/ domingo 4 de julio de 2021

El universo de Maxwell | Breve historia del teléfono

Alexander Graham Bell nació el 3 de marzo de 1847 en Edimburgo, Escocia. Hijo de un profesor especializado en la corrección de problemas de lenguaje y en personas sordas, quien era muy reconocido en el Reino Unido. Su madre también era una persona educada, y por lo tanto recibe educación en su casa, además de que asiste a la escuela e incluso toma varios cursos en la Universidad de Edimburgo.

Aunque no destaca en sus estudios, gracias a la influencia de su padre y su abuelo se interesa en la ciencia y la tecnología. Su primer invento lo lleva a cabo en 1859, a la edad de 12 años, mientras pasaba unas vacaciones en la finca de un amigo, cuyo padre tenía molinos de viento.

En cierta ocasión el señor, al verlos jugar, les cuestiona por qué no se ponen a hacer algo útil, a lo que Bell le pide que les diga qué pueden hacer. Entonces, el padre de su amigo les muestra el proceso para quitar la cáscara al trigo y lo tedioso que resulta, por lo que cualquier mejora al proceso sería bien recibida. Bell se pone a trabajar en el diseño de un equipo y logra crear un descortezador de trigo, el cual se utilizó durante décadas.

Posteriormente, Bell obtiene un puesto como profesor de sordos –al igual que su padre y su abuelo– y se dedica a investigar las técnicas para que las personas con esta discapacidad puedan hablar y no solo se comuniquen mediante señas. Desgraciadamente, ocurre una tragedia en su familia, ya que sus dos hermanos, Edward Charles y Melville James, mueren de tuberculosis en 1867 y 1870, respectivamente.

Bell también enfermó de tuberculosis, por lo que, debido al temor de perder al único hijo que le sobrevive, su padre decide mudar a su familia, del Reino Unido a Canadá, en busca de un mejor clima. Llegan a este país en 1870 y se establecen en la provincia de Ontario, donde pronto consigue empleo, y continúa su labor en favor de las personas sordas en la ciudad de Boston, Massachusetts, en los Estados Unidos.

EL INVENTO

En esa época –segunda mitad del siglo XIX– el principal medio de comunicación era el telégrafo, dominado por la compañía Western Union. Se enviaban millones de mensajes anualmente, así que los ingenieros de esta empresa se daban a la tarea de desarrollar una forma de enviar varios telegramas de forma simultánea en la misma línea. Bell se dedica a solucionar este problema, e inventa un telégrafo capaz de funcionar a distintas frecuencias, por lo que podía transmitir varios mensajes al mismo tiempo, el cual es adquirido por esa compañía.

Sin embargo –influenciado por su trabajo en la corrección de problemas del lenguaje, así como en la comunicación de los sordos–, Bell se interesa en el desarrollo de un aparato que pueda transmitir la voz, a través del cable, utilizando la energía eléctrica.

Cuando obtiene sus primeros resultados experimentales, acude con Joseph Henry –el principal científico norteamericano de esa época– y le pregunta si debe mostrar sus ideas al público o continuar con su trabajo para obtener un prototipo que funcione correctamente. Henry le contesta que debe seguir por su cuenta hasta que desarrolle su invento por completo, pero Bell le confiesa que no tiene el conocimiento necesario sobre electricidad y aquel le responde: “Obtenlo”.

Bell contrata como ayudante a Thomas Watson, un técnico mecánico, y juntos inician sus experimentos para la transmisión de voz. Por fin, el 10 de marzo de 1876, Alexander Bell transmite la primera frase por teléfono: “Mr. Watson, come here, I want you” (Sr. Watson, venga aquí, lo requiero), a través de una línea instalada en su laboratorio, la cual es recibida por Watson en un cuarto adyacente.

Bell intenta venderle su invento a la Western Union en cien mil dólares, sin embargo, la compañía lo rechaza. Aunque ahora parece increíble esta decisión, tenemos que ubicarla de acuerdo a la época: Western Union dominaba por completo el mercado telegráfico, con lo que obtenía ganancias millonarias, por lo tanto, no le interesó el teléfono, que era visto solamente como un juguete novedoso y sin posibilidades reales de ser comercializado a gran escala.

LA EXPANSIÓN

Bell funda la “American Telephone and Telegraph Company” (ahora conocida como AT&T), y comienza a dominar por completo el mercado de la telefonía. En noviembre de 1876 logran establecer una conversación telefónica entre las ciudades de Boston y Salem, en Massachusetts, a una distancia de 16 millas. Poco tiempo después comunican Boston con la ciudad de North Conway, a 100 millas de distancia.

