wending Refn sumerge su diástole fílmica en territorios de Freud y el halo onírico.

Crystal le exige a Julian le traiga la cabeza del asesino de su hijo preferido Billy. Julian, con el tufo de Adán de Santa sangre/ 1989, de Alejandro Jodorowsky, intentará ejecutar la orden materna.

Si en Drive/ 2011 el danés Nicolas Wending Refn había lapidado la estética del gore y el thriller con evidente auxilio del texto literario (el filme fue una adaptación de una novela de James Sallis), en “Solo Dios perdona” lo hace desde la estilización y la atmósfera, elementos indudables de la poesía visual.

Da la impresión que Refn metió en una licuadora el cine de David Lynch, Tarantino, Sam Peckinpah, Kim-Ki-duk, Takeshi Kitano, Won Kar wai, Chan-Wook Park y el Kenneth Bi de “El latido del tambor”/ 2007, y el resultado es este filme donde la monserga de la venganza es apena la punta del iceberg para el planteamiento proto filosófico de restos de una tragedia shakespeareana y el mero gusto (válido, ¿no?) de un cine donde la luz matizada, apapachada en el diván de las tonalidades rojizas y la prolongación de los homenajes a otros cineastas tutores de Refn realizan no “el festín de Esopo” (según Octavio Paz) sino el de la reelaboración.

La irrupción de la americana Crystal en el mercado de Bang-kok, donde la droga y la prostitución son el día a día, no detona nada extraordinario (buen acierto del guion de Refn), simplemente traslada a mansalva la rabia de una madre por la muerte de su hijo amado sin mayores explicaciones ontológicas (como Francois Ozon).

Filmada con sangre fría, especialmente en las secuencias de violencia, “Sólo Dios persona” pudiese decir sin ambages que es un depurado ejercicio de estilo de cine oriental/occidental, híbrido que sujeta aristas interesantes de un sólido cuyo volumen no sofoca al espectador, sino que le ofrece un espacio- narrativo consciente, burilado y, por lo mismo, manierista.

La presencia de Kristin Scott Thomas Thomas es contundente (y que nos recuerda a ratos a la Columba Domínguez de “Los hermanos Del Hierro” / 1961, en su afán de que los hijos cumplan la venganza familiar).

El policía Chang/ Vithaya Pansringarm, contraparte del mafioso Julian, le agregará el ingrediente de sobriedad y justicia al filme, en un duelo final cercano al Kil Bill tarantinesco.

Lacónico, casi autómata, Julian atado con un perverso cordón umbilical moral a Crystal, está a años luz de ser un personaje esculpido a la manera de los de Wook Park, por ejemplo, y tal vez sea el punto débil de la cinta del vehemente Nicolas Wending Refn…

Por la cuarentena, varias plataformas de streaming han liberado filmes. Uno de ellos es “Sólo Dios perdona” (Only God Forgives) / Francia- Estados Unidos- Dinamarca- 2013, del danés Nicolas Wending Refn. Cuando Crystal/ Kristin Scott Thomas le dice a Mai, la novia de su hijo Julian/ Ryan Gossling que su hijo Billy tenía el pene más grande que Julian, Nicolas Wending Refn sumerge su diástole fílmica en territorios de Freud y el halo onírico.

Crystal le exige a Julian le traiga la cabeza del asesino de su hijo preferido Billy. Julian, con el tufo de Adán de Santa sangre/ 1989, de Alejandro Jodorowsky, intentará ejecutar la orden materna.

Si en Drive/ 2011 el danés Nicolas Wending Refn había lapidado la estética del gore y el thriller con evidente auxilio del texto literario (el filme fue una adaptación de una novela de James Sallis), en “Solo Dios perdona” lo hace desde la estilización y la atmósfera, elementos indudables de la poesía visual.

Da la impresión que Refn metió en una licuadora el cine de David Lynch, Tarantino, Sam Peckinpah, Kim-Ki-duk, Takeshi Kitano, Won Kar wai, Chan-Wook Park y el Kenneth Bi de “El latido del tambor”/ 2007, y el resultado es este filme donde la monserga de la venganza es apena la punta del iceberg para el planteamiento proto filosófico de restos de una tragedia shakespeareana y el mero gusto (válido, ¿no?) de un cine donde la luz matizada, apapachada en el diván de las tonalidades rojizas y la prolongación de los homenajes a otros cineastas tutores de Refn realizan no “el festín de Esopo” (según Octavio Paz) sino el de la reelaboración.

La irrupción de la americana Crystal en el mercado de Bang-kok, donde la droga y la prostitución son el día a día, no detona nada extraordinario (buen acierto del guion de Refn), simplemente traslada a mansalva la rabia de una madre por la muerte de su hijo amado sin mayores explicaciones ontológicas (como Francois Ozon).

Filmada con sangre fría, especialmente en las secuencias de violencia, “Sólo Dios persona” pudiese decir sin ambages que es un depurado ejercicio de estilo de cine oriental/occidental, híbrido que sujeta aristas interesantes de un sólido cuyo volumen no sofoca al espectador, sino que le ofrece un espacio- narrativo consciente, burilado y, por lo mismo, manierista.

La presencia de Kristin Scott Thomas Thomas es contundente (y que nos recuerda a ratos a la Columba Domínguez de “Los hermanos Del Hierro” / 1961, en su afán de que los hijos cumplan la venganza familiar).

El policía Chang/ Vithaya Pansringarm, contraparte del mafioso Julian, le agregará el ingrediente de sobriedad y justicia al filme, en un duelo final cercano al Kil Bill tarantinesco.

Lacónico, casi autómata, Julian atado con un perverso cordón umbilical moral a Crystal, está a años luz de ser un personaje esculpido a la manera de los de Wook Park, por ejemplo, y tal vez sea el punto débil de la cinta del vehemente Nicolas Wending Refn…