En la plataforma Netflix se estrenó un documental “Sly”, donde el propio Sylvester Stallone cuenta parte de su vida, aunque este filme pareciera una respuesta obvia a otro anterior sobre su archirrival fílmico, Arnold Schwarzenegger.
Da la impresión que este tipo de “películas confesionales” sólo cumplen la tarea de acercar a las nuevas audiencias – más que en un afán de revisión biográfica – el éxito hollywoodense del personaje narrado. En “Sly”, Stallone no sé qué quiso decir: si es un ícono, un producto del cine comercial, un autor puesto que es guionista y director, o una referencia cultural digamos en el tenor de un Elvis Presley, por ejemplo. Fabricante de sendas sagas (Rocky, Rambo y Los indestructibles), Sylvester Stallone es una presencia imborrable del cine de los últimos cincuenta años. Y, precisamente, con su tablita de salvación, “Los indestructibles”, Stallone intenta decirnos que el cine de acción ochentero es, en sí mismo, una franquicia más que oldies factible de restablecerse entre las nuevas generaciones cuyas referencias pater son los videojuegos. Con toda la carga nostálgica por una época pro reaganeana (recordemos al hijo putativo de esos años: Rambo), Stallone en ese entonces con 64 años emuló en la primera entrega de “Los indestructibles”/ 2010 a un mercenario que le hace los trabajos sucios la CIA en compañía de otros “angelitos”: Jason Statham, Jet Li, Dolp Lunggren, Randy Coutura. Terry Crews y Mickey Rourke.
Así, son contratados por un propio de la CIA (Bruce Willis, actor hoy ya retirado) y un experto que por el momento no quiere involucrarse (Arnold Schwarzenegger), porque según Stallone “quiere ser presidente”.
Por lo que la chamba de los indestructibles es asesinar a un cruento dictador de una isla llamada Vilena, en América Latina quien ha caído en las garras de un corrupto ex agente de la CIA (Eric Roberts). Con todos los recursos del caso (diálogos lacónicos, héroes ilesos sin ningún rasguño), Sylvester Stallone escribe y dirige “Los indestructibles para plantear varias interrogantes: ¿Ya no hay acaso personajes interesantes del cine de acción?
Después de que las secuelas de Rambo y Rocky al parecer ya no dan para más, Stallone sorprende con esta cinta porque, al menos, cumple con una de las premisas ineluctables del cine: entretener. Y vaya que lo hace, sin importarle los andamiajes de una propuesta artística…