/ miércoles 21 de agosto de 2019

Con café y a media luz | El reto del ciclo

No piense que se me escapó una palabra por otra, gentil amigo lector. Por el contrario, el título de la entrega de este día que pongo a su amable dispensa, está construido con la total intención de hacer una reflexión en el marco del inicio del ciclo escolar 2019 – 2020.

Durante esta semana, los maestros de las diferentes escuelas primarias y secundarias del país están participando de manera activa en los consejos técnicos de educación, a fin de homologar los criterios de evaluación, establecer las estrategias debidas para garantizar el aprendizaje del nuevo conocimiento y las normas que se observarán en el interior de las aulas.

Por su parte, las autoridades de cada plantel ya se encargan de afinar los últimos detalles de distribución de los alumnos en sus grupos, la ubicación de los mismos en sus respectivos salones, la asignación de algún maestro nuevo y, sobre todo, la manera de fortalecer las relaciones existentes con los padres de familia para trabajar en conjunto en el bien de los niños.

Sin duda alguna, “los ojos de México” estarán puestos en este episodio de la educación, pues es el primero que, enteramente, le corresponde al gobierno de “la cuarta transformación” y se espera un cambio de fondo y de forma de manera palpable pues es, quizá, el ejercicio, cuyo principio y fin están bien definidos por los procesos de ingreso y egreso escolar, respectivamente.

Aquí no habrá mucho qué discutir si los niveles de aprovechamiento no resultan como se espera y, en contrasentido, demasiado qué aplaudir si vemos a niños mejor preparados con docentes que han asumido el compromiso de asistir a su centro de trabajo a cumplir con su labor, en lugar de manifestarse tomando instalaciones administrativas, bloqueando carreteras o mancillando monumentos.

Debemos recordar que parte de las estrategias en esta materia usada por el actual presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, fue lanzar una campaña sumamente agresiva en contra de las llamadas reformas sustantivas del peñismo, entre ellas, la educativa, cuyo eje principal radicaba en la implementación de un ejercicio evaluativo de las capacidades docentes de aquel individuo que se encontraba frente al grupo.

Hoy, dicho ejercicio quedó sepultado en “los libros de historia”.

Cabe hacer mención que, acompañado a esta derogación, vino una fuerte propaganda que destacaba la gratuidad de los servicios educativos en cualquier nivel y suprimía el cobro de cuotas exprofeso de toda índole, además de que garantizaba a la población en general un espacio en las escuelas del país.

La sumatoria de estos factores tiene un alto índice de riesgo pues cuando la población escolar sobrepase la capacidad de la infraestructura, el desgaste y deterioro de los recursos materiales crecerá de manera exponencial y, al no tener, el llamado “ingreso propio” no se podrán reponer los insumos para mantener en pie un plantel.

Además de que, a la postre, el profesor deberá ser capacitado y, aunque no se quiera, también evaluado para garantizar que está en condiciones de implementar técnicas docentes para impartir conocimiento a un número mucho mayor de pequeñitos. Y como dice el dicho que “el que mucho abarca, poco aprieta” la calidad educativa también corre el riesgo de ser un indicador inversamente proporcional al número de estudiantes que se agrupen por aula.

Yo sé que me contestará que el gobierno destinará una determinada cantidad para las escuelas de los diferentes niveles para su mantenimiento, lo malo es que las partidas presupuestadas son para cuestiones mínimas y es por eso que los centros educativos se ven obligados a solicitar el apoyo económico por parte de los padres de familia.

Solamente los maestros y directores o, quizá, aquellos padres de familia que hayan participado en la mesa directiva sabrán de lo que estoy hablando, pues han vivido tras “bambalinas” los vericuetos de sacar avante un ente tan complejo como lo es una escuela.

El verdadero reto de las escuelas es ese: Hacer más con menos. Tener mejores resultados, aunque algunos docentes no se evalúen. Garantizar más espacios por niños en los grupos, aunque la infraestructura sea la misma. No pensar en cobrar cuotas voluntarias, aunque no haya más responsable que el plantel de pagar la energía que consume, el agua para los baños, el internet que ocupa para mandar informes y más.

