/ domingo 12 de junio de 2022

El cumpleaños del perro | Tin Tan y Cantinflas

Siempre me ha parecido una pérdida de tiempo el comparar o enfrentar, si se me permite este término, a dos talentos como Tin Tan y Cantinflas. A tantos años de distancia y ante sus ausencias físicas, el asunto se torna prácticamente irrelevante.

Cada uno de ello fue un caso excepcional y de enorme éxito ante las masas que, mayormente, los seguían a través de sus filmes y, también, en sus presentaciones personales en teatros, carpas, estaciones de radio, corridas de toros, etc.

Es un hecho irrefutable: estamos ante los dos actores cómicos más importantes del cine mexicano y por lo tanto hay que referirse a ellos en buenos términos aunque en lo personal me mueve más el tapete el gran Pachuco con su enorme carisma y talento para el canto y el baile.

Germán Valdés Tin Tan fue un caso extraordinario puesto que, en sus inicios, impactó por su vestimenta, su forma de hablar y hasta por los gestos que hacía, pero hay que decir que sus labios fueron los que más besaron a mujeres hermosas en la pantalla grande del cine de aquellas épocas.

Mario Moreno Cantinflas, chilango al igual que Tin Tan, fue un mimo excelente en sus inicios allá por los años 30. Puede decirse que Cantinflas aprendió a trancazos mejor el arte de la comedia como nadie: en las llamadas carpas.

Tin Tan fue un caso único, puesto que sus facultades para hacer gestos, muecas y demás chistosadas, en compañía del oriundo de Tampico Alto Marcelo Chávez, el famoso Carnal Marcelo, lo catapultaron de manera rápida al cine. Su primera película, “El hijo desobediente”/1945, ya deja claro el estilo de este cuate: mirar a la cámara haciendo gesticulaciones en verdad cómicas.

Cantinflas, el famoso peladito de la gabardina más roída que un sueldo a mitad de quincena, obtuvo un éxito inusitado en todo el mundo. Incluso, dicen que el mismísimo Charles Chaplin lo consideró el mejor actor cómico del planeta.

Tin Tan hizo filmes que hoy son clásicos y que uno cuando las ve en la tele se cae de risa: “El rey del barrio”, “El revoltoso”, “El ceniciento” y “Calabacitas tiernas” en donde alternaba con su amiga Vitola, el enano Tun Tun (oriundo de Tampico), su hermano Ramón Valdés y, claro, su carnal Marcelo.

Cantinflas fue un fenómeno con “Allí está el detalle” que hizo que la gente materialmente lo colocara como ídolo. Tal vez el único contrincante en popularidad para este actor fue el admirado y llorado Pedro Infante.

Tin Tan llegó a un nivel impresionante como cómico en “El bello durmiente”, haciéndola de cavernícola, y es probable que el exBeatle Ringo Starr se halla inspirado para hacer, en 1981, su vacilada de llamada “El cavernícola”.

Cantinflas filmó para Holly-wood dos cintas: “La vuelta al mundo en 80 días” y “Pepe”, a mitad de los años 50. Tin Tan, por su parte, puso la voz para dos películas célebres de Disney: “Los aristogatos” y “El libro de la selva” donde el tierno y gordinflón oso Balú seguirá siendo entrañable con la voz del mejor cómico del cine mexicano de todos los tiempos…

En la película “También de dolor se canta”/ 1950, dirigida por René Cardona, se da un encuentro casi mágico e irrepetible entre Pedro Infante y Tin Tan, cuando el primero entra a un estudio de cine en busca de su hermana.

Tin Tan está ensayando la siguiente canción-trabalenguas: “Oiga usted, señor Rodríguez, déjeme cuidar su perro, se lo cuido con esmerro y hasta le compro un cencerro, se lo llevaré para el cerro para que coma su berro, y hasta el arrimo su jarro para que tome currado; para que no lo agarre el perro le aseguro se lo amarro, ya verá, señor Rodríguez, que seguro está su perro”.

En su debut, propiamente, en la cinta “El hijo desobediente”/ 1945, Tin Tan irrumpe como lo que fue, irreverente del celuloide: canta con su guitarra y mira a la cámara (hace, de hecho, un cariño al público con voz infantil).

