/ miércoles 5 de junio de 2019

El que teme padecer, padece ya lo que teme.

Nueva Zelanda renunció a la fácil Confederación de Oceanía, para irse a la más difícil de Asia.

La Copa de Oro inició como Copa de Concacaf desde 1963 hasta 1989 adoptando después el nombre de Copa de Oro, como es conocida hasta la actualidad. La Confederación de Futbol de Norte, Centro América y el Caribe CONCACAF, organiza esta competencia que se compone de 12 selecciones, siendo México la más ganadora con 10 Copas, y el futbolista norteamericano Landon Donovan el máximo goleador con 34 goles. El segundo mejor ganador de la Copa de Oro es Estados Unidos con 6 Copas ganadas, lo que nos da una idea del nivel de esta competencia, en la que nuestra selección no encuentra la oposición necesaria para elevar su nivel.

La Copa América es una competencia Suramericana conformada por 10 naciones y dos invitados, Japón y Qatar. El nivel de juego de esta competencia es muy superior al de Concacaf y, nuestra selección ya fue invitada a participar, consiguiéndose muy buenos resultados y beneficiándose mucho nuestro futbol. La pregunta es, ¿Por qué no continuamos en la Copa América? Pues porque Concacaf no lo permite, ya que la celebración de las dos competencias son más o menos en el mismo tiempo.

Sabemos bien que México, a diferencia de los demás componentes de Concacaf, con excepción de Estados Unidos de América, pueden fácilmente formar dos selecciones, una para competir en Copa de Oro y otra para Copa América, algo que Concacaf no aprueba, pues exige que México participe en Copa de Oro con su selección digamos “A”, lo que no sería conveniente para nosotros. Existen además otras dos competencias en Conmebol, para equipos de club, que son La Copa Libertadores y la Copa Sudamérica, en la que nuestros equipos ya han conseguido muy buenos resultados. El problema aquí es el mismo, Concacaf no acepta.

Por mucho tiempo Concacaf ha sido considerada una confederación pobre (futbolísticamente) disputándose esa condición con la Confederación de Oceanía, de donde, valientemente Nueva Zelanda se separó para afiliarse a la Confederación Asiática, en donde sabían bien se les dificultaría más calificar, dando como resultado un notable incremento en el nivel de juego en su futbol. ¿Qué ventaja tendríamos si renunciamos a Concacaf y nos vamos a Conmebol? Mucha, pues en la corta temporada que pudimos competir en Copa América, Copa Libertadores y Copa de Sudamérica, nuestro nivel de juego se multiplicó, incluso el Pachuca logró ganar la Sudamericana y, Tigres, Cruz azul y Guadalajara realizaron un papel importantísimo en la Libertadores.

El problema es que la calificación para ir al Campeonato Mundial se complicaría al cambiar a nuestros rivales de Concacaf, Canadá, Estados Unidos, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Panamá, Cuba, Jamaica, Haití, por Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela. Comodidad a la que no renunciarán jamás nuestros mediocres federativos, acostumbrados a facilitar las competencias de nuestro futbol, preferirán siempre la mediocridad, antes que subir a donde se encuentran los mejores. No perdamos de vista a Nueva Zelanda, ese fácil pichón que ha servido ya a los equipos americanos en apuros, con los mentados repechajes y, que ahora escogieron pertenecer a otra Federación en la que su futbol está subiendo.

La naturaleza imprimió en el código genético de todos los animales, el “instinto de conservación”. El instinto es un estímulo interior que determina a los animales a una acción dirigida a la conservación o a la reproducción. Por ello, todo animal trata de escapar y de prevenir todo peligro contra su vida, así como se esfuerza por obtener el alimento y el resguardo que le permita seguir viviendo.

Los seres humanos también fuimos dotados por la naturaleza de ese “instinto de conservación”, pero además, gozamos de la razón, como suprema facultad humana que nos permite discurrir y, tener conciencia del pasado, del presente y del futuro. Nuestra razón que pobremente utilizamos, es lo único que puede permitirnos conocer el valor y la importancia de las cosas y situaciones y con ello, poder elegir entre varias opciones la mejor y, en las situaciones más forzadas, elegir aquello que nos cause un mal menor.

Estamos por jugar dos partidos amistosos y ya estamos temiendo perderlos, cuando no tienen más importancia que la de experimentar y, más temor nos produce encarar la Copa de Oro, que reconociendo que siendo tan superior nuestro futbol, perdamos como ya ha sucedido otras veces. El temor es un estado de debilidad inerte durante el cual todo enemigo puede vencernos fácilmente.