Allí está el reto del ciclo.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

No piense que se me escapó una palabra por otra, gentil amigo lector. Por el contrario, el título de la entrega de este día que pongo a su amable dispensa, está construido con la total intención de hacer una reflexión en el marco del inicio del ciclo escolar 2019 – 2020.

Durante esta semana, los maestros de las diferentes escuelas primarias y secundarias del país están participando de manera activa en los consejos técnicos de educación, a fin de homologar los criterios de evaluación, establecer las estrategias debidas para garantizar el aprendizaje del nuevo conocimiento y las normas que se observarán en el interior de las aulas.

Por su parte, las autoridades de cada plantel ya se encargan de afinar los últimos detalles de distribución de los alumnos en sus grupos, la ubicación de los mismos en sus respectivos salones, la asignación de algún maestro nuevo y, sobre todo, la manera de fortalecer las relaciones existentes con los padres de familia para trabajar en conjunto en el bien de los niños.

Sin duda alguna, “los ojos de México” estarán puestos en este episodio de la educación, pues es el primero que, enteramente, le corresponde al gobierno de “la cuarta transformación” y se espera un cambio de fondo y de forma de manera palpable pues es, quizá, el ejercicio, cuyo principio y fin están bien definidos por los procesos de ingreso y egreso escolar, respectivamente.

Aquí no habrá mucho qué discutir si los niveles de aprovechamiento no resultan como se espera y, en contrasentido, demasiado qué aplaudir si vemos a niños mejor preparados con docentes que han asumido el compromiso de asistir a su centro de trabajo a cumplir con su labor, en lugar de manifestarse tomando instalaciones administrativas, bloqueando carreteras o mancillando monumentos.

Debemos recordar que parte de las estrategias en esta materia usada por el actual presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, fue lanzar una campaña sumamente agresiva en contra de las llamadas reformas sustantivas del peñismo, entre ellas, la educativa, cuyo eje principal radicaba en la implementación de un ejercicio evaluativo de las capacidades docentes de aquel individuo que se encontraba frente al grupo.

Hoy, dicho ejercicio quedó sepultado en “los libros de historia”.

Cabe hacer mención que, acompañado a esta derogación, vino una fuerte propaganda que destacaba la gratuidad de los servicios educativos en cualquier nivel y suprimía el cobro de cuotas exprofeso de toda índole, además de que garantizaba a la población en general un espacio en las escuelas del país.

La sumatoria de estos factores tiene un alto índice de riesgo pues cuando la población escolar sobrepase la capacidad de la infraestructura, el desgaste y deterioro de los recursos materiales crecerá de manera exponencial y, al no tener, el llamado “ingreso propio” no se podrán reponer los insumos para mantener en pie un plantel.

Además de que, a la postre, el profesor deberá ser capacitado y, aunque no se quiera, también evaluado para garantizar que está en condiciones de implementar técnicas docentes para impartir conocimiento a un número mucho mayor de pequeñitos. Y como dice el dicho que “el que mucho abarca, poco aprieta” la calidad educativa también corre el riesgo de ser un indicador inversamente proporcional al número de estudiantes que se agrupen por aula.

Yo sé que me contestará que el gobierno destinará una determinada cantidad para las escuelas de los diferentes niveles para su mantenimiento, lo malo es que las partidas presupuestadas son para cuestiones mínimas y es por eso que los centros educativos se ven obligados a solicitar el apoyo económico por parte de los padres de familia.

Solamente los maestros y directores o, quizá, aquellos padres de familia que hayan participado en la mesa directiva sabrán de lo que estoy hablando, pues han vivido tras “bambalinas” los vericuetos de sacar avante un ente tan complejo como lo es una escuela.

El verdadero reto de las escuelas es ese: Hacer más con menos. Tener mejores resultados, aunque algunos docentes no se evalúen. Garantizar más espacios por niños en los grupos, aunque la infraestructura sea la misma. No pensar en cobrar cuotas voluntarias, aunque no haya más responsable que el plantel de pagar la energía que consume, el agua para los baños, el internet que ocupa para mandar informes y más.

Allí está el reto del ciclo.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!