/ lunes 14 de octubre de 2019

El Guasón

Críptica, agobiante, noir y escatológica versión ¿spin off desmoralizante? sobre el archirrival de Batman, el Joker...

Donde un Joaquin Phoenix carga con el enorme peso histriónico del sociópata Arthur Fleck que es –literalmente– arrojado por la sociedad misma ochentera de Ciudad Gótica/ Nueva York para convertirse en un irredento criminal.

Con Joker/ 2019, Todd Phillips irrumpe sorpresivamente, después de una trayectoria mediana como director del triduo ¿Qué pasó ayer?, con un filme poderoso y poroso. Poderoso porque sostiene una aceptable ambigüedad sobre el destino e historia del Guasón llegando a ratos al lirismo (el baile en el baño y la secuencia final): poroso porque fuerza nódulos argumentales a los eslabones del cómic del Hombre Murciélago. Aunque esto último puede ser el plus sazonador de la mirada de autor de Phillips para elucubrar un personaje con cuatro síndromes: el de Angelman (risa incontrolable), el de Scorsese (por sus marcos referenciales a Taxi driver/ 1975 y El rey de la comedia/ 1983), el de Milos Forman (Atrapado sin salida/ 1975), y el de Terrence Malick (Mundos bajos/ 1973). Sin embargo, el Guasón es una entidad fílmica que satisface la narrativa del antihéroe insertado en un macrocosmos donde la responsabilidad de sus actos es directamente proporcional al olor pútrido de la sociedad. Es decir, monstruo engendra monstruo.

El Guasón es nihilismo puro. El imperio Wayne enajenante: el padre/ Thomas repelente a los pobres, Bruce/ hijo encarcelado en la tutela excluyente de la metrópoli; el sistema médico botín de recortes presupuestales; la madre de Arthur desdoblada en la realidad miserabilista de un pasado fracturado y falso; los compañeros payasos de Arthur corifeo de losers, el Tvpresentador DeNiro alter ego de un humillado Arthur que se subyuga a una evasión de su matriz-departamento a la hipermatriz- estudio de tv para dirimir su pobrediablura justificada con una tarjeta que advierte del Angelman.

El Guasón es la alegoría trumpiana pitorreada de los que ensalzan a los simpatizantes de causas supremacistas vía la secuencia cuando los payasos entronan al Guasón como su líder. Venecia lo entendió con su León de Oro a Mejor Película de 2019. La pelota queda ahora en terrenos de la Academia de Holly-wood.

El Guasón es el personaje fronterizo del cómic y del sub-mundo que ordinariamente arde en la oscuridad de los callejones, de los suburbios que no tienen más voz que la del silencio mortal y la exclusión.

El Guasón es un filme que le da inteligencia al cine llamado de súper o antihéroes y lo somete a un análisis donde la estética cinematográfica debe prevalecer sobre hermenéuticas fatalistas. Es, en última instancia, eso que Walter Benjamin planteó, que la realidad conduce a un realismo; en este caso al del cine donde música y acción (la soberbia secuencia del baile de la escalinata) son hermanas gemelas inseparables…

Críptica, agobiante, noir y escatológica versión ¿spin off desmoralizante? sobre el archirrival de Batman, el Joker...

Donde un Joaquin Phoenix carga con el enorme peso histriónico del sociópata Arthur Fleck que es –literalmente– arrojado por la sociedad misma ochentera de Ciudad Gótica/ Nueva York para convertirse en un irredento criminal.

Con Joker/ 2019, Todd Phillips irrumpe sorpresivamente, después de una trayectoria mediana como director del triduo ¿Qué pasó ayer?, con un filme poderoso y poroso. Poderoso porque sostiene una aceptable ambigüedad sobre el destino e historia del Guasón llegando a ratos al lirismo (el baile en el baño y la secuencia final): poroso porque fuerza nódulos argumentales a los eslabones del cómic del Hombre Murciélago. Aunque esto último puede ser el plus sazonador de la mirada de autor de Phillips para elucubrar un personaje con cuatro síndromes: el de Angelman (risa incontrolable), el de Scorsese (por sus marcos referenciales a Taxi driver/ 1975 y El rey de la comedia/ 1983), el de Milos Forman (Atrapado sin salida/ 1975), y el de Terrence Malick (Mundos bajos/ 1973). Sin embargo, el Guasón es una entidad fílmica que satisface la narrativa del antihéroe insertado en un macrocosmos donde la responsabilidad de sus actos es directamente proporcional al olor pútrido de la sociedad. Es decir, monstruo engendra monstruo.

El Guasón es nihilismo puro. El imperio Wayne enajenante: el padre/ Thomas repelente a los pobres, Bruce/ hijo encarcelado en la tutela excluyente de la metrópoli; el sistema médico botín de recortes presupuestales; la madre de Arthur desdoblada en la realidad miserabilista de un pasado fracturado y falso; los compañeros payasos de Arthur corifeo de losers, el Tvpresentador DeNiro alter ego de un humillado Arthur que se subyuga a una evasión de su matriz-departamento a la hipermatriz- estudio de tv para dirimir su pobrediablura justificada con una tarjeta que advierte del Angelman.

El Guasón es la alegoría trumpiana pitorreada de los que ensalzan a los simpatizantes de causas supremacistas vía la secuencia cuando los payasos entronan al Guasón como su líder. Venecia lo entendió con su León de Oro a Mejor Película de 2019. La pelota queda ahora en terrenos de la Academia de Holly-wood.

El Guasón es el personaje fronterizo del cómic y del sub-mundo que ordinariamente arde en la oscuridad de los callejones, de los suburbios que no tienen más voz que la del silencio mortal y la exclusión.

El Guasón es un filme que le da inteligencia al cine llamado de súper o antihéroes y lo somete a un análisis donde la estética cinematográfica debe prevalecer sobre hermenéuticas fatalistas. Es, en última instancia, eso que Walter Benjamin planteó, que la realidad conduce a un realismo; en este caso al del cine donde música y acción (la soberbia secuencia del baile de la escalinata) son hermanas gemelas inseparables…