/ viernes 18 de enero de 2019

El último legado de Alain Resnais

Amar, beber y cantar/ Francia- 2014 fue el último filme del legendario Alain Resnais/ 1922- 2014...

Miembro de la Nueva Ola francesa, autor de dos garbanzos de a libra: Hiroshima, mi amor/ 1959 y El año pasado en Marienbad/ 1961. Y su aliento narrativo en Amar, beber y cantar/ Francia- 2014 es igual de poderoso y elegante que pareciera que la “difícil sencillez” del elucubrado guión, basado en la pieza teatral de Alan Ayckbourn, no contuviera el bagaje estilístico de un cineasta de 91 años al momento de la realización.

Amar, beber y cantar es una película redonda, bien intencionada y orquestada con burilada mirada estética que lo dispar es efectivo acierto (la acción está situada en la ciudad de York, Inglaterra, en la campiña, pero hablada en francés y con actores galos).

La inminente muerte por cáncer de George Riley (quien nunca aparece en pantalla), desata en un grupo de amigos una preocupación proporcional a la relación que tuvo con el enfermo. El matrimonio formado por Kathryn/Sabine Azéma y Colin/Hippolite Girardot dispersa la noticia en el otro par de parejas amigas de George: Tamara/ Caroline Silhol y Jack/ Michel Vullermoz, y Mónica/Sandrine Kiberlain y Simeon/ André Dussollier.

Con esta ensalada de personajes, Resnais urde un sorprendente relato nítido ocultando muy bien el zurcido teatral mediante transiciones en las secuencias con travelling de carreteras rurales y fachadas de las casas con dibujos (al estilo de un cómic), lo que permite dilucidar un filme consciente de su fuente genésico con la carga fílmica del gran Resnais: encuadres pulcros, acercando la cámara para enfatizar la densidad del personaje.

Si bien los fondos están adornados con atrezzo (utilería) en cortinajes color pastel, y siempre en escenarios que la mayoría de las veces representan los jardines de las casas, el fardo histriónico no es näif como los decorados. Hay tanto melodrama como sentido del humor destila del hecho que el “muerto” Riley le inyecte vida a los rutinarios matrimonios de los seis personajes.

Antítesis de Pirandello/Seis personajes en busca de autor, la cinta de Resnais ausculta en la presencia de Riley el pasado individual de cada quien: Kathryn, antiguo amor de Riley, verá la ocasión de irse con él a un viaje a Tenerife; Mónica, su aún exmujer, pondrá en la balanza su afecto por Simeón (un hombre bastante mayor de edad que ella); Jack, amigo de la infancia de Riley, cuestionará su propia vida ante Tamara su mujer y ésta, también con la invitación del próximo difunto para ir a Tenerife, confrontará su existencia al lado de Jack, quien no se ha distanciado de su hija Tilly, próxima a cumplir los 16 años.

Los tiempos muertos, que es tiempo habitado, como le señala en un parlamento Tamara a Jack, son empleados por Resnais con mano maestra para hacer discurrir su narración por los territorios de la galanura cinematográfica, tal y como lo hizo Roul Ruiz en Misterios de Lisboa/ 2010…

Amar, beber y cantar/ Francia- 2014 fue el último filme del legendario Alain Resnais/ 1922- 2014...

Miembro de la Nueva Ola francesa, autor de dos garbanzos de a libra: Hiroshima, mi amor/ 1959 y El año pasado en Marienbad/ 1961. Y su aliento narrativo en Amar, beber y cantar/ Francia- 2014 es igual de poderoso y elegante que pareciera que la “difícil sencillez” del elucubrado guión, basado en la pieza teatral de Alan Ayckbourn, no contuviera el bagaje estilístico de un cineasta de 91 años al momento de la realización.

Amar, beber y cantar es una película redonda, bien intencionada y orquestada con burilada mirada estética que lo dispar es efectivo acierto (la acción está situada en la ciudad de York, Inglaterra, en la campiña, pero hablada en francés y con actores galos).

La inminente muerte por cáncer de George Riley (quien nunca aparece en pantalla), desata en un grupo de amigos una preocupación proporcional a la relación que tuvo con el enfermo. El matrimonio formado por Kathryn/Sabine Azéma y Colin/Hippolite Girardot dispersa la noticia en el otro par de parejas amigas de George: Tamara/ Caroline Silhol y Jack/ Michel Vullermoz, y Mónica/Sandrine Kiberlain y Simeon/ André Dussollier.

Con esta ensalada de personajes, Resnais urde un sorprendente relato nítido ocultando muy bien el zurcido teatral mediante transiciones en las secuencias con travelling de carreteras rurales y fachadas de las casas con dibujos (al estilo de un cómic), lo que permite dilucidar un filme consciente de su fuente genésico con la carga fílmica del gran Resnais: encuadres pulcros, acercando la cámara para enfatizar la densidad del personaje.

Si bien los fondos están adornados con atrezzo (utilería) en cortinajes color pastel, y siempre en escenarios que la mayoría de las veces representan los jardines de las casas, el fardo histriónico no es näif como los decorados. Hay tanto melodrama como sentido del humor destila del hecho que el “muerto” Riley le inyecte vida a los rutinarios matrimonios de los seis personajes.

Antítesis de Pirandello/Seis personajes en busca de autor, la cinta de Resnais ausculta en la presencia de Riley el pasado individual de cada quien: Kathryn, antiguo amor de Riley, verá la ocasión de irse con él a un viaje a Tenerife; Mónica, su aún exmujer, pondrá en la balanza su afecto por Simeón (un hombre bastante mayor de edad que ella); Jack, amigo de la infancia de Riley, cuestionará su propia vida ante Tamara su mujer y ésta, también con la invitación del próximo difunto para ir a Tenerife, confrontará su existencia al lado de Jack, quien no se ha distanciado de su hija Tilly, próxima a cumplir los 16 años.

Los tiempos muertos, que es tiempo habitado, como le señala en un parlamento Tamara a Jack, son empleados por Resnais con mano maestra para hacer discurrir su narración por los territorios de la galanura cinematográfica, tal y como lo hizo Roul Ruiz en Misterios de Lisboa/ 2010…