/ domingo 12 de septiembre de 2021

El mundo no cambió

El ataque a las Torres Gemelas un 11 de septiembre, pero de hace veinte años cuando menos ha demostrado que por mucho que se hable y se piense sobre algo intentando sembrar una idea, si no está corroborada en los hechos termina por marchitarse. La prueba del ácido del tiempo es tan despiadada como inexorable.

Durante las últimas dos décadas los medios de comunicación al conmemorar el aniversario del atentando se refieren a él como el evento que cambió el mundo y uno se pregunta ¿Qué fue lo que cambió?

Ha no ser por el endurecimiento de las medidas de seguridad en los aviones y aeropuertos que es lo único que ha perdurado en el tiempo, el mundo hoy no es más seguro, ni se respira libertad, por el contrario, la existencia de los movimientos extremistas como los antivacunas y antiabortistas como los partidos ultraderechistas del tipo de Vox en España y AfD en Alemania representan las amenazas más vigentes a la humanidad, ni que decir del hecho de que en el veinte aniversario de los atentados en Nueva York, los talibanes a quienes se responsabilizó de los ataques hayan retornado al poder en Afganistán después de haber sido expulsados de él a consecuencia de la guerra desatada en ese país por los EE. UU., como represalia.

El mundo no ha cambiado desde el 11 de septiembre de 2001, solo ha dejado las secuelas obvias de un evento tan traumático como lo fue el ataque a las Torres Gemelas, reforzado por la reiteración dramática de los medios de comunicación, quedando únicamente cicatrices psicológicas y una fuerte dosis de paranoia social que ha alimentado la xenofobia y el conflicto de civilizaciones como gustaba llamarle el ala radical identificada como los halcones en Washington.

Pese a todo lo anterior, algunos medios insisten en conceptualizar los ataques a las Torres Gemelas como el parte aguas de toda la historia humana contemporánea, todo un exceso histriónico y una falta de rigor histórico.

El mundo no cambió solo por el hecho de que quienes vivieron en su suelo el evento se sientan el ombligo del mundo, no pudo cambiar tampoco porque los fundamentos en los que se enraizaba la narrativa de libertad eran falsos, el mundo no cambió porque el propósito de los atentados y la guerra que le siguió nunca tuvo como objetivo hacer de la tierra un lugar mejor a pesar de toda la demagogia que se vertió con las falsas disyuntivas artificialmente creadas entre tiranos y libertadores.

El mundo no cambió, solo se detuvo, y ha recobrado el cause que tenía hasta antes de los atentados el día que los talibanes entraron a Kabul y ejecutaron algunos por su intransigencia, retomando las cosas ahí donde exactamente las habían dejado hasta antes de ser expulsados por las tropas estadunidenses hace veinte años.

El mundo no podía cambiar porque desde hace siglos está atrapado entre fanatismos de distinto signo y el choque entre cosmovisiones totalmente cerradas que no permitían la coexistencia de lo diverso como lo fue el cristianismo-capitalista irredento de la era de George W. Bush y el fundamentalismo islámico talibán es lo que condujo al choque de civilizaciones como le llamó Samuel Huntington teórico derechista norteamericano, por lo que en realidad la humanidad jamás tuvo alternativas para la construcción de un mundo mejor a raíz de tal conflicto.

El mundo no cambió solo porque lo digan las pantallas y se repita ad nauseam en discursos y propaganda, en todo caso solo se profundizó la pérdida de derechos civiles y garantías constitucionales en aras de concentrar el poder desde la razón de Estado que ha cobrado vida propia y ha desnaturalizado su propósito primario de estar al servicio del ciudadano a otra donde solo se sirve de él, solo en esa medida podríamos conceder que el mundo ha cambiado aunque esta no sea la idea por la que quieran que creamos que el mundo ha cambiado.

Regeneración.

El ataque a las Torres Gemelas un 11 de septiembre, pero de hace veinte años cuando menos ha demostrado que por mucho que se hable y se piense sobre algo intentando sembrar una idea, si no está corroborada en los hechos termina por marchitarse. La prueba del ácido del tiempo es tan despiadada como inexorable.

Durante las últimas dos décadas los medios de comunicación al conmemorar el aniversario del atentando se refieren a él como el evento que cambió el mundo y uno se pregunta ¿Qué fue lo que cambió?

Ha no ser por el endurecimiento de las medidas de seguridad en los aviones y aeropuertos que es lo único que ha perdurado en el tiempo, el mundo hoy no es más seguro, ni se respira libertad, por el contrario, la existencia de los movimientos extremistas como los antivacunas y antiabortistas como los partidos ultraderechistas del tipo de Vox en España y AfD en Alemania representan las amenazas más vigentes a la humanidad, ni que decir del hecho de que en el veinte aniversario de los atentados en Nueva York, los talibanes a quienes se responsabilizó de los ataques hayan retornado al poder en Afganistán después de haber sido expulsados de él a consecuencia de la guerra desatada en ese país por los EE. UU., como represalia.

El mundo no ha cambiado desde el 11 de septiembre de 2001, solo ha dejado las secuelas obvias de un evento tan traumático como lo fue el ataque a las Torres Gemelas, reforzado por la reiteración dramática de los medios de comunicación, quedando únicamente cicatrices psicológicas y una fuerte dosis de paranoia social que ha alimentado la xenofobia y el conflicto de civilizaciones como gustaba llamarle el ala radical identificada como los halcones en Washington.

Pese a todo lo anterior, algunos medios insisten en conceptualizar los ataques a las Torres Gemelas como el parte aguas de toda la historia humana contemporánea, todo un exceso histriónico y una falta de rigor histórico.

El mundo no cambió solo por el hecho de que quienes vivieron en su suelo el evento se sientan el ombligo del mundo, no pudo cambiar tampoco porque los fundamentos en los que se enraizaba la narrativa de libertad eran falsos, el mundo no cambió porque el propósito de los atentados y la guerra que le siguió nunca tuvo como objetivo hacer de la tierra un lugar mejor a pesar de toda la demagogia que se vertió con las falsas disyuntivas artificialmente creadas entre tiranos y libertadores.

El mundo no cambió, solo se detuvo, y ha recobrado el cause que tenía hasta antes de los atentados el día que los talibanes entraron a Kabul y ejecutaron algunos por su intransigencia, retomando las cosas ahí donde exactamente las habían dejado hasta antes de ser expulsados por las tropas estadunidenses hace veinte años.

El mundo no podía cambiar porque desde hace siglos está atrapado entre fanatismos de distinto signo y el choque entre cosmovisiones totalmente cerradas que no permitían la coexistencia de lo diverso como lo fue el cristianismo-capitalista irredento de la era de George W. Bush y el fundamentalismo islámico talibán es lo que condujo al choque de civilizaciones como le llamó Samuel Huntington teórico derechista norteamericano, por lo que en realidad la humanidad jamás tuvo alternativas para la construcción de un mundo mejor a raíz de tal conflicto.

El mundo no cambió solo porque lo digan las pantallas y se repita ad nauseam en discursos y propaganda, en todo caso solo se profundizó la pérdida de derechos civiles y garantías constitucionales en aras de concentrar el poder desde la razón de Estado que ha cobrado vida propia y ha desnaturalizado su propósito primario de estar al servicio del ciudadano a otra donde solo se sirve de él, solo en esa medida podríamos conceder que el mundo ha cambiado aunque esta no sea la idea por la que quieran que creamos que el mundo ha cambiado.

Regeneración.