/ domingo 13 de marzo de 2022

El desafío de la modernidad

El pasado histórico de nuestro país no fue pródigo en vías de acceso a la modernidad, a pesar de ello convertirnos en una sociedad moderna siempre ha sido una meta que hemos perseguido a lo largo de los años sin lograrlo.

Los presupuestos básicos sobre el que algunas sociedades evolucionaron hasta llegar a aproximarse al ideal de una sociedad moderna no están presentes en nuestro país, carecemos de una clase capitalista creadora o algo que medianamente se le parezca y en su lugar tenemos un capitalismo rentista, esto se hace evidente a partir del dato de que la mayoría de la actividad económica del país depende de la esfera política, no en tanto como un Estado promotor del desarrollo económico a través de una política económica, sino como un Estado benefactor de amigos.

De esta forma, el desarrollo económico dejó de ser un factor que permitiera la inserción de la sociedad de forma natural a la modernidad, por el contrario, introdujo taras en su desenvolvimiento que hacen que se mantenga como una sociedad atrasada.

Por otro lado, el desarrollo cultural del país se extravió de las corrientes históricas que conducían hacia la modernidad cuando en época de la Colonia fue nutrido de la contrarreforma, en tanto en Europa Lutero y Calvino encabezaban la rebelión contra la influencia del Vaticano, en la Nueva España llegaba una doctrina muerta que intentaba regresar la rueda del tiempo a momentos pretéritos que habían sido rebasados por nuevas formas de comunión que satisfacían la relación del hombre con lo sobrenatural, dotándolo además de una ética de trabajo en donde la salvación se lograba a través de ganar el favor de Dios gracias a la dedicación y el esfuerzo, lo que se avenía de forma natural a los objetivos del capitalismo sistema económico en ascenso paralelamente al movimiento de reforma.

Socialmente en nuestro país no han existido desplazamientos de una clase social por otra con visiones e interés diferentes, por el contrario, lo que ha pasado es la usurpación de unos por otros, pero siempre manteniendo los mismos valores, e interpretación del mundo, hubo cambio de nombres y rostros pero no un cambio de espíritu.

Desde entonces lo que ha acontecido es que en nuestro país se adoptó solo en el lenguaje la fraseología de la modernidad, mientras en la realidad persisten ideas y actitudes que hacen incompatible cualquier noción de modernidad con nuestra realidad.

Los procesos de modernización en las sociedades desarrolladas fueron posibles no solo por un febril maquinismo industrial o de un liberalismo comercial, sino que además existió un proceso de interiorización y reconocimiento de ciertas cualidades humanas que hacía de los hombres sujetos de iguales derechos y consideraciones sociales.

Lo anterior se explica a partir de que el liberalismo y el capitalismo, dos de los más grandes productos culturales de la modernidad, basaron su ética y práctica en la libre concurrencia, en donde al menos en teoría los individuos iguales coinciden en el deseo de comprar y vender libremente, esto es más que ansias de intercambio, es el reconocimiento de la igualdad entre los hombres.

De ahí que resultara insuficiente haber liberalizado la economía y privatizado los bienes para que nuestra sociedad adquiriera un carácter moderno, ya que dentro de la misma jamás se desarrolló un afecto orgánico por la igualdad entre los hombres como consecuencia de un desarrollo natural de la modernidad.

Para el éxito de la modernidad fue fundamental la cohesión social, ya que anterior a ella la humanidad vivía dividida en castas, estratos sociales rígidos entre siervos y señores feudales, lo que no permitió el desarrollo económico y científico que empezó a lograrse a partir del humanismo renacentista, esto es, desde el momento en que, aunque sea vagamente, la idea de una dignidad humana, cobró vida.

Sin embargo, mantenemos el anhelo de convertir a nuestro país en uno moderno.

Regeneración.

El pasado histórico de nuestro país no fue pródigo en vías de acceso a la modernidad, a pesar de ello convertirnos en una sociedad moderna siempre ha sido una meta que hemos perseguido a lo largo de los años sin lograrlo.

Los presupuestos básicos sobre el que algunas sociedades evolucionaron hasta llegar a aproximarse al ideal de una sociedad moderna no están presentes en nuestro país, carecemos de una clase capitalista creadora o algo que medianamente se le parezca y en su lugar tenemos un capitalismo rentista, esto se hace evidente a partir del dato de que la mayoría de la actividad económica del país depende de la esfera política, no en tanto como un Estado promotor del desarrollo económico a través de una política económica, sino como un Estado benefactor de amigos.

De esta forma, el desarrollo económico dejó de ser un factor que permitiera la inserción de la sociedad de forma natural a la modernidad, por el contrario, introdujo taras en su desenvolvimiento que hacen que se mantenga como una sociedad atrasada.

Por otro lado, el desarrollo cultural del país se extravió de las corrientes históricas que conducían hacia la modernidad cuando en época de la Colonia fue nutrido de la contrarreforma, en tanto en Europa Lutero y Calvino encabezaban la rebelión contra la influencia del Vaticano, en la Nueva España llegaba una doctrina muerta que intentaba regresar la rueda del tiempo a momentos pretéritos que habían sido rebasados por nuevas formas de comunión que satisfacían la relación del hombre con lo sobrenatural, dotándolo además de una ética de trabajo en donde la salvación se lograba a través de ganar el favor de Dios gracias a la dedicación y el esfuerzo, lo que se avenía de forma natural a los objetivos del capitalismo sistema económico en ascenso paralelamente al movimiento de reforma.

Socialmente en nuestro país no han existido desplazamientos de una clase social por otra con visiones e interés diferentes, por el contrario, lo que ha pasado es la usurpación de unos por otros, pero siempre manteniendo los mismos valores, e interpretación del mundo, hubo cambio de nombres y rostros pero no un cambio de espíritu.

Desde entonces lo que ha acontecido es que en nuestro país se adoptó solo en el lenguaje la fraseología de la modernidad, mientras en la realidad persisten ideas y actitudes que hacen incompatible cualquier noción de modernidad con nuestra realidad.

Los procesos de modernización en las sociedades desarrolladas fueron posibles no solo por un febril maquinismo industrial o de un liberalismo comercial, sino que además existió un proceso de interiorización y reconocimiento de ciertas cualidades humanas que hacía de los hombres sujetos de iguales derechos y consideraciones sociales.

Lo anterior se explica a partir de que el liberalismo y el capitalismo, dos de los más grandes productos culturales de la modernidad, basaron su ética y práctica en la libre concurrencia, en donde al menos en teoría los individuos iguales coinciden en el deseo de comprar y vender libremente, esto es más que ansias de intercambio, es el reconocimiento de la igualdad entre los hombres.

De ahí que resultara insuficiente haber liberalizado la economía y privatizado los bienes para que nuestra sociedad adquiriera un carácter moderno, ya que dentro de la misma jamás se desarrolló un afecto orgánico por la igualdad entre los hombres como consecuencia de un desarrollo natural de la modernidad.

Para el éxito de la modernidad fue fundamental la cohesión social, ya que anterior a ella la humanidad vivía dividida en castas, estratos sociales rígidos entre siervos y señores feudales, lo que no permitió el desarrollo económico y científico que empezó a lograrse a partir del humanismo renacentista, esto es, desde el momento en que, aunque sea vagamente, la idea de una dignidad humana, cobró vida.

Sin embargo, mantenemos el anhelo de convertir a nuestro país en uno moderno.

Regeneración.