/ domingo 14 de marzo de 2021

El universo de Maxwell | Breve historia del casete

Hace unos días falleció Lou Ottens, el ingeniero neerlandés que inventó el casete compacto (conocido simplemente como “caset” en México). En esta ocasión comentaremos sobre la historia de este objeto –los mayores lo recordarán con nostalgia– que permitió la reproducción de la música de forma portátil y marcó a las generaciones de las décadas de los ochenta y noventa.

Al aproximarse la Segunda Guerra Mundial, los alemanes lideraban la investigación en el campo de las cintas magnéticas, en particular las empresas AEG, con el desarrollo del magnetófono (grabador y reproductor de cintas), y BASF, con la invención de la cinta magnética, en 1935.

Durante la guerra, conscientes de la superioridad alemana, el Ejército de los Estados Unidos asignó al técnico militar John T. Mullin la misión de robar un magnetófono alemán con el fin de analizarlo y construir un equipo superior. El general Dwight D. Eisenhower grabó un mensaje al pueblo alemán en el magnetófono capturado, pero no borraron la información original, por lo que su voz se escuchaba con la de Hitler como fondo. A raíz de esto, Eisenhower le encargó al sargento mayor John Herbert Orr la misión de capturar científicos alemanes y sus equipos para utilizarlos en los Estados Unidos.

Al término de la guerra, el sargento Orr, junto con Alexander Poniatoff establecieron la compañía Ampex, la cual fue líder durante décadas en la fabricación de cintas magnéticas (aprovechando las patentes alemanas que quedaron en poder de los Estados Unidos). Otras compañías que desarrollaron cintas de este tipo fueron BASF, Philips y Sony.

LOS HOLANDESES

A finales de los años cincuenta existían sistemas de reproducción de cintas magnéticas de carretes, pero las principales compañías buscaban desarrollar un equipo más pequeño y portátil. La compañía holandesa Philips le encargó a un equipo de investigación, liderado por Lou Ottens, el desarrollo de un dispositivo más pequeño para grabar y reproducir voz. Ottens, quien nació en 1926 en Bellingwolde, Países Bajos, estudió ingeniería mecánica en la Universidad Tecnológica de Delft y trabajó toda su vida profesional en Philips.

El 30 de agosto de 1963, en el Berlín Radio Show, Philips presentó al mundo su invento llamado “Compact Cassette” –después conocido simplemente como cassette, o casete, en español–. Este dispositivo utiliza una cinta magnética de 1/8 de pulgada, y avanza a una velocidad de 1 7/8 pulgadas por segundo. Fue pensado originalmente para grabar voz, por lo que no presentaba una gran fidelidad. Aunque posteriormente, con la aparición de las cintas de dióxido de cromo y las metálicas, en lugar de las originales de dióxido de hierro, se mejoró la calidad del audio, no podía igualar a la que presentaban los discos LP.

Los problemas principales que presentaban eran de tipo mecánico; seguramente los lectores mayores recuerdan cómo se enredaba en ocasiones la cinta, o cómo se tenía que rebobinar con ayuda de un lápiz. El casete se volvió muy popular en todo el mundo, en especial en países en desarrollo o que vivían bajo dictaduras, ya que permitía copiar y distribuir fácilmente la música que estaba prohibida. Además, permitió grabar conversaciones de políticos y personalidades.

Un punto importante que permitió la introducción del casete en muchos países fue que Philips –en acuerdo con Sony– abrió las licencias de forma gratuita, con lo que creó un estándar, y otras compañías pudieron fabricarlos. Alcanzó su auge en los años ochenta, y a finales de los noventa ya había sido desplazado por el CD. En diciembre de 2008 se produjeron los últimos casetes.

PRINCIPIO DE OPERACIÓN

La cinta magnética consiste en una tira de plástico cubierta con un material magnetizable, generalmente óxido de hierro. La cabeza de grabación consta de una pequeña bobina (alambre enrollado en un núcleo), la cual convierte la información sonora que viene en forma de corriente eléctrica en campos electromagnéticos. Estos campos magnetizan el óxido en la cinta de acuerdo a la señal recibida. Por lo tanto, la música queda almacenada en la cinta magnetizada.

Para la reproducción el proceso se lleva a cabo en sentido inverso: La cinta se hace pasar por la cabeza de reproducción y, de acuerdo a las leyes del electromagnetismo, todo campo magnético (en este caso el contenido en la cinta) al pasar por un alambre induce corriente eléctrica. Por lo tanto, la cabeza recogerá una señal eléctrica acorde a lo que está grabado en la cinta. Esta señal se conecta al amplificador de audio y posteriormente a la bocina, para poder disfrutar de nuestra música favorita.