Pronto quedó claro que era imposible establecer una línea telefónica para unir a cada par de usuarios, así que se establecieron estaciones centrales, en donde las operadoras realizaban las conexiones necesarias para enlazar a dos usuarios (y de paso, podían enterarse de todos los chismes de la ciudad).

Posteriormente, se inventaron conmutadores automáticos para conectar a los usuarios. Tanto este como otros inventos telefónicos posteriores fueron realizados por más personas, ya que se puede decir que las contribuciones de Bell a la telefonía terminaron en 1877.

Una de las personas importantes para el establecimiento de la telefonía fue Gardiner Green Hubbard, quien apoyó a Bell de forma financiera y legal, además de ser uno de los fundadores de AT&T. Una de sus hijas, Mabel, había quedado sorda a los 4 años debido a la escarlatina. Obviamente Bell fue su profesor y, después de varias visitas a su casa, se enamoró de ella, por lo que se casaron en julio de 1877.

En 1915 se establece el servicio telefónico entre las ciudades de Nueva York y San Francisco. Pero en esta ocasión, Bell estaba en Nueva York, mientras que Watson se encontraba al otro extremo del continente. Bell vuelve a pronunciar su famosa frase “Sr. Watson, venga aquí, lo requiero”, a lo que Watson responde: “Bien, pero esta vez me tomaría una semana”. En ese mismo año se inauguró la primera línea telefónica transcontinental.

EL LEGADO

Bell recibió múltiples reconocimientos tanto en Estados Unidos como en Europa; cuando estos premios iban acompañados de un cuantioso estímulo económico, lo utilizaba para apoyar la enseñanza de las personas sordas. Fue presidente de la National Geographic Society, a la que apoyó financieramente. También se dedicó a financiar los primeros desarrollos de la aviación.

Alexander Graham Bell falleció el 2 de agosto de 1922, en Nueva Escocia, Canadá. Como un homenaje a su persona y su legado, todas las transmisiones telefónicas en Canadá y Estados Unidos se interrumpieron durante un minuto, durante el funeral, dos días después de su muerte.

No es necesario recordar la importancia del teléfono –quizá alguno de los lectores disfruta este artículo en uno de los modernos teléfonos inteligentes–, por lo que queda aquí el reconocimiento para el gran inventor y su obra.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

Alexander Graham Bell nació el 3 de marzo de 1847 en Edimburgo, Escocia. Hijo de un profesor especializado en la corrección de problemas de lenguaje y en personas sordas, quien era muy reconocido en el Reino Unido. Su madre también era una persona educada, y por lo tanto recibe educación en su casa, además de que asiste a la escuela e incluso toma varios cursos en la Universidad de Edimburgo.

Aunque no destaca en sus estudios, gracias a la influencia de su padre y su abuelo se interesa en la ciencia y la tecnología. Su primer invento lo lleva a cabo en 1859, a la edad de 12 años, mientras pasaba unas vacaciones en la finca de un amigo, cuyo padre tenía molinos de viento.

En cierta ocasión el señor, al verlos jugar, les cuestiona por qué no se ponen a hacer algo útil, a lo que Bell le pide que les diga qué pueden hacer. Entonces, el padre de su amigo les muestra el proceso para quitar la cáscara al trigo y lo tedioso que resulta, por lo que cualquier mejora al proceso sería bien recibida. Bell se pone a trabajar en el diseño de un equipo y logra crear un descortezador de trigo, el cual se utilizó durante décadas.

Posteriormente, Bell obtiene un puesto como profesor de sordos –al igual que su padre y su abuelo– y se dedica a investigar las técnicas para que las personas con esta discapacidad puedan hablar y no solo se comuniquen mediante señas. Desgraciadamente, ocurre una tragedia en su familia, ya que sus dos hermanos, Edward Charles y Melville James, mueren de tuberculosis en 1867 y 1870, respectivamente.

Bell también enfermó de tuberculosis, por lo que, debido al temor de perder al único hijo que le sobrevive, su padre decide mudar a su familia, del Reino Unido a Canadá, en busca de un mejor clima. Llegan a este país en 1870 y se establecen en la provincia de Ontario, donde pronto consigue empleo, y continúa su labor en favor de las personas sordas en la ciudad de Boston, Massachusetts, en los Estados Unidos.

