/ domingo 1 de agosto de 2021

El universo de Maxwell | Cristina Verde

A todas las jovencitas que estudian ingeniería.

Cristina Verde nació en la Ciudad de México, en el seno de una familia de origen yucateco, cuyos principios eran la superación y el deseo de alcanzar un mejor nivel de vida. Su padre, fotógrafo, era especialista en retratar pintura y escultura mexicana, por lo que tuvo la fortuna de conocer a David Alfaro Siqueiros y al Doctor Atl, entre otros personajes de la vida cultural mexicana.

Su madre venció los prejuicios de la sociedad mexicana de los años cincuenta del siglo pasado, y obtuvo un contrato para laborar en el Banco de Londres y México, donde desempeñó puestos de gran responsabilidad. Cristina no tuvo televisión en casa hasta que cumplió los doce años, por lo que se entretenía en juegos físicos y al aire libre. Recuerda que su padre era muy ordenado y observador, así que desde muy pequeña aprendió a observar su entorno.

El día que su hermana mayor ingresó al jardín de niños, se quedó llorando en la puerta, así que la directora la dejó entrar, con la idea de que pronto se aburriría, pero no fue así, ya que se sentía mejor que con sus juegos en la casa. Aprendió a leer y a escribir a los cuatro años, aunque tuvo que superar problemas de dicción antes de entrar a la escuela. Cristina recibió una beca de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para estudiar la primaria en un colegio privado católico.

ESTUDIOS

En los años sesenta se consideraba que la educación pública ofrecía un nivel superior al de las escuelas privadas, por lo que Cristina ingresó a la Secundaria 11 de la Ciudad de México. Ahí descubrió que las materias que más le atraían eran Física, Matemáticas y Química. Además, gracias a su tío, descubrió los fenómenos eléctricos y electrónicos.

Posteriormente, estudió en la Escuela Vocacional 2 del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Al terminar, en 1966 –como uno de los tres mejores promedios–, entró a la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) del IPN, para estudiar Ingeniería en Electrónica y Comunicaciones.

Realizó su servicio social y su tesis en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV) del IPN. Al finalizar, ingresó a este centro a estudiar el posgrado, y se convirtió en la primera mujer mexicana en obtener el grado de maestría en ingeniería eléctrica. Recuerda que su asesor tiró su borrador de tesis a la basura dos veces, y a la tercera por fin se decidió a orientarla para su redacción.

Obtuvo una beca del Gobierno alemán para estudiar el doctorado en la Universidad de Duisburgo. Su tesis doctoral consistió en el diseño del sistema de control para que las aeronaves operen bajo diferentes condiciones de velocidad y condiciones atmosféricas. En 1983 fue la primera mujer en recibir el grado de doctora en ingeniería eléctrica de esa universidad. A su regreso a México, se le otorgó un puesto de profesora-investigadora en el Instituto de Ingeniería de la UNAM, donde labora hasta la fecha.

CONTRIBUCIONES

Cristina se interesó por los temas de teoría de control y circuitos lógicos. Se dio cuenta de por qué un amplificador oscilaba en lugar de amplificar, y de que podía conseguir un comportamiento óptimo con el control automático. El Proyecto Apollo le dio la muestra de la importancia de esta área del conocimiento.

Su investigación del doctorado se describe en libros de texto internacionales. Su metodología ha sido utilizada en China para el tratamiento de agua, y en Alemania para el tren de levitación magnética. Las aportaciones de Cristina se han centrado en las aplicaciones del control automático en distintas áreas de la ingeniería. En particular, en la distribución, almacenamiento y limpieza del agua. En los últimos años su trabajo consiste en la detección de fallas en las líneas de distribución de hidrocarburos.

Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y de la Academia Mexicana de Ciencias. Tiene el reconocimiento de todos sus colaboradores, tanto nacionales y extranjeros, como una investigadora sumamente capaz, pero muy exigente. Se dice que el gran científico mexicano Arturo Rosenblueth se acercaba a preguntarle ciertas cuestiones de su área. Además, ha formado a una gran cantidad de ingenieros, maestros y doctores. Piensa que no se vale que un investigador no imparta clases, ya que es muy importante la formación de los nuevos ingenieros y científicos.

MACHISMO

Hay que anotar que en la época que Cristina estudió Ingeniería en el IPN sólo el 0.5 % de los alumnos eran mujeres. Recuerda cuando hizo fila para entrar a la vocacional, sólo eran tres chicas, pero las otras dos no soportaron las burlas y el acoso de los quinientos varones que estaban ahí formados, por lo que se retiraron.