Para borrarla, sólo es necesario pasar un campo magnético intenso sobre la cinta. Este principio fue la base de las cintas de 8 tracks, los casetes compactos, las cintas de video Betamax y VHS, así como de los discos duros de las computadoras y los disquetes (floppy disk) de 5 ¼ y 3 ½ pulgadas. Aunque han sido reemplazados por los CD o las memorias USB, representaron el medio de almacenamiento de información, música y video durante décadas.

LOS JAPONESES

Masaru Ibuka, cofundador de Sony, quien solía viajar mucho por cuestiones de negocios, se quejaba de que tenía que cargar un pesado y voluminoso reproductor de casetes para poder escuchar su música favorita. Le encargó a Norio Ohga que desarrollara un equipo compacto y portátil para poder llevarlo a donde fuera. El resultado mostrado al director general, Akio Morita, fue el “Walkman”. Ibuka le dijo: “Prueba esto, ¿no crees que un reproductor estereofónico de casetes que puedes escuchar mientras caminas es una buena idea?”.

El primer modelo del Walkman, el TPS-L2, fue presentado el 1 de julio de 1979. Era un equipo portátil, reproductor de casetes, sin bocinas, sólo unos conectores para audífonos y funcionaba con dos baterías tipo AA. Fue un éxito desde su inicio, aunque Sony había previsto vender cinco mil unidades en el primer mes, para el segundo mes ya se habían vendido cincuenta mil equipos.

El Walkman no fue el primer equipo electrónico portátil, pero sus características de reproducción de casetes, autonomía con baterías, poco peso, y su uso con audífonos lo volvieron extremadamente popular, un ícono de los años ochenta. Permitió que cada persona pudiera llevar a todas partes las colecciones musicales de su gusto. Se volvió un acompañante de todas las personas que salían a caminar o trotar (a finales de los ochenta y principios de los noventa, la cantidad de personas que salían a hacer ejercicio en los Estados Unidos se incrementó un treinta por ciento).

En 1986 la palabra “walkman” fue agregada al diccionario Oxford de inglés. Sony continuó desarrollando mejoras al equipo original, aunque a finales de los años noventa ya había sido desplazado por los reproductores de discos compactos (discman) y otros equipos digitales. El último modelo de Walkman salió al mercado en el 2002.

CONCLUSIÓN

El casete, aunque ahora se le considere como una reliquia, en su momento representó toda una revolución, ya que permitió que cualquier persona grabara la música que quisiera e hiciera sus propias colecciones de uno o varios artistas. Su inventor, Lou Ottens, falleció el 6 de marzo de 2021. Dejemos aquí el reconocimiento para él y recordemos con nostalgia la época ochentera.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

Hace unos días falleció Lou Ottens, el ingeniero neerlandés que inventó el casete compacto (conocido simplemente como “caset” en México). En esta ocasión comentaremos sobre la historia de este objeto –los mayores lo recordarán con nostalgia– que permitió la reproducción de la música de forma portátil y marcó a las generaciones de las décadas de los ochenta y noventa.

Al aproximarse la Segunda Guerra Mundial, los alemanes lideraban la investigación en el campo de las cintas magnéticas, en particular las empresas AEG, con el desarrollo del magnetófono (grabador y reproductor de cintas), y BASF, con la invención de la cinta magnética, en 1935.

Durante la guerra, conscientes de la superioridad alemana, el Ejército de los Estados Unidos asignó al técnico militar John T. Mullin la misión de robar un magnetófono alemán con el fin de analizarlo y construir un equipo superior. El general Dwight D. Eisenhower grabó un mensaje al pueblo alemán en el magnetófono capturado, pero no borraron la información original, por lo que su voz se escuchaba con la de Hitler como fondo. A raíz de esto, Eisenhower le encargó al sargento mayor John Herbert Orr la misión de capturar científicos alemanes y sus equipos para utilizarlos en los Estados Unidos.

Al término de la guerra, el sargento Orr, junto con Alexander Poniatoff establecieron la compañía Ampex, la cual fue líder durante décadas en la fabricación de cintas magnéticas (aprovechando las patentes alemanas que quedaron en poder de los Estados Unidos). Otras compañías que desarrollaron cintas de este tipo fueron BASF, Philips y Sony.

LOS HOLANDESES

A finales de los años cincuenta existían sistemas de reproducción de cintas magnéticas de carretes, pero las principales compañías buscaban desarrollar un equipo más pequeño y portátil. La compañía holandesa Philips le encargó a un equipo de investigación, liderado por Lou Ottens, el desarrollo de un dispositivo más pequeño para grabar y reproducir voz. Ottens, quien nació en 1926 en Bellingwolde, Países Bajos, estudió ingeniería mecánica en la Universidad Tecnológica de Delft y trabajó toda su vida profesional en Philips.