EL INVENTO

En esa época –segunda mitad del siglo XIX– el principal medio de comunicación era el telégrafo, dominado por la compañía Western Union. Se enviaban millones de mensajes anualmente, así que los ingenieros de esta empresa se daban a la tarea de desarrollar una forma de enviar varios telegramas de forma simultánea en la misma línea. Bell se dedica a solucionar este problema, e inventa un telégrafo capaz de funcionar a distintas frecuencias, por lo que podía transmitir varios mensajes al mismo tiempo, el cual es adquirido por esa compañía.

Sin embargo –influenciado por su trabajo en la corrección de problemas del lenguaje, así como en la comunicación de los sordos–, Bell se interesa en el desarrollo de un aparato que pueda transmitir la voz, a través del cable, utilizando la energía eléctrica.

Cuando obtiene sus primeros resultados experimentales, acude con Joseph Henry –el principal científico norteamericano de esa época– y le pregunta si debe mostrar sus ideas al público o continuar con su trabajo para obtener un prototipo que funcione correctamente. Henry le contesta que debe seguir por su cuenta hasta que desarrolle su invento por completo, pero Bell le confiesa que no tiene el conocimiento necesario sobre electricidad y aquel le responde: “Obtenlo”.

Bell contrata como ayudante a Thomas Watson, un técnico mecánico, y juntos inician sus experimentos para la transmisión de voz. Por fin, el 10 de marzo de 1876, Alexander Bell transmite la primera frase por teléfono: “Mr. Watson, come here, I want you” (Sr. Watson, venga aquí, lo requiero), a través de una línea instalada en su laboratorio, la cual es recibida por Watson en un cuarto adyacente.

Bell intenta venderle su invento a la Western Union en cien mil dólares, sin embargo, la compañía lo rechaza. Aunque ahora parece increíble esta decisión, tenemos que ubicarla de acuerdo a la época: Western Union dominaba por completo el mercado telegráfico, con lo que obtenía ganancias millonarias, por lo tanto, no le interesó el teléfono, que era visto solamente como un juguete novedoso y sin posibilidades reales de ser comercializado a gran escala.

LA EXPANSIÓN

Bell funda la “American Telephone and Telegraph Company” (ahora conocida como AT&T), y comienza a dominar por completo el mercado de la telefonía. En noviembre de 1876 logran establecer una conversación telefónica entre las ciudades de Boston y Salem, en Massachusetts, a una distancia de 16 millas. Poco tiempo después comunican Boston con la ciudad de North Conway, a 100 millas de distancia.

Pronto quedó claro que era imposible establecer una línea telefónica para unir a cada par de usuarios, así que se establecieron estaciones centrales, en donde las operadoras realizaban las conexiones necesarias para enlazar a dos usuarios (y de paso, podían enterarse de todos los chismes de la ciudad).

Posteriormente, se inventaron conmutadores automáticos para conectar a los usuarios. Tanto este como otros inventos telefónicos posteriores fueron realizados por más personas, ya que se puede decir que las contribuciones de Bell a la telefonía terminaron en 1877.

Una de las personas importantes para el establecimiento de la telefonía fue Gardiner Green Hubbard, quien apoyó a Bell de forma financiera y legal, además de ser uno de los fundadores de AT&T. Una de sus hijas, Mabel, había quedado sorda a los 4 años debido a la escarlatina. Obviamente Bell fue su profesor y, después de varias visitas a su casa, se enamoró de ella, por lo que se casaron en julio de 1877.

En 1915 se establece el servicio telefónico entre las ciudades de Nueva York y San Francisco. Pero en esta ocasión, Bell estaba en Nueva York, mientras que Watson se encontraba al otro extremo del continente. Bell vuelve a pronunciar su famosa frase “Sr. Watson, venga aquí, lo requiero”, a lo que Watson responde: “Bien, pero esta vez me tomaría una semana”. En ese mismo año se inauguró la primera línea telefónica transcontinental.

EL LEGADO

Bell recibió múltiples reconocimientos tanto en Estados Unidos como en Europa; cuando estos premios iban acompañados de un cuantioso estímulo económico, lo utilizaba para apoyar la enseñanza de las personas sordas. Fue presidente de la National Geographic Society, a la que apoyó financieramente. También se dedicó a financiar los primeros desarrollos de la aviación.

Alexander Graham Bell falleció el 2 de agosto de 1922, en Nueva Escocia, Canadá. Como un homenaje a su persona y su legado, todas las transmisiones telefónicas en Canadá y Estados Unidos se interrumpieron durante un minuto, durante el funeral, dos días después de su muerte.

No es necesario recordar la importancia del teléfono –quizá alguno de los lectores disfruta este artículo en uno de los modernos teléfonos inteligentes–, por lo que queda aquí el reconocimiento para el gran inventor y su obra.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com