También menciona que durante la carrera sus compañeros apostaron para ver quién era el primero que se acostaba con ella, y recibió acoso de algunos profesores. En una clase no fue aceptada, ya que el maestro decía que en sus clases hablaba con groserías. Incluso, tuvieron que adecuar uno de los baños, ya que no se había planeado que ingresaran mujeres. Pensó que el ambiente académico era menos machista y más agradable para una mujer que el que se vivía en la industria, por lo que fue uno de los factores que la hicieron dedicarse a la investigación científica.

VIDA PERSONAL

Aunque ha tenido pareja sentimental, Cristina nunca tuvo entre sus objetivos casarse y tener hijos. La lectura es uno de sus pasatiempos favoritos, en especial las biografías de mujeres famosas, como Sor Juana, Marie Curie y Ana Frank. De adolescente le llamaban la atención las novelas de Julio Verne. Le gusta un amplio espectro de música, desde Mahler, Brahms, Listz, hasta los Beatles, Pink Floyd, y los Rolling Stones. Debido a su ascendencia, le encanta la comida yucateca. Le gusta ver el beisbol y en alguna época practicó el alpinismo.

A pesar de que fue bautizada y estuvo en un colegio católico durante la primaria, considera que eso quedó en el cajón del olvido. Cristina cree que conceptos como moral, honestidad y justicia deben ser los que normen nuestro comportamiento, no impuestos por un poder a su conveniencia.

FEMINISMO

Se considera feminista a su manera y de acuerdo a su definición de que sean respetadas y valoradas independientemente de ser mujeres, pero cree que la mayoría no tiene claro el concepto. Piensa que es absurdo que una investigadora sea contratada, no por ser la mejor, sino porque hace falta una mujer para cumplir con las cuotas de género.

Cree que es importante hacer un proyecto para conseguir eliminar la discriminación de la mujer tomando en cuenta los entornos. Menciona que es obvio que lo que deben hacer las mujeres en las ciudades es distinto de lo que deben realizar las que viven en el campo.

MENSAJE

A los jóvenes les indica que hay que hacer el mayor esfuerzo por destacar, ser mejor cada día en lo que se hace, ya sea en un deporte, o en la convivencia con su familia, los compañeros, la escuela, el trabajo, las autoridades, etc. Además, deben aprender a debatir, argumentar y convencer, sin aceptar imposiciones. Especialmente, les pide asimilar la diferencia entre libertad y libertinaje. Dejemos el reconocimiento para esta gran científica mexicana, pionera de la ingeniería en México. Pensemos hasta dónde puede llegar una niña que lee las novelas de Julio Verne y sueña con los desarrollos tecnológicos.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

A todas las jovencitas que estudian ingeniería.

Cristina Verde nació en la Ciudad de México, en el seno de una familia de origen yucateco, cuyos principios eran la superación y el deseo de alcanzar un mejor nivel de vida. Su padre, fotógrafo, era especialista en retratar pintura y escultura mexicana, por lo que tuvo la fortuna de conocer a David Alfaro Siqueiros y al Doctor Atl, entre otros personajes de la vida cultural mexicana.

Su madre venció los prejuicios de la sociedad mexicana de los años cincuenta del siglo pasado, y obtuvo un contrato para laborar en el Banco de Londres y México, donde desempeñó puestos de gran responsabilidad. Cristina no tuvo televisión en casa hasta que cumplió los doce años, por lo que se entretenía en juegos físicos y al aire libre. Recuerda que su padre era muy ordenado y observador, así que desde muy pequeña aprendió a observar su entorno.

El día que su hermana mayor ingresó al jardín de niños, se quedó llorando en la puerta, así que la directora la dejó entrar, con la idea de que pronto se aburriría, pero no fue así, ya que se sentía mejor que con sus juegos en la casa. Aprendió a leer y a escribir a los cuatro años, aunque tuvo que superar problemas de dicción antes de entrar a la escuela. Cristina recibió una beca de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para estudiar la primaria en un colegio privado católico.

ESTUDIOS

En los años sesenta se consideraba que la educación pública ofrecía un nivel superior al de las escuelas privadas, por lo que Cristina ingresó a la Secundaria 11 de la Ciudad de México. Ahí descubrió que las materias que más le atraían eran Física, Matemáticas y Química. Además, gracias a su tío, descubrió los fenómenos eléctricos y electrónicos.

