Estamos a unos cuantos días de iniciar la Sexagésima Sexta Legislatura en las Cámaras de Diputados y Senadores del Congreso de la Unión y con ellas el arranque institucional del segundo piso de la Cuarta Transformación en el Poder Legislativo, cuya agenda prioritaria ha sido proyectada para la modernidad y la prosperidad de las 32 entidades federativas y de todas las personas, particularmente de las más vulnerables.
Detonar el crecimiento económico y el bienestar exige un andamiaje legal sólido y un entramado institucional fuerte, porque el contexto internacional y la realidad nacional así lo exigen.
Las decisiones trascendentales para nuestro país tendrán dos elementos irrevocables: legalidad y legitimidad, en consecuencia, habrá de privilegiarse una y otra vez el pacto fundamental que involucre tanto a las diferentes regiones del país, como a los distintos sectores productivos y sociales, así como a la sociedad civil organizada. Un pacto que reconciliará, que incluirá, que hará justicia y que terminará por desmantelar los últimos bastiones neoliberales que todavía persisten.
Estamos ante un verdadero parteaguas de la vida nacional, cuyos significados debemos comprender en toda su dimensión para continuar con la revolución de las conciencias a fin de consolidar las muchas conquistas sociales alcanzadas en las tres grandes gestas que antecedieron, y desde luego, defender la Soberanía para poner fin al saqueo, opresión y entreguismo rapaz que durante 36 años zanjó la brecha de la desigualdad haciéndola más ancha y profunda cada día.
Será una tarea ardua, el desafío es inmenso, pero, vale la pena afrontarlo para hacer realidad los anhelos de millones de familias mexicanas. Comenzaremos una nueva etapa con condiciones favorables, pues en tan solo seis años logramos colocar a México en una posición estratégica a escala mundial, tenemos finanzas públicas sanas y el bienestar llegó a quienes habían sido olvidados.
El segundo piso será liderado por primera vez en la historia por una mujer, quien ha sabido conquistar el corazón y la confianza de la inmensa mayoría de las mexicanas y mexicanos, obteniendo también una votación histórica. Una mujer que seguirá haciendo historia y escribirá una propia.
Llegó el tiempo de las mujeres y las niñas, el tiempo de ese 50 por ciento de la población que no ha había sido incorporado de lleno al desarrollo y había sido invisibilizado en los ámbitos público y privado. Llegó el tiempo de nuestros derechos, de más y mejores oportunidades, pero, sobre todo, de las posibilidades reales para acceder a éstas.
El reto será guardar equilibrio entre los grandes proyectos de desarrollo y el impulso a los sectores a pequeña escala, respetando su vocación productiva; mantener la balanza equilibrada para atender las necesidades y demandas de los pueblos indígenas y afromexicanos sin vulnerar su autonomía; sostener el liderazgo en las áreas estratégicas del Estado sin excluir a los capitales privados; conseguir salarios más altos y condiciones laborales más dignas para la clase trabajadora con el consenso del sector patronal; y lograr que la modernidad y el avance científico y tecnológico esté presente en los servicios públicos, primordialmente en el de salud.
Estoy plenamente convencida que también es tiempo para las maestras y maestros de México, porque la educación será un eje primordial para las nuevas Legislaturas y el Gobierno Federal, en donde tal y como se ha comprometido la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, hará suyas las causas del magisterio. Un sector que por primera vez se encuentra amplia y legítimamente representado en las dos Cámaras del Congreso de la Unión, y con particular fuerza en el Senado de la República por el Mtro. Alfonso Cepeda Salas, lo cual garantiza que la verdadera reforma educativa de 2019 alcance sus objetivos en esta nueva etapa.
¡Ya viene la construcción del segundo piso de la Cuarta Transformación! La ruta está marcada y no tiene regreso, afortunadamente la transitaremos juntas y juntos, porque en unidad será más fácil avanzar, quitar las piedras, emparejar y pavimentar el camino, y si fuera necesario, abrir atajos para llegar a tiempo y estar siempre a la altura de nuestra historia, tal y como lo consignó nuestra próxima presidenta de la República.
Blanca Araceli Narro Panameño
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