El 30 de agosto de 1963, en el Berlín Radio Show, Philips presentó al mundo su invento llamado “Compact Cassette” –después conocido simplemente como cassette, o casete, en español–. Este dispositivo utiliza una cinta magnética de 1/8 de pulgada, y avanza a una velocidad de 1 7/8 pulgadas por segundo. Fue pensado originalmente para grabar voz, por lo que no presentaba una gran fidelidad. Aunque posteriormente, con la aparición de las cintas de dióxido de cromo y las metálicas, en lugar de las originales de dióxido de hierro, se mejoró la calidad del audio, no podía igualar a la que presentaban los discos LP.

Los problemas principales que presentaban eran de tipo mecánico; seguramente los lectores mayores recuerdan cómo se enredaba en ocasiones la cinta, o cómo se tenía que rebobinar con ayuda de un lápiz. El casete se volvió muy popular en todo el mundo, en especial en países en desarrollo o que vivían bajo dictaduras, ya que permitía copiar y distribuir fácilmente la música que estaba prohibida. Además, permitió grabar conversaciones de políticos y personalidades.

Un punto importante que permitió la introducción del casete en muchos países fue que Philips –en acuerdo con Sony– abrió las licencias de forma gratuita, con lo que creó un estándar, y otras compañías pudieron fabricarlos. Alcanzó su auge en los años ochenta, y a finales de los noventa ya había sido desplazado por el CD. En diciembre de 2008 se produjeron los últimos casetes.

PRINCIPIO DE OPERACIÓN

La cinta magnética consiste en una tira de plástico cubierta con un material magnetizable, generalmente óxido de hierro. La cabeza de grabación consta de una pequeña bobina (alambre enrollado en un núcleo), la cual convierte la información sonora que viene en forma de corriente eléctrica en campos electromagnéticos. Estos campos magnetizan el óxido en la cinta de acuerdo a la señal recibida. Por lo tanto, la música queda almacenada en la cinta magnetizada.

Para la reproducción el proceso se lleva a cabo en sentido inverso: La cinta se hace pasar por la cabeza de reproducción y, de acuerdo a las leyes del electromagnetismo, todo campo magnético (en este caso el contenido en la cinta) al pasar por un alambre induce corriente eléctrica. Por lo tanto, la cabeza recogerá una señal eléctrica acorde a lo que está grabado en la cinta. Esta señal se conecta al amplificador de audio y posteriormente a la bocina, para poder disfrutar de nuestra música favorita.

Para borrarla, sólo es necesario pasar un campo magnético intenso sobre la cinta. Este principio fue la base de las cintas de 8 tracks, los casetes compactos, las cintas de video Betamax y VHS, así como de los discos duros de las computadoras y los disquetes (floppy disk) de 5 ¼ y 3 ½ pulgadas. Aunque han sido reemplazados por los CD o las memorias USB, representaron el medio de almacenamiento de información, música y video durante décadas.

LOS JAPONESES

Masaru Ibuka, cofundador de Sony, quien solía viajar mucho por cuestiones de negocios, se quejaba de que tenía que cargar un pesado y voluminoso reproductor de casetes para poder escuchar su música favorita. Le encargó a Norio Ohga que desarrollara un equipo compacto y portátil para poder llevarlo a donde fuera. El resultado mostrado al director general, Akio Morita, fue el “Walkman”. Ibuka le dijo: “Prueba esto, ¿no crees que un reproductor estereofónico de casetes que puedes escuchar mientras caminas es una buena idea?”.

El primer modelo del Walkman, el TPS-L2, fue presentado el 1 de julio de 1979. Era un equipo portátil, reproductor de casetes, sin bocinas, sólo unos conectores para audífonos y funcionaba con dos baterías tipo AA. Fue un éxito desde su inicio, aunque Sony había previsto vender cinco mil unidades en el primer mes, para el segundo mes ya se habían vendido cincuenta mil equipos.

El Walkman no fue el primer equipo electrónico portátil, pero sus características de reproducción de casetes, autonomía con baterías, poco peso, y su uso con audífonos lo volvieron extremadamente popular, un ícono de los años ochenta. Permitió que cada persona pudiera llevar a todas partes las colecciones musicales de su gusto. Se volvió un acompañante de todas las personas que salían a caminar o trotar (a finales de los ochenta y principios de los noventa, la cantidad de personas que salían a hacer ejercicio en los Estados Unidos se incrementó un treinta por ciento).

En 1986 la palabra “walkman” fue agregada al diccionario Oxford de inglés. Sony continuó desarrollando mejoras al equipo original, aunque a finales de los años noventa ya había sido desplazado por los reproductores de discos compactos (discman) y otros equipos digitales. El último modelo de Walkman salió al mercado en el 2002.

CONCLUSIÓN

El casete, aunque ahora se le considere como una reliquia, en su momento representó toda una revolución, ya que permitió que cualquier persona grabara la música que quisiera e hiciera sus propias colecciones de uno o varios artistas. Su inventor, Lou Ottens, falleció el 6 de marzo de 2021. Dejemos aquí el reconocimiento para él y recordemos con nostalgia la época ochentera.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com