/ lunes 22 de febrero de 2021

El cumpleaños del perro | Paz para nosotros en nuestros sueños, de Sharunas Bartas

Hablar pareciera un acto humano sencillo, directo y sin mayores complicaciones. Hablar es establecer puentes, no abismos. ¿Qué sucede cuando el interlocutor es un ser amado y que, sin embargo, no se conoce por la distante cercanía de la relación familiar?

¿Para qué ir lejos, al campo, para absorber la calma de la naturaleza y alimentar el alma vacía si no se tiene nada qué decir? ¿Por qué cuesta comunicar hoy en día la herrumbre interior y la soledad?

Fingir es tal vez lo opción que jerarquiza los cánones de la comunicación. Al igual que Jano, el ser mitológico de dos caras, el ocultamiento del verdadero rostro permite continuar con la teatralidad terrible de lo cotidiano Así, en “Paz para nosotros en nuestros sueños”/ Lituania- Francia- Rusia- 2015, la esposa/ Lora Kmielauskaite le espeta al hombre/ Sharunas Bartas: “Siempre finges que todo está bien”.

Y no. Para nada todo está bien. La gravedad de la desaparición de la primera esposa del hombre es explicable sólo desde el duelo mismo y la fragilidad del medio en que se esté. “Somos extranjeros doquiera que moremos”, apunta un verso de Pessoa.

En el dolor, tanto el hombre, la hija/ Ina Marija Bataite y la esposa (violinista que la vemos salir corriendo en pleno concierto), tanto en la ciudad como en la campiña, son personajes de Pessoa: extranjeros no por la geografía sino por la incomunicación. Por ello, recobra importancia la inconexa historia de un joven y dos campesinos como presencias de una realidad unitaria agreste que sirve de contrapeso a la abstracción del autoaislamiento o segregación emocional del trío principal.

Si bien “Paz para nosotros en nuestros sueños” es la recapitulación de una obnubilación familiar, es también la educación sentimental de cada miembro que encuentra en la distancia afectiva, paradójicamente, el acercamiento catártico que redime, vivifica, como a la joven de la cinta “Few of us”/ 1996, del mismo Bartas en el apartado pueblo de Siberia.

Filme con parsimonia tarkovskiana, bressoniana y dentro de la órbita de la novela Cosmos, de Witol Gombrowicz en los significados de las cosas y los actos: la mirada del ciervo a la cámara, la chica corriendo (como el final de “Teorema”/ 1968, de Pasolini), el joven apuntando/ espiando con la escopeta, los sonidos de los árboles y al arroyo, el invierno en el bosque, los silencios.

Sharunas Bartas nos entrega un filme de una violencia evidente. El reposo de la campiña es engañoso. Las preguntas sobre qué pasó con su madre de parte de la muchacha abrirán una caja de Pandora donde el dolor cobrará tal vigencia, comparable a la vida del joven y los campesinos trágicos.

¿Cuál es el saldo de esta historia? Un acto de exorcismo autobiográfico. Sharunas Bartas y su hija en la vida real, Ina Marija Bataite dirimen y abordan en “Paz para nosotros en nuestros sueños” la misteriosa desaparición en 2011 de la madre de ésta, la actriz Yekaterina Golubeva…

Hablar pareciera un acto humano sencillo, directo y sin mayores complicaciones. Hablar es establecer puentes, no abismos. ¿Qué sucede cuando el interlocutor es un ser amado y que, sin embargo, no se conoce por la distante cercanía de la relación familiar?

¿Para qué ir lejos, al campo, para absorber la calma de la naturaleza y alimentar el alma vacía si no se tiene nada qué decir? ¿Por qué cuesta comunicar hoy en día la herrumbre interior y la soledad?

Fingir es tal vez lo opción que jerarquiza los cánones de la comunicación. Al igual que Jano, el ser mitológico de dos caras, el ocultamiento del verdadero rostro permite continuar con la teatralidad terrible de lo cotidiano Así, en “Paz para nosotros en nuestros sueños”/ Lituania- Francia- Rusia- 2015, la esposa/ Lora Kmielauskaite le espeta al hombre/ Sharunas Bartas: “Siempre finges que todo está bien”.

Y no. Para nada todo está bien. La gravedad de la desaparición de la primera esposa del hombre es explicable sólo desde el duelo mismo y la fragilidad del medio en que se esté. “Somos extranjeros doquiera que moremos”, apunta un verso de Pessoa.

En el dolor, tanto el hombre, la hija/ Ina Marija Bataite y la esposa (violinista que la vemos salir corriendo en pleno concierto), tanto en la ciudad como en la campiña, son personajes de Pessoa: extranjeros no por la geografía sino por la incomunicación. Por ello, recobra importancia la inconexa historia de un joven y dos campesinos como presencias de una realidad unitaria agreste que sirve de contrapeso a la abstracción del autoaislamiento o segregación emocional del trío principal.

Si bien “Paz para nosotros en nuestros sueños” es la recapitulación de una obnubilación familiar, es también la educación sentimental de cada miembro que encuentra en la distancia afectiva, paradójicamente, el acercamiento catártico que redime, vivifica, como a la joven de la cinta “Few of us”/ 1996, del mismo Bartas en el apartado pueblo de Siberia.

Filme con parsimonia tarkovskiana, bressoniana y dentro de la órbita de la novela Cosmos, de Witol Gombrowicz en los significados de las cosas y los actos: la mirada del ciervo a la cámara, la chica corriendo (como el final de “Teorema”/ 1968, de Pasolini), el joven apuntando/ espiando con la escopeta, los sonidos de los árboles y al arroyo, el invierno en el bosque, los silencios.

Sharunas Bartas nos entrega un filme de una violencia evidente. El reposo de la campiña es engañoso. Las preguntas sobre qué pasó con su madre de parte de la muchacha abrirán una caja de Pandora donde el dolor cobrará tal vigencia, comparable a la vida del joven y los campesinos trágicos.

¿Cuál es el saldo de esta historia? Un acto de exorcismo autobiográfico. Sharunas Bartas y su hija en la vida real, Ina Marija Bataite dirimen y abordan en “Paz para nosotros en nuestros sueños” la misteriosa desaparición en 2011 de la madre de ésta, la actriz Yekaterina Golubeva…