/ domingo 26 de enero de 2020

El Universo de Maxwell | Breve historia del telégrafo

En el año de 1845 la pequeña localidad de Slough, en Inglaterra, fue sacudida por la noticia del asesinato de una joven señora.

Cuando la policía interrogó a los vecinos, éstos le dijeron que habían visto salir de la casa a un hombre con vestimenta de cuáquero. Al preguntar en la estación de tren, el encargado les confirmó que una persona con esas características acababa de abordar el tren rumbo a Paddington.

No había forma de alcanzar el tren y el asesino probablemente habría escapado mediante un transbordo hacia otro destino. Sin embargo, la policía contaba ya con un invento revolucionario, el cual permitía la comunicación entre dos ciudades, aunque las separaran cientos de millas: el telégrafo.

Mediante el envío de un telegrama la policía de Paddington tuvo noticia de los hechos y al momento en que el asesino –de nombre John Tawell– bajaba del tren fue arrestado. Esta fue la primera ocasión en que la policía utilizó los modernos sistemas de comunicación para aprehender a un prófugo de la justicia.

En esta era de las comunicaciones digitales –en la que algunas personas se molestan si el destinatario se tarda más de cinco minutos en responder– resulta difícil imaginar lo que eran las comunicaciones antes de la invención del telégrafo. Las cartas tardaban semanas, o incluso meses, para llegar a su destino; esto con el riesgo de que, más de una vez, simplemente nunca llegaban.

En esta ocasión comentaremos sobre el telégrafo, el invento que dio inicio a las comunicaciones instantáneas, y fue un elemento fundamental en varios momentos de la historia.

PRINCIPIO DE OPERACIÓN

Como lo hemos comentado en otras colaboraciones, si una corriente eléctrica fluye por un conductor genera un campo magnético. Ahora bien, si este conductor lo enrollamos alrededor de un núcleo hecho de un material que permita el paso del flujo magnético, entonces todo este flujo se sumará, por lo que se creará un electroimán, con sus polos norte y sur. Como todo imán, puede atraer algunos metales, por lo tanto se puede utilizar para atraer una tecla de hierro.

Por lo tanto, podemos formar un circuito mediante un alambre tendido entre dos ciudades: en una de ellas se instala el interruptor y en la otra el electroimán. Es posible entonces atraer una tecla metálica instalada en la otra ciudad, mediante el cierre del interruptor que se encuentra en la primera, y enviar de esta forma un mensaje. Obviamente, el circuito puede funcionar en ambos sentidos.

INGLATERRA

William Cooke nació el 4 de mayo de 1806 en Londres, Inglaterra. Estudió en las universidades de Edimburgo y de Durham. Sirvió en el ejército británico en la India (Indian Army) de 1826 a 1831, y posteriormente estudió medicina en Paris, Francia, y Heidelberg, Alemania. Es en esta ciudad donde asiste a la presentación de un telégrafo primitivo, en 1837, por lo que a su regreso a Inglaterra decide abandonar sus estudios de medicina y trabajar en la mejora de ese invento.

Sin embargo, Cooke carecía de conocimientos de electricidad, pero afortunadamente conoce a otro científico británico, Charles Wheatstone –nacido en 1802–, y los dos forman un excelente equipo de trabajo, al utilizar los conocimientos de éste y las habilidades administrativas de Cooke. Obtienen la patente para su invento en 1837, así como el permiso para una instalación experimental de telegrafía, la cual ganó renombre debido al caso policiaco que comentamos al inicio.

No se puede afirmar que el telégrafo tuvo un solo inventor, sin embargo, se reconoce a Cooke y a Wheatstone como los principales creadores de este aparato. Aunque fundaron su propia compañía, el sistema de telegrafía fue nacionalizado en 1868. Los dos fueron nombrados caballeros por su contribución al desarrollo científico y tecnológico del Imperio británico. William Cooke falleció el 25 de junio de 1879, mientras que Charles Wheatstone murió el 19 de octubre de 1875.

ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Samuel Morse nació el 27 de abril de 1791, en Boston, Massachusetts, Estados Unidos. Se especializó en arte en la Universidad de Yale, y dominaba varias ramas de la ciencia y filosofía, pero su sueño era ser pintor. Se dedicaba a pintar retratos, trabajo por el que obtenía pocos ingresos, además de que tenía que viajar constantemente y vivir alejado de su esposa e hijos. Es en uno de estos viajes que su esposa fallece y él se entera un día después del funeral. Debido a esto, queda en su mente la obsesión por conseguir una forma de comunicación que sea instantánea.

En 1829 viaja a Europa con el fin de estudiar otras técnicas de pintura, y tres años después regresa a Estados Unidos. Mientras viaja en el barco, escucha a varios pasajeros hablar sobre la nueva ciencia de la electricidad, en particular sobre el desarrollo de los electroimanes y de cómo la corriente eléctrica puede transmitirse de forma instantánea de un punto a otro de un alambre, sin importar la distancia.

A partir de lo anterior, y a pesar de obtener un puesto como profesor de arte en la Universidad de Nueva York, se dedica al desarrollo de un telégrafo –en forma paralela a Cooke y Wheatstone–. En el año de 1837 patenta su invento, y en 1844 convence al Congreso de los Estados Unidos para tender una línea telegráfica entre Baltimore, Maryland, y Washington, D.C. El primer mensaje enviado es “what hath God wrought” (lo que ha hecho Dios).

Además del telégrafo, otra gran aportación de Morse fue la invención del código que lleva su nombre. La “clave Morse” es un código de puntos y rayas que se utiliza para enviar los mensajes, mediante un pulso corto o largo, respectivamente. El mensaje más importante es el de auxilio, “SOS”; aunque su significado original pudo ser “save our souls” (salve nuestras almas) o “save our ship” (salven nuestro barco), en realidad tuvo mucho que ver que es un mensaje cuya combinación de letras puede ser transmitido con una probabilidad muy baja de confusión o de alteración por la estática del ambiente.

El telégrafo tuvo una aceptación y uso inmediato, lo que le permitió a Morse fundar su compañía y vivir –por fin– de una manera acomodada. Su diseño se mantuvo con cambios mínimos durante varias décadas y el código Morse se volvió un estándar en las comunicaciones. Samuel Morse falleció el 2 de abril de 1872.

En el año de 1845 la pequeña localidad de Slough, en Inglaterra, fue sacudida por la noticia del asesinato de una joven señora.

Cuando la policía interrogó a los vecinos, éstos le dijeron que habían visto salir de la casa a un hombre con vestimenta de cuáquero. Al preguntar en la estación de tren, el encargado les confirmó que una persona con esas características acababa de abordar el tren rumbo a Paddington.

No había forma de alcanzar el tren y el asesino probablemente habría escapado mediante un transbordo hacia otro destino. Sin embargo, la policía contaba ya con un invento revolucionario, el cual permitía la comunicación entre dos ciudades, aunque las separaran cientos de millas: el telégrafo.

Mediante el envío de un telegrama la policía de Paddington tuvo noticia de los hechos y al momento en que el asesino –de nombre John Tawell– bajaba del tren fue arrestado. Esta fue la primera ocasión en que la policía utilizó los modernos sistemas de comunicación para aprehender a un prófugo de la justicia.

En esta era de las comunicaciones digitales –en la que algunas personas se molestan si el destinatario se tarda más de cinco minutos en responder– resulta difícil imaginar lo que eran las comunicaciones antes de la invención del telégrafo. Las cartas tardaban semanas, o incluso meses, para llegar a su destino; esto con el riesgo de que, más de una vez, simplemente nunca llegaban.

En esta ocasión comentaremos sobre el telégrafo, el invento que dio inicio a las comunicaciones instantáneas, y fue un elemento fundamental en varios momentos de la historia.

PRINCIPIO DE OPERACIÓN

Como lo hemos comentado en otras colaboraciones, si una corriente eléctrica fluye por un conductor genera un campo magnético. Ahora bien, si este conductor lo enrollamos alrededor de un núcleo hecho de un material que permita el paso del flujo magnético, entonces todo este flujo se sumará, por lo que se creará un electroimán, con sus polos norte y sur. Como todo imán, puede atraer algunos metales, por lo tanto se puede utilizar para atraer una tecla de hierro.

