/ miércoles 14 de julio de 2021

El Espectador | Los dueños del mezcal

Abelino Cohetero Villegas y Juanito Martínez Santiago eran muy amigos, pero ya no. Ambos quieren el cargo de presidente del Consejo Mexicano Regulador de la Calidad del Mezcal, una posición muy anhelada en este país. Es el sueño de cualquier mezcalero, pero no necesariamente porque eso signifique llegar a un nivel de creación superior de la bebida de moda, convertirse en un maestro en su arte. Ellos son más terrenales y se pelean simplemente por la gran cantidad de dinero en efectivo que se mueve en ese puesto, tomando en cuenta que cobran 1.80 pesos por cada litro que les piden certificar, las grandes marcas y los pequeños productores.

Hipócrates Nolasco Cancino dejó la presidencia de ese organismo el pasado 31 de mayo y los conflictos comenzaron a escalar, pues Juanito y Abelino no quieren soltar la posición de poder que quedó acéfala, tras nueve años de relativa paz y del boom del exquisito líquido. Era un tema que no preocupaba ni al gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, pero que al final tuvo que asumir casi como propio en manifestaciones en la Ciudad de México porque se le salió de las manos. En un inicio no querían la denominación de origen para el Estado de México, Aguascalientes ni Morelos. Después nadó el gusano del fondo de la botella, o salió el peine, para que entiendan los abstemios.

Todo estaba listo para que en abril se hiciera la transición en el Consejo, Abelino tomaría las riendas y seguiría el negocio haciendo sonar la caja, pero Juanito se opuso y comenzó a lanzar demandas y amenazas. También llovieron las acusaciones del otro lado. Comenzaron las protestas, tomaron el aeropuerto, calles y amagan con generar caos. El problema involucra al menos a dos mil productores de Oaxaca, representa cientos de millones de pesos y toca los intereses de grandes marcas, como Casa Cuervo, de Juan Francisco Beckmann Vidal.

Hasta ahí todo se miraba desde Economía, de Tatiana Clouthier, como un conflicto de cuates que se podía resolver con un acuerdo entre las partes afectadas hablando, si es que querían mantener un negocio multimillonario vigente. Incluso, como un problema de Murat que no atendió a tiempo y que les vino a arrojar a la capital disfrazado de luchador social. Pero en las reuniones comenzaron a ver a algunos personajes que les hacen ruido y temen que las protestas en las calles escalen y lleguen a sonar las puertas del Palacio. En las negociaciones ya están presentes los enviados de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y lo que temen los mezcaleros sin ganas de hacer política es que ese grupo ya sea dueño del negocio que dejó Hipócrates.

Decidir si un mezcal tiene calidad o no, eso lo pueden decidir muchos. Ponerle un holograma, pegarle un sellito, eso lo tiene que autorizar Economía. La incógnita se mantiene. ¿Es con Juanito o con Abelino o con los amigos de Flavio Sosa?

La complejidad de este pleito entre dos personajes que eran amigos hasta que la ambición los separó puede tener repercusiones en uno de los pocos productos de exportación que siguen surgiendo de zonas marginadas del país. Incluso, esa industria que ya despegó puede aterrizar forzosamente de la mano de la APPO y darle un dolor de cabeza intenso, como esos de cruda con agua del diablo, a los habitantes del Palacio.

hiroshi@oem.com.mx

Abelino Cohetero Villegas y Juanito Martínez Santiago eran muy amigos, pero ya no. Ambos quieren el cargo de presidente del Consejo Mexicano Regulador de la Calidad del Mezcal, una posición muy anhelada en este país. Es el sueño de cualquier mezcalero, pero no necesariamente porque eso signifique llegar a un nivel de creación superior de la bebida de moda, convertirse en un maestro en su arte. Ellos son más terrenales y se pelean simplemente por la gran cantidad de dinero en efectivo que se mueve en ese puesto, tomando en cuenta que cobran 1.80 pesos por cada litro que les piden certificar, las grandes marcas y los pequeños productores.

Hipócrates Nolasco Cancino dejó la presidencia de ese organismo el pasado 31 de mayo y los conflictos comenzaron a escalar, pues Juanito y Abelino no quieren soltar la posición de poder que quedó acéfala, tras nueve años de relativa paz y del boom del exquisito líquido. Era un tema que no preocupaba ni al gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, pero que al final tuvo que asumir casi como propio en manifestaciones en la Ciudad de México porque se le salió de las manos. En un inicio no querían la denominación de origen para el Estado de México, Aguascalientes ni Morelos. Después nadó el gusano del fondo de la botella, o salió el peine, para que entiendan los abstemios.

Todo estaba listo para que en abril se hiciera la transición en el Consejo, Abelino tomaría las riendas y seguiría el negocio haciendo sonar la caja, pero Juanito se opuso y comenzó a lanzar demandas y amenazas. También llovieron las acusaciones del otro lado. Comenzaron las protestas, tomaron el aeropuerto, calles y amagan con generar caos. El problema involucra al menos a dos mil productores de Oaxaca, representa cientos de millones de pesos y toca los intereses de grandes marcas, como Casa Cuervo, de Juan Francisco Beckmann Vidal.

Hasta ahí todo se miraba desde Economía, de Tatiana Clouthier, como un conflicto de cuates que se podía resolver con un acuerdo entre las partes afectadas hablando, si es que querían mantener un negocio multimillonario vigente. Incluso, como un problema de Murat que no atendió a tiempo y que les vino a arrojar a la capital disfrazado de luchador social. Pero en las reuniones comenzaron a ver a algunos personajes que les hacen ruido y temen que las protestas en las calles escalen y lleguen a sonar las puertas del Palacio. En las negociaciones ya están presentes los enviados de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y lo que temen los mezcaleros sin ganas de hacer política es que ese grupo ya sea dueño del negocio que dejó Hipócrates.

Decidir si un mezcal tiene calidad o no, eso lo pueden decidir muchos. Ponerle un holograma, pegarle un sellito, eso lo tiene que autorizar Economía. La incógnita se mantiene. ¿Es con Juanito o con Abelino o con los amigos de Flavio Sosa?

La complejidad de este pleito entre dos personajes que eran amigos hasta que la ambición los separó puede tener repercusiones en uno de los pocos productos de exportación que siguen surgiendo de zonas marginadas del país. Incluso, esa industria que ya despegó puede aterrizar forzosamente de la mano de la APPO y darle un dolor de cabeza intenso, como esos de cruda con agua del diablo, a los habitantes del Palacio.

hiroshi@oem.com.mx