/ domingo 2 de enero de 2022

El cumpleaños del perro | Películas de aniversario

Se fue 2021. Es inobjetable que a una época la define, a la par que los hechos históricos en sí, asuntos subyacentes como la música, el cine o los libros.

Así, los setenta son de la música disco, con sus émulos Donna Summer, Los Bee Gees, o filmes como “Tiburón”, “La guerra de las galaxias” (ahora solo llamada por las nuevas generaciones como “Star Wars”.

“El vulgo tiene mal gusto”, nos espetó el gran Octavio Paz en alguna ocasión. No entraré en detalles al respecto, pero es importante cualificar que cada segmento de nuestra vida está sellada por lo que somos y hacemos.

En cuanto al cine, años van y vienen y no sé, tengo la impresión que cada director (o productor si se quiere) deposita en sus filmes muchas esperanzas de que su obra de marras sea la que lo trascienda o le dé una estatura de creador excepcional. Y, oh sorpresas te da la vida, topan con pared cuando se enteran de que sus cintas únicamente fueron endebles figuras de arena ante el paso del tiempo, de crítica y de público.

Pero, ¿qué debe tener una película para que “quede”, para que se inserte en la memoria colectiva de los espectadores? Pues, tal vez como dice una de las tantas letras de la Bamba: “una escalera grande y otra cosita”.

¿Y qué es esa cosita? Vaya misterio. Puede ser el impacto social, una escena, la fama del actor o actriz, el contexto sociopolítico, etc. Por ejemplo, el mismísimo director Ismael Rodríguez jamás imaginó, seguramente, que la frase que dice el Tuerto en “Nosotros los pobres”/ 1947, “Pepe el Toro es inocente”, se convertiría en la locución más famosa del cine mexicano.

El asunto es que cuando una película es significativa para un grupo de personas y, más aún, a través de varias generaciones, es que posee una valía que es meta cine, tiene lecturas poliédricas.

Si dejamos a un lado los filmes que inauguraron o cimentaron las bases de una corriente o escuela cinematográfica (Expresionismo alemán, Nueva ola francesa, Underground noeyorkino) que por eso mismo son invaluables y son dignos de corresponderles son sendos aniversarios, el resto debe tener algo: perpetuarse en la retentiva del público.

En 2021 se cumplieron los cien años del estreno de esa pieza maestra “La carreta fantasma”/ 1921, del sueco Victor Sjöström. En ella hay una secuencia bastante parecida a la que elaboró Stanley Kubrick en “El resplandor”/ 1980, la del hombre que toma una hacha e intenta derrumbar la puerta del cuarto donde su esposa y su hijo se ocultan. También, en 1921 Charles Chaplin entregó al Séptimo Arte su magistral filme “El chico (The Kid)” con la participación del niño maravilla Jackie Coogan quien años después interpretó al Tío Lucas en la serie de TV Los Locos Addams. En 1931 tres verdaderas perlas celuloide salieron a la luz: “Frankenstein”, de James Whale, con el amo del cine serie B Boris Karloff; “M, el vampiro de Düsseldorf”, de Fritz Lang, y “Tabú”, de E. W. Murnau quien murió semanas antes de su estreno.

El año de 1941 fue ecléctico y significativo, puesto que la Segunda Guerra Mundia estaba en su apogeo y emergía la llamada Época de Oro del Cine Mexicano con películas como “Ahí está el detalle” (aunque estrenada en 1940 tuvo en el 41 su estallido popular) y que catapultó a la cima a Cantinflas; “¡Ay Jalisco, no te rajes!” que le dio al charro cantor Jorge Negrete su estatus de figura señera de la canción ranchera, y “¡Ay qué tiempos, señor don Simón!”, de Julio Bracho, un estupendo y delicioso musical.