Hasta pronto amigo.

Nueva Zelanda renunció a la fácil Confederación de Oceanía, para irse a la más difícil de Asia.

La Copa de Oro inició como Copa de Concacaf desde 1963 hasta 1989 adoptando después el nombre de Copa de Oro, como es conocida hasta la actualidad. La Confederación de Futbol de Norte, Centro América y el Caribe CONCACAF, organiza esta competencia que se compone de 12 selecciones, siendo México la más ganadora con 10 Copas, y el futbolista norteamericano Landon Donovan el máximo goleador con 34 goles. El segundo mejor ganador de la Copa de Oro es Estados Unidos con 6 Copas ganadas, lo que nos da una idea del nivel de esta competencia, en la que nuestra selección no encuentra la oposición necesaria para elevar su nivel.

La Copa América es una competencia Suramericana conformada por 10 naciones y dos invitados, Japón y Qatar. El nivel de juego de esta competencia es muy superior al de Concacaf y, nuestra selección ya fue invitada a participar, consiguiéndose muy buenos resultados y beneficiándose mucho nuestro futbol. La pregunta es, ¿Por qué no continuamos en la Copa América? Pues porque Concacaf no lo permite, ya que la celebración de las dos competencias son más o menos en el mismo tiempo.

Sabemos bien que México, a diferencia de los demás componentes de Concacaf, con excepción de Estados Unidos de América, pueden fácilmente formar dos selecciones, una para competir en Copa de Oro y otra para Copa América, algo que Concacaf no aprueba, pues exige que México participe en Copa de Oro con su selección digamos “A”, lo que no sería conveniente para nosotros. Existen además otras dos competencias en Conmebol, para equipos de club, que son La Copa Libertadores y la Copa Sudamérica, en la que nuestros equipos ya han conseguido muy buenos resultados. El problema aquí es el mismo, Concacaf no acepta.

Por mucho tiempo Concacaf ha sido considerada una confederación pobre (futbolísticamente) disputándose esa condición con la Confederación de Oceanía, de donde, valientemente Nueva Zelanda se separó para afiliarse a la Confederación Asiática, en donde sabían bien se les dificultaría más calificar, dando como resultado un notable incremento en el nivel de juego en su futbol. ¿Qué ventaja tendríamos si renunciamos a Concacaf y nos vamos a Conmebol? Mucha, pues en la corta temporada que pudimos competir en Copa América, Copa Libertadores y Copa de Sudamérica, nuestro nivel de juego se multiplicó, incluso el Pachuca logró ganar la Sudamericana y, Tigres, Cruz azul y Guadalajara realizaron un papel importantísimo en la Libertadores.

El problema es que la calificación para ir al Campeonato Mundial se complicaría al cambiar a nuestros rivales de Concacaf, Canadá, Estados Unidos, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Panamá, Cuba, Jamaica, Haití, por Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela. Comodidad a la que no renunciarán jamás nuestros mediocres federativos, acostumbrados a facilitar las competencias de nuestro futbol, preferirán siempre la mediocridad, antes que subir a donde se encuentran los mejores. No perdamos de vista a Nueva Zelanda, ese fácil pichón que ha servido ya a los equipos americanos en apuros, con los mentados repechajes y, que ahora escogieron pertenecer a otra Federación en la que su futbol está subiendo.

La naturaleza imprimió en el código genético de todos los animales, el “instinto de conservación”. El instinto es un estímulo interior que determina a los animales a una acción dirigida a la conservación o a la reproducción. Por ello, todo animal trata de escapar y de prevenir todo peligro contra su vida, así como se esfuerza por obtener el alimento y el resguardo que le permita seguir viviendo.

Los seres humanos también fuimos dotados por la naturaleza de ese “instinto de conservación”, pero además, gozamos de la razón, como suprema facultad humana que nos permite discurrir y, tener conciencia del pasado, del presente y del futuro. Nuestra razón que pobremente utilizamos, es lo único que puede permitirnos conocer el valor y la importancia de las cosas y situaciones y con ello, poder elegir entre varias opciones la mejor y, en las situaciones más forzadas, elegir aquello que nos cause un mal menor.

Estamos por jugar dos partidos amistosos y ya estamos temiendo perderlos, cuando no tienen más importancia que la de experimentar y, más temor nos produce encarar la Copa de Oro, que reconociendo que siendo tan superior nuestro futbol, perdamos como ya ha sucedido otras veces. El temor es un estado de debilidad inerte durante el cual todo enemigo puede vencernos fácilmente.

Hasta pronto amigo.