/ domingo 14 de febrero de 2021

El universo de Maxwell | Amor científico

Poco se ha analizado sobre la vida personal de los grandes científicos, ya que, obviamente, lo que importa es el legado que nos dejaron. Sin embargo, al enterarnos de su vida privada comprobamos que eran como cualquier persona que se enamora, se desenamora, padece celos y sufre con problemas sentimentales. En esta ocasión comentaremos sobre algunos amores de los hombres de ciencia.

Como primer personaje podemos citar a Nikola Tesla, los cronistas de la época señalan que era bien parecido y tenía una personalidad magnética. Su secretaria de muchos años lo describía como un hombre que, aún en su vejez, imponía respeto con su sola presencia. Reservado, pero con buena conversación, inteligente, culto y siempre bien vestido. A pesar de ser asediado por mujeres guapas, de buena familia y con una considerable dote en caso de matrimonio, nunca mostró interés en ninguna de ellas, más allá de la amistad.

Respecto a uno de los más grandes físicos, Isaac Newton, nunca se le conoció romance con alguna mujer, incluso, algunos historiadores sugieren una homosexualidad reprimida. Por otro lado, el genio Leonardo da Vinci poseía una gran inteligencia y belleza, pero no se tiene registro de que haya tenido relación con el sexo opuesto.

LOS SEDUCTORES

Pasando al otro extremo, hablemos de Wernher Von Braun, el científico alemán, pieza clave en la conquista del espacio por los Estados Unidos, fue un hombre muy atractivo que siempre tuvo mucho éxito con las mujeres. Desde su época de estudiante era conocido por tener varias novias a la vez y, ya como científico, tuvo varias aventuras. Poco después de su llegada a América, le envió una carta a su prima Maria von Quistorp, en la que le propuso matrimonio.

Albert Einstein se casó con Mileva Maric, su compañera de la universidad. La pareja tuvo una hija antes de casarse, que al parecer fue dada en adopción o falleció. Con la fama, Einstein tenía poco tiempo para su familia, por lo que se separaron y terminaron divorciándose (no se cuentan buenas historias respecto del trato que Einstein daba a su primera esposa). Posteriormente, contrajo nupcias con su prima Elsa, divorciada y con dos hijas, con quien ya sostenía una relación desde años antes.

EN BUSCA DEL AMOR

John A. Fleming, uno de los padres de la electrónica, se casó dos veces. Su primera esposa, Clara Ripley, fue su compañera durante cuarenta años. Después de la muerte de Clara, contrajo nupcias nuevamente, a la edad de 84 años, con la cantante Olive May Franks –cincuenta años más joven–, con quien vivió feliz el resto de sus días (once años más).

Lee De Forest, padre de los amplificadores electrónicos, tuvo tres matrimonios fallidos. Al parecer, encontró la felicidad en su cuarto matrimonio con la actriz de Hollywood, Marie Mosquini –veintiséis años menor que él–, con quien compartió su vida por más de tres décadas, hasta su muerte.

Jonas Salk –inventor de la vacuna contra la poliomielitis– contrajo matrimonio con Donna Lindsay. El padre de la novia se oponía a la relación, debido a que Salk era de una posición social más baja y, entre sus condiciones, exigió que la boda se celebrara hasta que el nombre del novio pudiera aparecer en las invitaciones como “Dr. Jonas Salk”.

Años después se divorciaron y Salk se casó nuevamente con la pintora Francoise Gilot. Ella había sido una de las musas de Pablo Picasso y, de acuerdo a sus palabras, la única mujer que se atrevió a dejar al genio (a Picasso le gustaba que sus amantes fueran devotas y sometidas, y varias de ellas se suicidaron o enloquecieron). El matrimonio duró hasta la muerte del científico.

Stephen Hawking se casó con Jane Wilde; la pareja tuvo tres hijos y fue feliz a pesar del deterioro en su salud, pero con el paso del tiempo la situación terminó por afectar su matrimonio. Años después se mudó a vivir con su enfermera, Elaine Mason, con quien contrajo nupcias nuevamente. Jane hizo lo mismo con un músico de la iglesia, Jonathan Jones –quien la ayudó durante un tiempo en el cuidado de Hawking–.