Pero el 41 fue año de un suceso en el cine de animación, se estrenó la tierna “Dumbo”, producida por Walt Disney para RKO Radio Pictures estudio que impulsó ese mismo año a “El ciudadano Kane”, actuada y dirigida por Orson Welles. Y por si fuera poco, otra pieza maestra se estrenó también en el 41: “¡Qué verde era mi valle!”, de John Ford.

1951 fue el año de “Un americano en París”, de Vincente Minnelli; “Quo Vadis?”, de Mervyn LeRoy; Un tranvía llamado deseo, de Elia Kazan. Y en el cine mexicano Buñuel estrenaba una obra maestra: “Susana, carne y demonio”, y Roberto Gavaldón refrendó su rigor académico con “En la palma de tu mano”, auténtico platillo de cine noir

“Danzón”/ 1991, de María Novaro, cumplió treinta años de haberse estrenado; tengo entendido que autoridades del Estado de Veracruz hicieron entrega de reconocimiento a la directora del filme como a su actriz principal, María Rojo. Bien, porque “Danzón” es la cinta que mejor incluye al puerto jarocho en el contexto del cine: lo absorbe y lo extrapola con ciudad-protagonista.

Igualmente, se cumplieron 50 de “Naranja mecánica”/ 1971, de Stanley Kubrick, 70 de “Viridiana”/ 1961, de Luis Buñuel, 80 de “El halcón maltés”/ 1941, de John Huston, amén de los 90 de “Santa”/ 1931, de Antonio Moreno, la primera cinta sonora del cine mexicano.

En 1981 sobresalieron de manera notable “Toro salvaje”, de Martin Scorsese (biopic de Jake La Motta) y “El hombre elefante”, de David Lynch, entrañable y humano reato de un hombre deformado físicamente en la Inglaterra de finales del siglo XIX.

“Viridiana” es la primera – y hasta el momento- la única cinta hablada en español en obtener la prestigiosa Palma de Oro por Mejor Filme en el festival más importante del mundo, el de Cannes, Francia, y la cual significó la catapulta a la fama de Silvia Pinal (quien, inexplicablemente, no supo canalizar para su internalización definitiva).

Se fue 2021. Es inobjetable que a una época la define, a la par que los hechos históricos en sí, asuntos subyacentes como la música, el cine o los libros.

Así, los setenta son de la música disco, con sus émulos Donna Summer, Los Bee Gees, o filmes como “Tiburón”, “La guerra de las galaxias” (ahora solo llamada por las nuevas generaciones como “Star Wars”.

“El vulgo tiene mal gusto”, nos espetó el gran Octavio Paz en alguna ocasión. No entraré en detalles al respecto, pero es importante cualificar que cada segmento de nuestra vida está sellada por lo que somos y hacemos.

En cuanto al cine, años van y vienen y no sé, tengo la impresión que cada director (o productor si se quiere) deposita en sus filmes muchas esperanzas de que su obra de marras sea la que lo trascienda o le dé una estatura de creador excepcional. Y, oh sorpresas te da la vida, topan con pared cuando se enteran de que sus cintas únicamente fueron endebles figuras de arena ante el paso del tiempo, de crítica y de público.

Pero, ¿qué debe tener una película para que “quede”, para que se inserte en la memoria colectiva de los espectadores? Pues, tal vez como dice una de las tantas letras de la Bamba: “una escalera grande y otra cosita”.

¿Y qué es esa cosita? Vaya misterio. Puede ser el impacto social, una escena, la fama del actor o actriz, el contexto sociopolítico, etc. Por ejemplo, el mismísimo director Ismael Rodríguez jamás imaginó, seguramente, que la frase que dice el Tuerto en “Nosotros los pobres”/ 1947, “Pepe el Toro es inocente”, se convertiría en la locución más famosa del cine mexicano.

El asunto es que cuando una película es significativa para un grupo de personas y, más aún, a través de varias generaciones, es que posee una valía que es meta cine, tiene lecturas poliédricas.

