/ miércoles 15 de junio de 2022

El cumpleaños del perro | Sieranevada/ el realismo rumano de Puiu

Con casi tres horas de metraje, “Sieranevada”/Rumania-Francia-Bosnia y Herzegovina-Croacia-Macedonia- 2016, de Cristi Puiu (“La muerte del señor Lazarescu”/ 2005), es una puesta en escena coral, altmaniana que dirime en un tono de comedia dramática una serie de eventos (des) esperados cuando Lary/ Mimi Branescu acude a casa de su madre/Dana Dogaru al ritual por los cuarenta días del padre de él.

El rigor formal que escoge Puiu es el del punto de vista donde la cámara, cual ojos del espectador, presencia el tránsito de toda la parentela en el departamento al entrar y salir de un cuarto a otro. Así, hermanos, tíos, cuñadas y demás fauna familiar se apoltronarán en un reality teatral melodramático donde los resquicios de la Rumania post Ceausescu dejará ver los reacomodos sociales y políticos en una familia más que disfuncional modelo de una hibridación de la vieja línea stalinista (representada deliciosamente por una tía empecinada que el pasado fue mejor) y la nueva generación pendientes ante los avatares políticos de la época: Bush, el ataque al WTC, Charlie Hebdo, Putin, Obama, etc.

“Sieranevada” es una crónica de una sociedad sándwich, es decir, situada en medio de dos fardos distópicos (partiendo del mismo título ilocalizable): la hipocresía del poder redentor de las dictaduras pretéritas y la de la familia nuclear, acertadamente tildada en la figura del padre muerto y al cual se le honra con un acto religioso ortodoxo y con el ajuste del traje (algo holgado) en uno de sus hijos para que ocupe el lugar en la cena celebratoria.

La película no va por la línea de “La celebración”/ 1998, de Thomas Vinterberg en cuanto a la revelación de un secreto perverso. El prurito se ancla en la interrupción de la cena ante el surgimiento de secretos, sí, pero que conforman la coralidad de un pasado donde la mentira fue, de alguna manera, el eje motor de las relaciones intrafamiliares, de allí que la mejor secuencia del filme sea cuando Lary le cuenta a su esposa en el auto una historia cuando su hermano tenía 10 años y le endilgó una mentira a su padre y éste, aparentemente, le creyó.

“Sieranevada” (disponible en la plataforma Filmin) es el ejercicio fílmico autoral, sobrio, burilado de un cineasta que socava en patrones conductuales endebles (Lary humillado al defender a su esposa por un lío de estacionamiento) que proporcionan pistas para afianzar una cosmogonía de un país rompecabezas y cuyas piezas están representados o esquematizados por todos los personajes de esta peculiar familia que se asfixia en un drama que, al fin y al cabo, se diluye en el tono amable de un final ni abierto ni cerrado, más bien consciente que al fin y al cabo la vida sigue su rumbo…

Con casi tres horas de metraje, “Sieranevada”/Rumania-Francia-Bosnia y Herzegovina-Croacia-Macedonia- 2016, de Cristi Puiu (“La muerte del señor Lazarescu”/ 2005), es una puesta en escena coral, altmaniana que dirime en un tono de comedia dramática una serie de eventos (des) esperados cuando Lary/ Mimi Branescu acude a casa de su madre/Dana Dogaru al ritual por los cuarenta días del padre de él.

El rigor formal que escoge Puiu es el del punto de vista donde la cámara, cual ojos del espectador, presencia el tránsito de toda la parentela en el departamento al entrar y salir de un cuarto a otro. Así, hermanos, tíos, cuñadas y demás fauna familiar se apoltronarán en un reality teatral melodramático donde los resquicios de la Rumania post Ceausescu dejará ver los reacomodos sociales y políticos en una familia más que disfuncional modelo de una hibridación de la vieja línea stalinista (representada deliciosamente por una tía empecinada que el pasado fue mejor) y la nueva generación pendientes ante los avatares políticos de la época: Bush, el ataque al WTC, Charlie Hebdo, Putin, Obama, etc.

“Sieranevada” es una crónica de una sociedad sándwich, es decir, situada en medio de dos fardos distópicos (partiendo del mismo título ilocalizable): la hipocresía del poder redentor de las dictaduras pretéritas y la de la familia nuclear, acertadamente tildada en la figura del padre muerto y al cual se le honra con un acto religioso ortodoxo y con el ajuste del traje (algo holgado) en uno de sus hijos para que ocupe el lugar en la cena celebratoria.

La película no va por la línea de “La celebración”/ 1998, de Thomas Vinterberg en cuanto a la revelación de un secreto perverso. El prurito se ancla en la interrupción de la cena ante el surgimiento de secretos, sí, pero que conforman la coralidad de un pasado donde la mentira fue, de alguna manera, el eje motor de las relaciones intrafamiliares, de allí que la mejor secuencia del filme sea cuando Lary le cuenta a su esposa en el auto una historia cuando su hermano tenía 10 años y le endilgó una mentira a su padre y éste, aparentemente, le creyó.

“Sieranevada” (disponible en la plataforma Filmin) es el ejercicio fílmico autoral, sobrio, burilado de un cineasta que socava en patrones conductuales endebles (Lary humillado al defender a su esposa por un lío de estacionamiento) que proporcionan pistas para afianzar una cosmogonía de un país rompecabezas y cuyas piezas están representados o esquematizados por todos los personajes de esta peculiar familia que se asfixia en un drama que, al fin y al cabo, se diluye en el tono amable de un final ni abierto ni cerrado, más bien consciente que al fin y al cabo la vida sigue su rumbo…