De acuerdo a sus propias palabras, su matrimonio con Elaine fue apasionado y tormentoso, pero el hecho de que fuera enfermera le salvó varias veces la vida. Las crisis en su salud terminaron por afectar nuevamente su relación y se divorciaron. En los últimos años Stephen Hawking vivía sólo con un ama de llaves.

ESCÁNDALO

Después de enviudar, Marie Curie inició una aventura amorosa con Paul Langevin, antiguo alumno de su esposo, que estaba casado y tenía cuatro hijos. Aunque su matrimonio estaba en muy mal estado y prácticamente vivía separado de su esposa, cuando salió a la luz la noticia ocasionó un rechazo general hacia Marie.

El escándalo llegó hasta Suecia, e incluso varios científicos le pidieron que no asistiera a la entrega del Premio Nobel, pero otros –entre ellos Albert Einstein– le dijeron que debía ir. Marie viajó para recibir su segundo Nobel y la ceremonia transcurrió sin incidentes. Aunque su relación con Langevin terminó, con el tiempo dos de sus respectivos nietos llegaron a casarse.

AMOR ETERNO

Luigi Galvani se casó con Lucía Galeazzi –hija de uno de sus profesores– y formaron un matrimonio muy unido, que duró varias décadas. Incluso, ella se volvió su asistente en la mayoría de sus experimentos hasta que muere, sin haber tenido hijos. Su fallecimiento, aunado a su expulsión de la universidad en que laboraba debido a que no reconoció al gobierno impuesto por Napoleón, llevó a Galvani a una profunda depresión que contribuyó a su muerte.

Philo T. Farnsworth, uno de los padres de la televisión, se casó con Emma (apodada “Pem”). Ella fue una persona muy importante en el desarrollo de sus inventos, ya que además de que ayudaba en su fabricación, dibujaba los diagramas de los equipos. Farnsworth solía decir que la primera televisión la desarrollaron entre los dos. Además, el rostro de Pem fue el primero que se transmitió por este medio.

Antoine Lavoisier, padre de la química, se casó con Marie Anne Pierrette Paulze. Él contaba con 28 años, mientras que ella tenía solo trece. Lo hizo a petición de su futuro suegro, ya que un pretendiente –su jefe– le había propuesto matrimonio a Marie Anne y amenazaba con despedirlo si se negaba sin una razón válida.

Marie Anne era una joven guapa, inteligente y educada; formó un matrimonio muy feliz con Lavoisier. Gracias a la dote que recibió por su matrimonio, Lavoisier pudo instalar su laboratorio donde llevaría a cabo todas sus investigaciones. Marie Anne hablaba inglés, por lo que tradujo obras sobre química de ese idioma al francés (incluso, realizaba una crítica a las mismas y señalaba sus errores). Además, llevaba los registros de los experimentos y los complementaba con ilustraciones.

Aunque después del fallecimiento de Lavoisier en la guillotina, Marie Anne estuvo casada durante un breve tiempo, siempre mantuvo el apellido de su primer esposo y rescató sus trabajos para poder presentarlos a la comunidad científica.

El gran divulgador científico Carl Sagan encontró a su pareja ideal en Ann Druyan, con quien compartió su pasión por la ciencia. Se conocieron en una cena en Nueva York. Sin embargo, él estaba casado y ella comprometida. Empezaron a trabajar juntos y, varios años después, en una ocasión en que ella le llamó para tratar un tema relacionado con la música que llevarían las sondas Voyager, Sagan le propuso matrimonio.

Carl Sagan le dedicó su libro Cosmos, con una hermosa frase que resume la unión de la ciencia y el amor: “En la enormidad del espacio y en la inmensidad del tiempo mi alegría es compartir un planeta y una época con Annie”.