Si dejamos a un lado los filmes que inauguraron o cimentaron las bases de una corriente o escuela cinematográfica (Expresionismo alemán, Nueva ola francesa, Underground noeyorkino) que por eso mismo son invaluables y son dignos de corresponderles son sendos aniversarios, el resto debe tener algo: perpetuarse en la retentiva del público.

En 2021 se cumplieron los cien años del estreno de esa pieza maestra “La carreta fantasma”/ 1921, del sueco Victor Sjöström. En ella hay una secuencia bastante parecida a la que elaboró Stanley Kubrick en “El resplandor”/ 1980, la del hombre que toma una hacha e intenta derrumbar la puerta del cuarto donde su esposa y su hijo se ocultan. También, en 1921 Charles Chaplin entregó al Séptimo Arte su magistral filme “El chico (The Kid)” con la participación del niño maravilla Jackie Coogan quien años después interpretó al Tío Lucas en la serie de TV Los Locos Addams. En 1931 tres verdaderas perlas celuloide salieron a la luz: “Frankenstein”, de James Whale, con el amo del cine serie B Boris Karloff; “M, el vampiro de Düsseldorf”, de Fritz Lang, y “Tabú”, de E. W. Murnau quien murió semanas antes de su estreno.

El año de 1941 fue ecléctico y significativo, puesto que la Segunda Guerra Mundia estaba en su apogeo y emergía la llamada Época de Oro del Cine Mexicano con películas como “Ahí está el detalle” (aunque estrenada en 1940 tuvo en el 41 su estallido popular) y que catapultó a la cima a Cantinflas; “¡Ay Jalisco, no te rajes!” que le dio al charro cantor Jorge Negrete su estatus de figura señera de la canción ranchera, y “¡Ay qué tiempos, señor don Simón!”, de Julio Bracho, un estupendo y delicioso musical.

Pero el 41 fue año de un suceso en el cine de animación, se estrenó la tierna “Dumbo”, producida por Walt Disney para RKO Radio Pictures estudio que impulsó ese mismo año a “El ciudadano Kane”, actuada y dirigida por Orson Welles. Y por si fuera poco, otra pieza maestra se estrenó también en el 41: “¡Qué verde era mi valle!”, de John Ford.

1951 fue el año de “Un americano en París”, de Vincente Minnelli; “Quo Vadis?”, de Mervyn LeRoy; Un tranvía llamado deseo, de Elia Kazan. Y en el cine mexicano Buñuel estrenaba una obra maestra: “Susana, carne y demonio”, y Roberto Gavaldón refrendó su rigor académico con “En la palma de tu mano”, auténtico platillo de cine noir

“Danzón”/ 1991, de María Novaro, cumplió treinta años de haberse estrenado; tengo entendido que autoridades del Estado de Veracruz hicieron entrega de reconocimiento a la directora del filme como a su actriz principal, María Rojo. Bien, porque “Danzón” es la cinta que mejor incluye al puerto jarocho en el contexto del cine: lo absorbe y lo extrapola con ciudad-protagonista.

Igualmente, se cumplieron 50 de “Naranja mecánica”/ 1971, de Stanley Kubrick, 70 de “Viridiana”/ 1961, de Luis Buñuel, 80 de “El halcón maltés”/ 1941, de John Huston, amén de los 90 de “Santa”/ 1931, de Antonio Moreno, la primera cinta sonora del cine mexicano.

En 1981 sobresalieron de manera notable “Toro salvaje”, de Martin Scorsese (biopic de Jake La Motta) y “El hombre elefante”, de David Lynch, entrañable y humano reato de un hombre deformado físicamente en la Inglaterra de finales del siglo XIX.

“Viridiana” es la primera – y hasta el momento- la única cinta hablada en español en obtener la prestigiosa Palma de Oro por Mejor Filme en el festival más importante del mundo, el de Cannes, Francia, y la cual significó la catapulta a la fama de Silvia Pinal (quien, inexplicablemente, no supo canalizar para su internalización definitiva).