/ lunes 15 de octubre de 2018

El hombre ha de ser esclavo de la acción si es que quiere vivir

Vale más hacer las cosas más insignificantes del mundo que estar media hora sin hacer nada

Don Quijote es un hombre de acción, aunque se equivoque siempre. Hamlet es todo lo contrario, pues ante una cuestión cualquiera la examina despacio para ver dónde está lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto y, el resultado es que no hace nada. Los hombres de acción no tienen vida interior y, por lo mismo, no son desgraciados. Nunca es el acontecimiento exterior contrario lo que hace desgraciados a los hombres, sino el alma en pena que se le mueve dentro, viajera por mares extraños de pensamientos solitarios. La acción es lo único que tiene algún valor. Soñar que jugamos futbol no es nada. Leer libros de futbol no es nada. Jugar al futbol, eso sí que es vida.

En mi primer año como jugador profesional, tenía tanto tiempo libre que me mataba el fastidio, entonces hablé con la directiva para que me ayudaran a conseguir empleo y, ahí me tienen trabajando para ellos mismos como cobrador. La cobranza me ayudó a conocer Monterrey, lo que me sirvió para conseguir trabajo como vendedor en una fábrica, con lo que mis ingresos se vieron mejorados. Esto me fijó la costumbre de estar siempre ocupado cuando no entrenaba o jugaba y así fue hasta que dejé el futbol de paga.

En el trabajo de las ventas el campo de acción es tan amplio, que el trabajador necesitado no necesita que su patrón le conceda horas extras. Así tuve muchas veces que trabajar desde las 8:00 de la mañana hasta las 12:00 de la noche. ¡Ah! Pero cuando de pronto, algún compañero me señalaba como flojo por no querer trabajar los domingos, si veía que merecían mi respuesta se las daba, si no, me daba igual que pensaran lo que quisieran. Contrario a las ideas esclavistas de Og Mandino, para mí, ningún trabajo que no me permita concederle un día a mi persona y a mi familia no vale la pena.

Las ventas son un ejercicio muy bueno tanto en lo físico como en lo psicológico. Caminar, caminar kilómetros y kilómetros tocando puertas de donde 95% de las respuestas son negativas, para que des las gracias, te despidas amablemente y retomes la banqueta en busca de la siguiente puerta. Claro que le da resistencia a tu organismo y fortaleza a tu voluntad para no rendirte. Alguna ocasión un conocido me dijo al verme apurado para llegar a los campos de la 21, en donde otros locos me esperaban para echar la cascarita: Qué envidia te tengo, quién fuera como tú que te sobra tiempo para ir a jugar... Pues sí, qué mala suerte la tuya.

Ayer, Parra, un buen compañero de trabajo, me decía, qué fastidio los domingos sin futbol... Él hablaba de ver futbol. Le hubiera querido decir que durante décadas jugué con mi equipo todos los sábados un partido de campeonato en el Siete y Medio... Los domingos por la mañana, un juego de cascarita en el Tec de Madero con mi Mutualidad de jugadores veteranos, misma que se repetía todos los miércoles por la tarde y cerraba la semana los jueves a las 20:00 horas con una cascarita nocturna con el grupo de mi inolvidable amigo Rodolfo “Popo” Atencio.

Todo esto como consecuencia de mi adicción a la práctica del futbol, que obviamente está estrechamente relacionada a otra adicción, la de la endorfina, droga sin la que estos domingos sin futbol me parecen eternos. Adicción que satisfacía corriendo diariamente en los espacios abiertos que me quedaran más cerca: la UAT, el Tec de Madero o la calle, hasta que debido a una lesión se me prohibió trotar. Lo suplí por caminatas diarias de treinta minutos que igual ya se me prohibieron. Sí, buen amigo Parrita, qué aburridos son los domingos sin futbol.

En nada encontraremos más movimiento que en nuestro cerebro. Todos los adictos no sienten placer por sus excesos, más bien sus adicciones se deben a que han perdido la capacidad de experimentar los placeres normales de la vida. Por eso se dice que todo adicto lo es porque se está fugando de algo y, porque solo en el exceso puede soportar la vida. Para todo tipo de adicto sus adicciones no son placeres sino sufrimientos que buscan para poder soportar una vida que en lo general ya no aguantan. En todas las cosas de la vida se encuentra placer si se saben saborear.

Son muchísimos los juegos que recuerdo en donde he logrado comunicar tan bien con mis compañeros, que son como obras de arte que disfruto mucho al recordarlas. El martes podremos también disfrutar del juego México Vs. Chile, esperando no volvernos a enchilar y preparándonos para la reanudación del Apertura 2018, que comienza a tomar sabor. Quién calificará, ya lo sabemos. La duda y la emoción están en quienes no calificarán.