Por lo tanto, podemos formar un circuito mediante un alambre tendido entre dos ciudades: en una de ellas se instala el interruptor y en la otra el electroimán. Es posible entonces atraer una tecla metálica instalada en la otra ciudad, mediante el cierre del interruptor que se encuentra en la primera, y enviar de esta forma un mensaje. Obviamente, el circuito puede funcionar en ambos sentidos.

INGLATERRA

William Cooke nació el 4 de mayo de 1806 en Londres, Inglaterra. Estudió en las universidades de Edimburgo y de Durham. Sirvió en el ejército británico en la India (Indian Army) de 1826 a 1831, y posteriormente estudió medicina en Paris, Francia, y Heidelberg, Alemania. Es en esta ciudad donde asiste a la presentación de un telégrafo primitivo, en 1837, por lo que a su regreso a Inglaterra decide abandonar sus estudios de medicina y trabajar en la mejora de ese invento.

Sin embargo, Cooke carecía de conocimientos de electricidad, pero afortunadamente conoce a otro científico británico, Charles Wheatstone –nacido en 1802–, y los dos forman un excelente equipo de trabajo, al utilizar los conocimientos de éste y las habilidades administrativas de Cooke. Obtienen la patente para su invento en 1837, así como el permiso para una instalación experimental de telegrafía, la cual ganó renombre debido al caso policiaco que comentamos al inicio.

No se puede afirmar que el telégrafo tuvo un solo inventor, sin embargo, se reconoce a Cooke y a Wheatstone como los principales creadores de este aparato. Aunque fundaron su propia compañía, el sistema de telegrafía fue nacionalizado en 1868. Los dos fueron nombrados caballeros por su contribución al desarrollo científico y tecnológico del Imperio británico. William Cooke falleció el 25 de junio de 1879, mientras que Charles Wheatstone murió el 19 de octubre de 1875.

ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Samuel Morse nació el 27 de abril de 1791, en Boston, Massachusetts, Estados Unidos. Se especializó en arte en la Universidad de Yale, y dominaba varias ramas de la ciencia y filosofía, pero su sueño era ser pintor. Se dedicaba a pintar retratos, trabajo por el que obtenía pocos ingresos, además de que tenía que viajar constantemente y vivir alejado de su esposa e hijos. Es en uno de estos viajes que su esposa fallece y él se entera un día después del funeral. Debido a esto, queda en su mente la obsesión por conseguir una forma de comunicación que sea instantánea.

En 1829 viaja a Europa con el fin de estudiar otras técnicas de pintura, y tres años después regresa a Estados Unidos. Mientras viaja en el barco, escucha a varios pasajeros hablar sobre la nueva ciencia de la electricidad, en particular sobre el desarrollo de los electroimanes y de cómo la corriente eléctrica puede transmitirse de forma instantánea de un punto a otro de un alambre, sin importar la distancia.

A partir de lo anterior, y a pesar de obtener un puesto como profesor de arte en la Universidad de Nueva York, se dedica al desarrollo de un telégrafo –en forma paralela a Cooke y Wheatstone–. En el año de 1837 patenta su invento, y en 1844 convence al Congreso de los Estados Unidos para tender una línea telegráfica entre Baltimore, Maryland, y Washington, D.C. El primer mensaje enviado es “what hath God wrought” (lo que ha hecho Dios).

Además del telégrafo, otra gran aportación de Morse fue la invención del código que lleva su nombre. La “clave Morse” es un código de puntos y rayas que se utiliza para enviar los mensajes, mediante un pulso corto o largo, respectivamente. El mensaje más importante es el de auxilio, “SOS”; aunque su significado original pudo ser “save our souls” (salve nuestras almas) o “save our ship” (salven nuestro barco), en realidad tuvo mucho que ver que es un mensaje cuya combinación de letras puede ser transmitido con una probabilidad muy baja de confusión o de alteración por la estática del ambiente.

El telégrafo tuvo una aceptación y uso inmediato, lo que le permitió a Morse fundar su compañía y vivir –por fin– de una manera acomodada. Su diseño se mantuvo con cambios mínimos durante varias décadas y el código Morse se volvió un estándar en las comunicaciones. Samuel Morse falleció el 2 de abril de 1872.