En “La marca del Zorrillo”, “El Rey del barrio”, “El revoltoso”, entre otros filmes, Tin Tan mira a la cámara no para transgredirla sino para ofertar el primer metacine de la historia del cine mexicano.

Tin Tan es mímica, ritmo, soltura visual. Tin Tan es niño-adulto, es fábula de locos, es la farándula tocada por la gracia y la agilidad.

Tin Tan es espontaneidad inteligente, es ruptura, innovación. Tin Tan no ha envejecido porque salió de la risa y ésta es parte del espíritu.

¿Qué hacer con un cómico como Tin Tan? Ponerlo en un lugar justo: el de ícono.

Tin Tan es, según Carlos Monsiváis, “el primer mexicano del siglo XXI”. Fue el pachuco, el habitante del norte que habló con gotitas de inglés para responder a una dialéctica que nunca entendieron ni Salvador Novo ni José Vasconcelos. (Sólo José Revueltas vio en él a un dotado para la comedia.)

“Más mezcla, maistro, o le remojo los adobes.” “Poninas, dijo pochochas.” “Me canso, ganso, dijo un zancudo cuando volar no pudo, una pata se le torció y la otra se le torció, luego le dio la tos.”

¿Qué tiene Tin Tan que después de varios años de muerto sigue cautivando a través de sus películas? La respuesta quizá esté en que se ha convertido, en términos de Jung, en parte del inconsciente colectivo. Es decir, el pueblo lo ha seguido por generaciones a través de los filmes proyectados hasta la saciedad por la televisión.

Tin Tan es inaprensible, inmenso, brevemente sagaz. Tin Tan es gozo, inspiración. Cantinflas, hay que reconocerlo, fue el genio de la comedia…

Tin Tan es, según Carlos Monsiváis, “el primer mexicano del siglo XXI”. Fue el pachuco, el habitante del norte que habló con gotitas de inglés para responder a una dialéctica que nunca entendieron ni Salvador Novo ni José Vasconcelos. (Sólo José Revueltas vio en él a un dotado para la comedia)

Cantinflas fue un fenómeno con “Allí está el detalle” que hizo que la gente materialmente lo colocara como ídolo. Tal vez el único contrincante en popularidad para este actor fue el admirado y llorado Pedro Infante.

Siempre me ha parecido una pérdida de tiempo el comparar o enfrentar, si se me permite este término, a dos talentos como Tin Tan y Cantinflas. A tantos años de distancia y ante sus ausencias físicas, el asunto se torna prácticamente irrelevante.

Cada uno de ello fue un caso excepcional y de enorme éxito ante las masas que, mayormente, los seguían a través de sus filmes y, también, en sus presentaciones personales en teatros, carpas, estaciones de radio, corridas de toros, etc.

Es un hecho irrefutable: estamos ante los dos actores cómicos más importantes del cine mexicano y por lo tanto hay que referirse a ellos en buenos términos aunque en lo personal me mueve más el tapete el gran Pachuco con su enorme carisma y talento para el canto y el baile.

Germán Valdés Tin Tan fue un caso extraordinario puesto que, en sus inicios, impactó por su vestimenta, su forma de hablar y hasta por los gestos que hacía, pero hay que decir que sus labios fueron los que más besaron a mujeres hermosas en la pantalla grande del cine de aquellas épocas.

Mario Moreno Cantinflas, chilango al igual que Tin Tan, fue un mimo excelente en sus inicios allá por los años 30. Puede decirse que Cantinflas aprendió a trancazos mejor el arte de la comedia como nadie: en las llamadas carpas.

Tin Tan fue un caso único, puesto que sus facultades para hacer gestos, muecas y demás chistosadas, en compañía del oriundo de Tampico Alto Marcelo Chávez, el famoso Carnal Marcelo, lo catapultaron de manera rápida al cine. Su primera película, “El hijo desobediente”/1945, ya deja claro el estilo de este cuate: mirar a la cámara haciendo gesticulaciones en verdad cómicas.

Cantinflas, el famoso peladito de la gabardina más roída que un sueldo a mitad de quincena, obtuvo un éxito inusitado en todo el mundo. Incluso, dicen que el mismísimo Charles Chaplin lo consideró el mejor actor cómico del planeta.