Al final, todos buscamos eso, una persona con quien compartir el breve tiempo que pasamos en este pequeño pedazo del universo.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

Poco se ha analizado sobre la vida personal de los grandes científicos, ya que, obviamente, lo que importa es el legado que nos dejaron. Sin embargo, al enterarnos de su vida privada comprobamos que eran como cualquier persona que se enamora, se desenamora, padece celos y sufre con problemas sentimentales. En esta ocasión comentaremos sobre algunos amores de los hombres de ciencia.

Como primer personaje podemos citar a Nikola Tesla, los cronistas de la época señalan que era bien parecido y tenía una personalidad magnética. Su secretaria de muchos años lo describía como un hombre que, aún en su vejez, imponía respeto con su sola presencia. Reservado, pero con buena conversación, inteligente, culto y siempre bien vestido. A pesar de ser asediado por mujeres guapas, de buena familia y con una considerable dote en caso de matrimonio, nunca mostró interés en ninguna de ellas, más allá de la amistad.

Respecto a uno de los más grandes físicos, Isaac Newton, nunca se le conoció romance con alguna mujer, incluso, algunos historiadores sugieren una homosexualidad reprimida. Por otro lado, el genio Leonardo da Vinci poseía una gran inteligencia y belleza, pero no se tiene registro de que haya tenido relación con el sexo opuesto.

LOS SEDUCTORES

Pasando al otro extremo, hablemos de Wernher Von Braun, el científico alemán, pieza clave en la conquista del espacio por los Estados Unidos, fue un hombre muy atractivo que siempre tuvo mucho éxito con las mujeres. Desde su época de estudiante era conocido por tener varias novias a la vez y, ya como científico, tuvo varias aventuras. Poco después de su llegada a América, le envió una carta a su prima Maria von Quistorp, en la que le propuso matrimonio.

Albert Einstein se casó con Mileva Maric, su compañera de la universidad. La pareja tuvo una hija antes de casarse, que al parecer fue dada en adopción o falleció. Con la fama, Einstein tenía poco tiempo para su familia, por lo que se separaron y terminaron divorciándose (no se cuentan buenas historias respecto del trato que Einstein daba a su primera esposa). Posteriormente, contrajo nupcias con su prima Elsa, divorciada y con dos hijas, con quien ya sostenía una relación desde años antes.

EN BUSCA DEL AMOR

John A. Fleming, uno de los padres de la electrónica, se casó dos veces. Su primera esposa, Clara Ripley, fue su compañera durante cuarenta años. Después de la muerte de Clara, contrajo nupcias nuevamente, a la edad de 84 años, con la cantante Olive May Franks –cincuenta años más joven–, con quien vivió feliz el resto de sus días (once años más).

Lee De Forest, padre de los amplificadores electrónicos, tuvo tres matrimonios fallidos. Al parecer, encontró la felicidad en su cuarto matrimonio con la actriz de Hollywood, Marie Mosquini –veintiséis años menor que él–, con quien compartió su vida por más de tres décadas, hasta su muerte.

Jonas Salk –inventor de la vacuna contra la poliomielitis– contrajo matrimonio con Donna Lindsay. El padre de la novia se oponía a la relación, debido a que Salk era de una posición social más baja y, entre sus condiciones, exigió que la boda se celebrara hasta que el nombre del novio pudiera aparecer en las invitaciones como “Dr. Jonas Salk”.

Años después se divorciaron y Salk se casó nuevamente con la pintora Francoise Gilot. Ella había sido una de las musas de Pablo Picasso y, de acuerdo a sus palabras, la única mujer que se atrevió a dejar al genio (a Picasso le gustaba que sus amantes fueran devotas y sometidas, y varias de ellas se suicidaron o enloquecieron). El matrimonio duró hasta la muerte del científico.

Stephen Hawking se casó con Jane Wilde; la pareja tuvo tres hijos y fue feliz a pesar del deterioro en su salud, pero con el paso del tiempo la situación terminó por afectar su matrimonio. Años después se mudó a vivir con su enfermera, Elaine Mason, con quien contrajo nupcias nuevamente. Jane hizo lo mismo con un músico de la iglesia, Jonathan Jones –quien la ayudó durante un tiempo en el cuidado de Hawking–.