Hasta pronto amigo.


Vale más hacer las cosas más insignificantes del mundo que estar media hora sin hacer nada

Don Quijote es un hombre de acción, aunque se equivoque siempre. Hamlet es todo lo contrario, pues ante una cuestión cualquiera la examina despacio para ver dónde está lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto y, el resultado es que no hace nada. Los hombres de acción no tienen vida interior y, por lo mismo, no son desgraciados. Nunca es el acontecimiento exterior contrario lo que hace desgraciados a los hombres, sino el alma en pena que se le mueve dentro, viajera por mares extraños de pensamientos solitarios. La acción es lo único que tiene algún valor. Soñar que jugamos futbol no es nada. Leer libros de futbol no es nada. Jugar al futbol, eso sí que es vida.

En mi primer año como jugador profesional, tenía tanto tiempo libre que me mataba el fastidio, entonces hablé con la directiva para que me ayudaran a conseguir empleo y, ahí me tienen trabajando para ellos mismos como cobrador. La cobranza me ayudó a conocer Monterrey, lo que me sirvió para conseguir trabajo como vendedor en una fábrica, con lo que mis ingresos se vieron mejorados. Esto me fijó la costumbre de estar siempre ocupado cuando no entrenaba o jugaba y así fue hasta que dejé el futbol de paga.

En el trabajo de las ventas el campo de acción es tan amplio, que el trabajador necesitado no necesita que su patrón le conceda horas extras. Así tuve muchas veces que trabajar desde las 8:00 de la mañana hasta las 12:00 de la noche. ¡Ah! Pero cuando de pronto, algún compañero me señalaba como flojo por no querer trabajar los domingos, si veía que merecían mi respuesta se las daba, si no, me daba igual que pensaran lo que quisieran. Contrario a las ideas esclavistas de Og Mandino, para mí, ningún trabajo que no me permita concederle un día a mi persona y a mi familia no vale la pena.

Las ventas son un ejercicio muy bueno tanto en lo físico como en lo psicológico. Caminar, caminar kilómetros y kilómetros tocando puertas de donde 95% de las respuestas son negativas, para que des las gracias, te despidas amablemente y retomes la banqueta en busca de la siguiente puerta. Claro que le da resistencia a tu organismo y fortaleza a tu voluntad para no rendirte. Alguna ocasión un conocido me dijo al verme apurado para llegar a los campos de la 21, en donde otros locos me esperaban para echar la cascarita: Qué envidia te tengo, quién fuera como tú que te sobra tiempo para ir a jugar... Pues sí, qué mala suerte la tuya.

Ayer, Parra, un buen compañero de trabajo, me decía, qué fastidio los domingos sin futbol... Él hablaba de ver futbol. Le hubiera querido decir que durante décadas jugué con mi equipo todos los sábados un partido de campeonato en el Siete y Medio... Los domingos por la mañana, un juego de cascarita en el Tec de Madero con mi Mutualidad de jugadores veteranos, misma que se repetía todos los miércoles por la tarde y cerraba la semana los jueves a las 20:00 horas con una cascarita nocturna con el grupo de mi inolvidable amigo Rodolfo “Popo” Atencio.

Todo esto como consecuencia de mi adicción a la práctica del futbol, que obviamente está estrechamente relacionada a otra adicción, la de la endorfina, droga sin la que estos domingos sin futbol me parecen eternos. Adicción que satisfacía corriendo diariamente en los espacios abiertos que me quedaran más cerca: la UAT, el Tec de Madero o la calle, hasta que debido a una lesión se me prohibió trotar. Lo suplí por caminatas diarias de treinta minutos que igual ya se me prohibieron. Sí, buen amigo Parrita, qué aburridos son los domingos sin futbol.

En nada encontraremos más movimiento que en nuestro cerebro. Todos los adictos no sienten placer por sus excesos, más bien sus adicciones se deben a que han perdido la capacidad de experimentar los placeres normales de la vida. Por eso se dice que todo adicto lo es porque se está fugando de algo y, porque solo en el exceso puede soportar la vida. Para todo tipo de adicto sus adicciones no son placeres sino sufrimientos que buscan para poder soportar una vida que en lo general ya no aguantan. En todas las cosas de la vida se encuentra placer si se saben saborear.

Son muchísimos los juegos que recuerdo en donde he logrado comunicar tan bien con mis compañeros, que son como obras de arte que disfruto mucho al recordarlas. El martes podremos también disfrutar del juego México Vs. Chile, esperando no volvernos a enchilar y preparándonos para la reanudación del Apertura 2018, que comienza a tomar sabor. Quién calificará, ya lo sabemos. La duda y la emoción están en quienes no calificarán.


Hasta pronto amigo.