/ viernes 27 de abril de 2018

El sello de la ira

El panorama nacional se ha llenado de colores en todos sus matices, pálidos unos, intensos otros, debido a la jornada electoral que terminará con la elección del

próximo presidente de la República...

Tanto que la gente ya no presta atención a los sucesos de criminalidad que se registran a diario a lo largo de la geografía mexicana, a pesar de lo dramático y cruel con que se registran.

Tampoco se comentan en la calle los insultantes actos de corrupción cometidos por la mayoría de los funcionarios públicos de nuestro país, ni la rampante pobreza que asuela a los indígenas y a las familias de las “favelas” mexicanas, igual pasa con la falta de empleos y los bajos salarios, no se discuten ya el pésimo servicio de las instituciones médicas sociales ni la falta de medicinas en sus instalaciones, como no se escucha nada sobre la frivolidad que priva en la política mexicana.

Dicen los estudiosos de los asuntos sociales del país, que el enfado y el hartazgo de la gente existe, persiste su enojo contra el gobierno y sus instituciones, pero se está guardando todo su rencor para el día 1 de julio.

De nada van a servir los famosos debates entre aspirantes a la silla presidencial, ni los trastupijes de los grupos poderosos dueños del dinero, tampoco valdrán caídas de sistemas ni mapachadas electorales en las urnas, porque contra cualquier razonamiento, lógico o no, en esta ocasión prevalecerán las ansias del desquite, de la revancha, de la “vendetta” del pueblo contra sus malos gobernantes.

Culpa el pueblo mexicano de su desgracia a la simbiosis partidista PRI-PAN, y señalan con índice de fuego a todos los funcionarios públicos surgidos de esas filas, -con escasas excepciones- a quienes acusan sin recato de corruptos e ineptos.

Tanto es el fastidio mexicano, que muchos opinan que si en el lado contrario de esos partidos contendiera Juanito, ese sería el triunfador de la contienda, porque la gente “ya no buscará quien se la hizo, sino quien se la pague”.

Aunque, dicho sea de paso, en las elecciones locales las cosas no funcionarán igual en todos los casos, porque ahí la gente conoce de cerca a los candidatos y hasta conviven con éllos, y a nivel nacional se trata solo de figuras lejanas a quienes se les conoce “nadamás de oídas”.

Alcaldes, diputados y senadores serán una mezcla de todos los partidos, la gente elegirá a los más idóneos o a los más estimados, castigarán a los malos ediles y premiarán a quien lo haya hecho bien.

Si, estas elecciones serán sin duda alguna las más extraordinarias en la historia de la democracia del México moderno, pero seguro que llevarán el sello de la ira popular, convirtiéndolas en un escaparate del repudio general contra el corrupto sistema político mexicano.

P.D.- Cuando la ira popular se desborda, la democracia puede ser el mejor catalizador para encauzarla hacia el bienestar de un país.

correo: armando_juarezbecerra@hotmail.com

El panorama nacional se ha llenado de colores en todos sus matices, pálidos unos, intensos otros, debido a la jornada electoral que terminará con la elección del

próximo presidente de la República...

Tanto que la gente ya no presta atención a los sucesos de criminalidad que se registran a diario a lo largo de la geografía mexicana, a pesar de lo dramático y cruel con que se registran.

Tampoco se comentan en la calle los insultantes actos de corrupción cometidos por la mayoría de los funcionarios públicos de nuestro país, ni la rampante pobreza que asuela a los indígenas y a las familias de las “favelas” mexicanas, igual pasa con la falta de empleos y los bajos salarios, no se discuten ya el pésimo servicio de las instituciones médicas sociales ni la falta de medicinas en sus instalaciones, como no se escucha nada sobre la frivolidad que priva en la política mexicana.

Dicen los estudiosos de los asuntos sociales del país, que el enfado y el hartazgo de la gente existe, persiste su enojo contra el gobierno y sus instituciones, pero se está guardando todo su rencor para el día 1 de julio.

De nada van a servir los famosos debates entre aspirantes a la silla presidencial, ni los trastupijes de los grupos poderosos dueños del dinero, tampoco valdrán caídas de sistemas ni mapachadas electorales en las urnas, porque contra cualquier razonamiento, lógico o no, en esta ocasión prevalecerán las ansias del desquite, de la revancha, de la “vendetta” del pueblo contra sus malos gobernantes.

Culpa el pueblo mexicano de su desgracia a la simbiosis partidista PRI-PAN, y señalan con índice de fuego a todos los funcionarios públicos surgidos de esas filas, -con escasas excepciones- a quienes acusan sin recato de corruptos e ineptos.

Tanto es el fastidio mexicano, que muchos opinan que si en el lado contrario de esos partidos contendiera Juanito, ese sería el triunfador de la contienda, porque la gente “ya no buscará quien se la hizo, sino quien se la pague”.

Aunque, dicho sea de paso, en las elecciones locales las cosas no funcionarán igual en todos los casos, porque ahí la gente conoce de cerca a los candidatos y hasta conviven con éllos, y a nivel nacional se trata solo de figuras lejanas a quienes se les conoce “nadamás de oídas”.

Alcaldes, diputados y senadores serán una mezcla de todos los partidos, la gente elegirá a los más idóneos o a los más estimados, castigarán a los malos ediles y premiarán a quien lo haya hecho bien.

Si, estas elecciones serán sin duda alguna las más extraordinarias en la historia de la democracia del México moderno, pero seguro que llevarán el sello de la ira popular, convirtiéndolas en un escaparate del repudio general contra el corrupto sistema político mexicano.

P.D.- Cuando la ira popular se desborda, la democracia puede ser el mejor catalizador para encauzarla hacia el bienestar de un país.

correo: armando_juarezbecerra@hotmail.com