De acuerdo a sus propias palabras, su matrimonio con Elaine fue apasionado y tormentoso, pero el hecho de que fuera enfermera le salvó varias veces la vida. Las crisis en su salud terminaron por afectar nuevamente su relación y se divorciaron. En los últimos años Stephen Hawking vivía sólo con un ama de llaves.

ESCÁNDALO

Después de enviudar, Marie Curie inició una aventura amorosa con Paul Langevin, antiguo alumno de su esposo, que estaba casado y tenía cuatro hijos. Aunque su matrimonio estaba en muy mal estado y prácticamente vivía separado de su esposa, cuando salió a la luz la noticia ocasionó un rechazo general hacia Marie.

El escándalo llegó hasta Suecia, e incluso varios científicos le pidieron que no asistiera a la entrega del Premio Nobel, pero otros –entre ellos Albert Einstein– le dijeron que debía ir. Marie viajó para recibir su segundo Nobel y la ceremonia transcurrió sin incidentes. Aunque su relación con Langevin terminó, con el tiempo dos de sus respectivos nietos llegaron a casarse.

AMOR ETERNO

Luigi Galvani se casó con Lucía Galeazzi –hija de uno de sus profesores– y formaron un matrimonio muy unido, que duró varias décadas. Incluso, ella se volvió su asistente en la mayoría de sus experimentos hasta que muere, sin haber tenido hijos. Su fallecimiento, aunado a su expulsión de la universidad en que laboraba debido a que no reconoció al gobierno impuesto por Napoleón, llevó a Galvani a una profunda depresión que contribuyó a su muerte.

Philo T. Farnsworth, uno de los padres de la televisión, se casó con Emma (apodada “Pem”). Ella fue una persona muy importante en el desarrollo de sus inventos, ya que además de que ayudaba en su fabricación, dibujaba los diagramas de los equipos. Farnsworth solía decir que la primera televisión la desarrollaron entre los dos. Además, el rostro de Pem fue el primero que se transmitió por este medio.

Antoine Lavoisier, padre de la química, se casó con Marie Anne Pierrette Paulze. Él contaba con 28 años, mientras que ella tenía solo trece. Lo hizo a petición de su futuro suegro, ya que un pretendiente –su jefe– le había propuesto matrimonio a Marie Anne y amenazaba con despedirlo si se negaba sin una razón válida.

Marie Anne era una joven guapa, inteligente y educada; formó un matrimonio muy feliz con Lavoisier. Gracias a la dote que recibió por su matrimonio, Lavoisier pudo instalar su laboratorio donde llevaría a cabo todas sus investigaciones. Marie Anne hablaba inglés, por lo que tradujo obras sobre química de ese idioma al francés (incluso, realizaba una crítica a las mismas y señalaba sus errores). Además, llevaba los registros de los experimentos y los complementaba con ilustraciones.

Aunque después del fallecimiento de Lavoisier en la guillotina, Marie Anne estuvo casada durante un breve tiempo, siempre mantuvo el apellido de su primer esposo y rescató sus trabajos para poder presentarlos a la comunidad científica.

El gran divulgador científico Carl Sagan encontró a su pareja ideal en Ann Druyan, con quien compartió su pasión por la ciencia. Se conocieron en una cena en Nueva York. Sin embargo, él estaba casado y ella comprometida. Empezaron a trabajar juntos y, varios años después, en una ocasión en que ella le llamó para tratar un tema relacionado con la música que llevarían las sondas Voyager, Sagan le propuso matrimonio.

Carl Sagan le dedicó su libro Cosmos, con una hermosa frase que resume la unión de la ciencia y el amor: “En la enormidad del espacio y en la inmensidad del tiempo mi alegría es compartir un planeta y una época con Annie”.

Al final, todos buscamos eso, una persona con quien compartir el breve tiempo que pasamos en este pequeño pedazo del universo.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com