Tin Tan hizo filmes que hoy son clásicos y que uno cuando las ve en la tele se cae de risa: “El rey del barrio”, “El revoltoso”, “El ceniciento” y “Calabacitas tiernas” en donde alternaba con su amiga Vitola, el enano Tun Tun (oriundo de Tampico), su hermano Ramón Valdés y, claro, su carnal Marcelo.

Cantinflas fue un fenómeno con “Allí está el detalle” que hizo que la gente materialmente lo colocara como ídolo. Tal vez el único contrincante en popularidad para este actor fue el admirado y llorado Pedro Infante.

Tin Tan llegó a un nivel impresionante como cómico en “El bello durmiente”, haciéndola de cavernícola, y es probable que el exBeatle Ringo Starr se halla inspirado para hacer, en 1981, su vacilada de llamada “El cavernícola”.

Cantinflas filmó para Holly-wood dos cintas: “La vuelta al mundo en 80 días” y “Pepe”, a mitad de los años 50. Tin Tan, por su parte, puso la voz para dos películas célebres de Disney: “Los aristogatos” y “El libro de la selva” donde el tierno y gordinflón oso Balú seguirá siendo entrañable con la voz del mejor cómico del cine mexicano de todos los tiempos…

En la película “También de dolor se canta”/ 1950, dirigida por René Cardona, se da un encuentro casi mágico e irrepetible entre Pedro Infante y Tin Tan, cuando el primero entra a un estudio de cine en busca de su hermana.

Tin Tan está ensayando la siguiente canción-trabalenguas: “Oiga usted, señor Rodríguez, déjeme cuidar su perro, se lo cuido con esmerro y hasta le compro un cencerro, se lo llevaré para el cerro para que coma su berro, y hasta el arrimo su jarro para que tome currado; para que no lo agarre el perro le aseguro se lo amarro, ya verá, señor Rodríguez, que seguro está su perro”.

En su debut, propiamente, en la cinta “El hijo desobediente”/ 1945, Tin Tan irrumpe como lo que fue, irreverente del celuloide: canta con su guitarra y mira a la cámara (hace, de hecho, un cariño al público con voz infantil).

En “La marca del Zorrillo”, “El Rey del barrio”, “El revoltoso”, entre otros filmes, Tin Tan mira a la cámara no para transgredirla sino para ofertar el primer metacine de la historia del cine mexicano.

Tin Tan es mímica, ritmo, soltura visual. Tin Tan es niño-adulto, es fábula de locos, es la farándula tocada por la gracia y la agilidad.

Tin Tan es espontaneidad inteligente, es ruptura, innovación. Tin Tan no ha envejecido porque salió de la risa y ésta es parte del espíritu.

¿Qué hacer con un cómico como Tin Tan? Ponerlo en un lugar justo: el de ícono.

Tin Tan es, según Carlos Monsiváis, “el primer mexicano del siglo XXI”. Fue el pachuco, el habitante del norte que habló con gotitas de inglés para responder a una dialéctica que nunca entendieron ni Salvador Novo ni José Vasconcelos. (Sólo José Revueltas vio en él a un dotado para la comedia.)

“Más mezcla, maistro, o le remojo los adobes.” “Poninas, dijo pochochas.” “Me canso, ganso, dijo un zancudo cuando volar no pudo, una pata se le torció y la otra se le torció, luego le dio la tos.”

¿Qué tiene Tin Tan que después de varios años de muerto sigue cautivando a través de sus películas? La respuesta quizá esté en que se ha convertido, en términos de Jung, en parte del inconsciente colectivo. Es decir, el pueblo lo ha seguido por generaciones a través de los filmes proyectados hasta la saciedad por la televisión.

Tin Tan es inaprensible, inmenso, brevemente sagaz. Tin Tan es gozo, inspiración. Cantinflas, hay que reconocerlo, fue el genio de la comedia…

Tin Tan es, según Carlos Monsiváis, “el primer mexicano del siglo XXI”. Fue el pachuco, el habitante del norte que habló con gotitas de inglés para responder a una dialéctica que nunca entendieron ni Salvador Novo ni José Vasconcelos. (Sólo José Revueltas vio en él a un dotado para la comedia)

Cantinflas fue un fenómeno con “Allí está el detalle” que hizo que la gente materialmente lo colocara como ídolo. Tal vez el único contrincante en popularidad para este actor fue el admirado y llorado Pedro Infante.