/ lunes 19 de julio de 2021

El Espectador | El campo de exterminio La Bartolina

“La hipótesis es que este sitio lo operaba el Cártel del Golfo”, nos dice Carlos Manuel Juárez, el director editorial de Elefante Blanco, vía telefónica desde algún rincón del país. Hace unos días informó que cinco años después del descubrimiento, el Gobierno de México aceptó la existencia de un centro de exterminio de personas en la zona conocida como La Bartolina, en Tamaulipas, de donde han recolectado media tonelada de huesos calcinados. “Está muy cerca de Matamoros, es un territorio muy controlado por el grupo delincuencial desde hace décadas, es la hipótesis primera de las autoridades”.

La Bartolina es un terreno de 600 metros cuadrados, describe Carlos Manuel Juárez. “Es una carretera que va rumbo al mar, rumbo a la costa del Golfo de México, a la playa, playa Bagdad, que está en Matamoros, y ahí hay una zona antes de llegar al mar, digamos, con poblaciones pequeñas. La Bartolina es el ejido, digamos, que le da nombre al lugar para ubicarlo. Antes de entrar a una laguna que hay, que es el sitio principal, hay una especie de montículos, como unas dunas, en donde se concentran los tambos que han encontrado hasta ahora, que usaron para incinerar cuerpos. También encontraron garrafas con gasolina. Después está justamente, donde se acaba esta parte como de dunas, está un declive y ahí, a partir de ahí, se empiezan a encontrar los restos”.

La primera pregunta que se le vino a la cabeza a Carlos Manuel es cuántas personas representan media tonelada de huesos. Antropólogos físicos le comentan que es muy complicado tener un peso promedio de la osamenta del mexicano. Es casi imposible hablar de un número determinado.

“Todavía no se ha recorrido todo el sitio, esto es lo que se ve a simple vista desde la entrada. También hay una zona en la que se piensa que tenían personas secuestradas, también había otra parte donde había un campamento para adiestrar a otros hombres armados que integraban al grupo criminal y también estaba pues la zona de fosas, que también había fosas, inclusive las familias nos han contado que hay fosas en donde hay cuerpos enteros y otros en donde hay medios cuerpos. Hay otra parte en donde hay objetos, ropa, un punto importante es que han encontrado documentos en este lugar, un ejemplo de documentos son escrituras de bienes inmuebles, y por ahí están algunos datos que servirán para hablar de las fechas en que estuvo este sitio en operación”.

En la zona, se habla de que La Bartolina estuvo en operación entre 2008 y 2015, nos cuenta.

“Y está la parte más importante para las familias: enfrente, después de las dunas, está un declive, se baja y está una laguna, una especie de laguna del brazo del mar que entra y que allí, inclusive nos lo confirmó la misma titular de la Comisión Nacional de Búsqueda (Karla Quintana Osuna), ahí a una altura de 20 centímetros que está el agua se pueden ver los restos debajo del agua, es decir, que después de que se incineró y destruyeron los cuerpos, se intentó echarlos al agua para que no se vieran. Sin embargo, lo que nos comentan las familias es que se logran ver. Aún no han entrado a levantar en ese terreno porque se necesita que no esté lloviendo y que esté seco, porque lo complejo es que, las madres que se han especializado en este tema saben que se puede confundir en un terreno mojado un hueso con una piedra”.

“La hipótesis es que este sitio lo operaba el Cártel del Golfo”, nos dice Carlos Manuel Juárez, el director editorial de Elefante Blanco, vía telefónica desde algún rincón del país. Hace unos días informó que cinco años después del descubrimiento, el Gobierno de México aceptó la existencia de un centro de exterminio de personas en la zona conocida como La Bartolina, en Tamaulipas, de donde han recolectado media tonelada de huesos calcinados. “Está muy cerca de Matamoros, es un territorio muy controlado por el grupo delincuencial desde hace décadas, es la hipótesis primera de las autoridades”.

La Bartolina es un terreno de 600 metros cuadrados, describe Carlos Manuel Juárez. “Es una carretera que va rumbo al mar, rumbo a la costa del Golfo de México, a la playa, playa Bagdad, que está en Matamoros, y ahí hay una zona antes de llegar al mar, digamos, con poblaciones pequeñas. La Bartolina es el ejido, digamos, que le da nombre al lugar para ubicarlo. Antes de entrar a una laguna que hay, que es el sitio principal, hay una especie de montículos, como unas dunas, en donde se concentran los tambos que han encontrado hasta ahora, que usaron para incinerar cuerpos. También encontraron garrafas con gasolina. Después está justamente, donde se acaba esta parte como de dunas, está un declive y ahí, a partir de ahí, se empiezan a encontrar los restos”.

La primera pregunta que se le vino a la cabeza a Carlos Manuel es cuántas personas representan media tonelada de huesos. Antropólogos físicos le comentan que es muy complicado tener un peso promedio de la osamenta del mexicano. Es casi imposible hablar de un número determinado.

“Todavía no se ha recorrido todo el sitio, esto es lo que se ve a simple vista desde la entrada. También hay una zona en la que se piensa que tenían personas secuestradas, también había otra parte donde había un campamento para adiestrar a otros hombres armados que integraban al grupo criminal y también estaba pues la zona de fosas, que también había fosas, inclusive las familias nos han contado que hay fosas en donde hay cuerpos enteros y otros en donde hay medios cuerpos. Hay otra parte en donde hay objetos, ropa, un punto importante es que han encontrado documentos en este lugar, un ejemplo de documentos son escrituras de bienes inmuebles, y por ahí están algunos datos que servirán para hablar de las fechas en que estuvo este sitio en operación”.

En la zona, se habla de que La Bartolina estuvo en operación entre 2008 y 2015, nos cuenta.

“Y está la parte más importante para las familias: enfrente, después de las dunas, está un declive, se baja y está una laguna, una especie de laguna del brazo del mar que entra y que allí, inclusive nos lo confirmó la misma titular de la Comisión Nacional de Búsqueda (Karla Quintana Osuna), ahí a una altura de 20 centímetros que está el agua se pueden ver los restos debajo del agua, es decir, que después de que se incineró y destruyeron los cuerpos, se intentó echarlos al agua para que no se vieran. Sin embargo, lo que nos comentan las familias es que se logran ver. Aún no han entrado a levantar en ese terreno porque se necesita que no esté lloviendo y que esté seco, porque lo complejo es que, las madres que se han especializado en este tema saben que se puede confundir en un terreno mojado un hueso con una piedra”.