/ viernes 6 de septiembre de 2019

El pitorreo zombie

Para el 11 de octubre está fechado el estreno de Tierra de zombies 2 (Zombieland 2), con los mismos actores, sólo que ahora Emma Stone tiene un premio Oscar a cuestas.

El cine de zombies es un asunto de seriedad melodramática. Por más que puedan plantearse premisas científicas sesudas (como en Exterminio/ 2002, de Danny Boyle) la cosa está más que inamovible: el mundo se va a acabar por los comecadáveres.

La reelaboración es asunto de estilos, de fobias y querencias. Qué sería del cine subgénero de zombies inaugurado por George A. Romero, aunque lanzado al ruedo del celuloide por Ed Wood en esa joya del kitsch llamado Plan 9 del espacio exterior/ 1959 (cuando los extraterrestres lanzan, desde sus naves, rayos gamma sobre las glándulas pituitarias de los muertos, en el cementerio, y éstos reviven).

Si analizamos el hálito del zombie tendríamos que recurrir a lo dicho por Romero en alguna entrevista cuando dijo que de niño, él de ascendencia cubana, era ninguneado y apartado por sus compañeros gringos blancos.

El zombie es el excluido, de allí que desde La noche de los muertos vivientes/ 1968 hasta La tierra de los muertos/ 2005, Romero haya patentado una forma de hacer crítica y revisión de la sociedad injusta a la que pertenece.

En Tierra de zombies/ 2009, dirigida por Ruben Fleischer, la propuesta de Romero se transforma en una vacilada verdaderamente bizarra, delirante y guarra pero con una pepita de oro: el pitorreo ontológico.

La aparición del ya casi mítico Bill Murray emulando a un zombie que no es zombie, y la secuencia en el parque de diversiones harían la envidia del mejor Joe Dante, amén de los diálogos befos (sobre la apetencia de los pastelillos llamados twinkie, en México submarinos) dignos del más oblicuo Tarantino.

La historia de que Estados Unidos, y por ende el mundo (según ellos) ha sido semieliminado del mapa por los zombies, humanos caníbales que son insaciables y que sólo mueren con un disparo en la cabeza, es llevada por Fleischer por los senderos de la comedia simplona con efectivo resultado: la reelaboración del subgénero y una nueva crítica a la sociedad de consumo (y del espectáculo hollywoodense).

Woody Harrelson, Emma Stone, Jesse Eisenberg y la conocida Abigail Breslin, la protagonista de la exitosa La pequeña miss sunshine nos hace pasar un buen rato…

Para el 11 de octubre está fechado el estreno de Tierra de zombies 2 (Zombieland 2), con los mismos actores, sólo que ahora Emma Stone tiene un premio Oscar a cuestas.

El cine de zombies es un asunto de seriedad melodramática. Por más que puedan plantearse premisas científicas sesudas (como en Exterminio/ 2002, de Danny Boyle) la cosa está más que inamovible: el mundo se va a acabar por los comecadáveres.

La reelaboración es asunto de estilos, de fobias y querencias. Qué sería del cine subgénero de zombies inaugurado por George A. Romero, aunque lanzado al ruedo del celuloide por Ed Wood en esa joya del kitsch llamado Plan 9 del espacio exterior/ 1959 (cuando los extraterrestres lanzan, desde sus naves, rayos gamma sobre las glándulas pituitarias de los muertos, en el cementerio, y éstos reviven).

Si analizamos el hálito del zombie tendríamos que recurrir a lo dicho por Romero en alguna entrevista cuando dijo que de niño, él de ascendencia cubana, era ninguneado y apartado por sus compañeros gringos blancos.

El zombie es el excluido, de allí que desde La noche de los muertos vivientes/ 1968 hasta La tierra de los muertos/ 2005, Romero haya patentado una forma de hacer crítica y revisión de la sociedad injusta a la que pertenece.

En Tierra de zombies/ 2009, dirigida por Ruben Fleischer, la propuesta de Romero se transforma en una vacilada verdaderamente bizarra, delirante y guarra pero con una pepita de oro: el pitorreo ontológico.

La aparición del ya casi mítico Bill Murray emulando a un zombie que no es zombie, y la secuencia en el parque de diversiones harían la envidia del mejor Joe Dante, amén de los diálogos befos (sobre la apetencia de los pastelillos llamados twinkie, en México submarinos) dignos del más oblicuo Tarantino.

La historia de que Estados Unidos, y por ende el mundo (según ellos) ha sido semieliminado del mapa por los zombies, humanos caníbales que son insaciables y que sólo mueren con un disparo en la cabeza, es llevada por Fleischer por los senderos de la comedia simplona con efectivo resultado: la reelaboración del subgénero y una nueva crítica a la sociedad de consumo (y del espectáculo hollywoodense).

Woody Harrelson, Emma Stone, Jesse Eisenberg y la conocida Abigail Breslin, la protagonista de la exitosa La pequeña miss sunshine nos hace pasar un buen rato…