/ miércoles 4 de marzo de 2020

El cumpleaños del perro | Stanley Kubrick

Stanley Kubrick decía que “una película es o debería ser más parecida a la música que a la ficción. Debe ser una progresión de estados de ánimo y sentimientos.

El tema viene detrás de la emoción; el sentido, después”. Stanley Kubrick / 1928-2000 fue un director cuyos filmes -la mayoría adaptaciones de novelas conocidas-, a través de una narración visual muy personal, alcanzaron independencia y soltura del texto literario. Porque Kubrick supo extraer de la literatura lo mismo que a Buñuel le interesaba: la sugerencia, la ambigüedad y las posibilidades ontológicas de los personajes.

Kubrick no se ocupó de explicarnos las causas sino las consecuencias de los actos humanos. Alex, el sicópata de Naranja mecánica, y el demente de El resplandor, no contienen premisas moralistas ni freudianas para Kubrick; éste los atrapa con las tenazas de su propia libertad. Cosa, además, contradictoria. Por una parte los aprisiona y los ata; por otra, los deja ser para que derrumben los muros de sus limitaciones, así como las de la moral y de la ley.

Se ha dicho que Kubrick fue irreverente y que navegó a contracorriente de la gran industria del celuloide. Kubrick más bien abogó por los sentimientos, miedos y espantos del hombre: en Casta de malditos (The killing), la historia de cuatro asaltantes a un hipódromo, se solidarizó con sus motivos; en Cara de guerra (Full metal jacket), despiadada e irónica visión sobre la guerra de Vietnam, hizo saber su irritación y rechazo por una guerra estúpida; en Dr. Strangelove planteó una revisión satírica de la estupidez del hombre por querer la supremacía geopolítica, o en Ojos bien cerrados (Eyes Wide Shut) escudriñó las relaciones infla-surrealistas de la pareja y su erotismo como ruta de expiación

Kubrick no ofreció soluciones (no es labor del artista) ni se dejó llevar por las concesiones del cine comercial. En su filmografía dejó la huella de un artista de la lente (y un par de cintas de culto: Naranja mecánica y 2001: Odisea del espacio) que necesitó tiempo, espacio en la geografía intelectual para dar una mirada del mundo que le tocó vivir.

¿Qué decir del cine de un artista como Stanley Kubrick que incluyó magistralmente música culta, textos literarios (tuvo a Nabokov como guionista), visiones futuristas, extravagancias visuales, efecto íceberg (en Casta de malditos), y que fue obcecadamente fiel a sus propósitos estéticos a tal grado de hacerle una autopsia a las psiquis de sus personajes? Él mismo lo dijo alguna vez: “No podremos ocuparnos de lo que funciona realmente mal en el mundo, mientras no reconozcamos en el fondo de nosotros mismos el rostro escondido de nuestra propia naturaleza oscura".

Es Kubrick una obligación intelectual para todos por la universalidad perenne de su cine…

Stanley Kubrick decía que “una película es o debería ser más parecida a la música que a la ficción. Debe ser una progresión de estados de ánimo y sentimientos.

El tema viene detrás de la emoción; el sentido, después”. Stanley Kubrick / 1928-2000 fue un director cuyos filmes -la mayoría adaptaciones de novelas conocidas-, a través de una narración visual muy personal, alcanzaron independencia y soltura del texto literario. Porque Kubrick supo extraer de la literatura lo mismo que a Buñuel le interesaba: la sugerencia, la ambigüedad y las posibilidades ontológicas de los personajes.

Kubrick no se ocupó de explicarnos las causas sino las consecuencias de los actos humanos. Alex, el sicópata de Naranja mecánica, y el demente de El resplandor, no contienen premisas moralistas ni freudianas para Kubrick; éste los atrapa con las tenazas de su propia libertad. Cosa, además, contradictoria. Por una parte los aprisiona y los ata; por otra, los deja ser para que derrumben los muros de sus limitaciones, así como las de la moral y de la ley.

Se ha dicho que Kubrick fue irreverente y que navegó a contracorriente de la gran industria del celuloide. Kubrick más bien abogó por los sentimientos, miedos y espantos del hombre: en Casta de malditos (The killing), la historia de cuatro asaltantes a un hipódromo, se solidarizó con sus motivos; en Cara de guerra (Full metal jacket), despiadada e irónica visión sobre la guerra de Vietnam, hizo saber su irritación y rechazo por una guerra estúpida; en Dr. Strangelove planteó una revisión satírica de la estupidez del hombre por querer la supremacía geopolítica, o en Ojos bien cerrados (Eyes Wide Shut) escudriñó las relaciones infla-surrealistas de la pareja y su erotismo como ruta de expiación

Kubrick no ofreció soluciones (no es labor del artista) ni se dejó llevar por las concesiones del cine comercial. En su filmografía dejó la huella de un artista de la lente (y un par de cintas de culto: Naranja mecánica y 2001: Odisea del espacio) que necesitó tiempo, espacio en la geografía intelectual para dar una mirada del mundo que le tocó vivir.

¿Qué decir del cine de un artista como Stanley Kubrick que incluyó magistralmente música culta, textos literarios (tuvo a Nabokov como guionista), visiones futuristas, extravagancias visuales, efecto íceberg (en Casta de malditos), y que fue obcecadamente fiel a sus propósitos estéticos a tal grado de hacerle una autopsia a las psiquis de sus personajes? Él mismo lo dijo alguna vez: “No podremos ocuparnos de lo que funciona realmente mal en el mundo, mientras no reconozcamos en el fondo de nosotros mismos el rostro escondido de nuestra propia naturaleza oscura".

Es Kubrick una obligación intelectual para todos por la universalidad perenne de su cine…