Posteriormente, estudió en la Escuela Vocacional 2 del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Al terminar, en 1966 –como uno de los tres mejores promedios–, entró a la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) del IPN, para estudiar Ingeniería en Electrónica y Comunicaciones.

Realizó su servicio social y su tesis en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV) del IPN. Al finalizar, ingresó a este centro a estudiar el posgrado, y se convirtió en la primera mujer mexicana en obtener el grado de maestría en ingeniería eléctrica. Recuerda que su asesor tiró su borrador de tesis a la basura dos veces, y a la tercera por fin se decidió a orientarla para su redacción.

Obtuvo una beca del Gobierno alemán para estudiar el doctorado en la Universidad de Duisburgo. Su tesis doctoral consistió en el diseño del sistema de control para que las aeronaves operen bajo diferentes condiciones de velocidad y condiciones atmosféricas. En 1983 fue la primera mujer en recibir el grado de doctora en ingeniería eléctrica de esa universidad. A su regreso a México, se le otorgó un puesto de profesora-investigadora en el Instituto de Ingeniería de la UNAM, donde labora hasta la fecha.

CONTRIBUCIONES

Cristina se interesó por los temas de teoría de control y circuitos lógicos. Se dio cuenta de por qué un amplificador oscilaba en lugar de amplificar, y de que podía conseguir un comportamiento óptimo con el control automático. El Proyecto Apollo le dio la muestra de la importancia de esta área del conocimiento.

Su investigación del doctorado se describe en libros de texto internacionales. Su metodología ha sido utilizada en China para el tratamiento de agua, y en Alemania para el tren de levitación magnética. Las aportaciones de Cristina se han centrado en las aplicaciones del control automático en distintas áreas de la ingeniería. En particular, en la distribución, almacenamiento y limpieza del agua. En los últimos años su trabajo consiste en la detección de fallas en las líneas de distribución de hidrocarburos.

Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y de la Academia Mexicana de Ciencias. Tiene el reconocimiento de todos sus colaboradores, tanto nacionales y extranjeros, como una investigadora sumamente capaz, pero muy exigente. Se dice que el gran científico mexicano Arturo Rosenblueth se acercaba a preguntarle ciertas cuestiones de su área. Además, ha formado a una gran cantidad de ingenieros, maestros y doctores. Piensa que no se vale que un investigador no imparta clases, ya que es muy importante la formación de los nuevos ingenieros y científicos.

MACHISMO

Hay que anotar que en la época que Cristina estudió Ingeniería en el IPN sólo el 0.5 % de los alumnos eran mujeres. Recuerda cuando hizo fila para entrar a la vocacional, sólo eran tres chicas, pero las otras dos no soportaron las burlas y el acoso de los quinientos varones que estaban ahí formados, por lo que se retiraron.

También menciona que durante la carrera sus compañeros apostaron para ver quién era el primero que se acostaba con ella, y recibió acoso de algunos profesores. En una clase no fue aceptada, ya que el maestro decía que en sus clases hablaba con groserías. Incluso, tuvieron que adecuar uno de los baños, ya que no se había planeado que ingresaran mujeres. Pensó que el ambiente académico era menos machista y más agradable para una mujer que el que se vivía en la industria, por lo que fue uno de los factores que la hicieron dedicarse a la investigación científica.

VIDA PERSONAL

Aunque ha tenido pareja sentimental, Cristina nunca tuvo entre sus objetivos casarse y tener hijos. La lectura es uno de sus pasatiempos favoritos, en especial las biografías de mujeres famosas, como Sor Juana, Marie Curie y Ana Frank. De adolescente le llamaban la atención las novelas de Julio Verne. Le gusta un amplio espectro de música, desde Mahler, Brahms, Listz, hasta los Beatles, Pink Floyd, y los Rolling Stones. Debido a su ascendencia, le encanta la comida yucateca. Le gusta ver el beisbol y en alguna época practicó el alpinismo.

A pesar de que fue bautizada y estuvo en un colegio católico durante la primaria, considera que eso quedó en el cajón del olvido. Cristina cree que conceptos como moral, honestidad y justicia deben ser los que normen nuestro comportamiento, no impuestos por un poder a su conveniencia.

FEMINISMO

Se considera feminista a su manera y de acuerdo a su definición de que sean respetadas y valoradas independientemente de ser mujeres, pero cree que la mayoría no tiene claro el concepto. Piensa que es absurdo que una investigadora sea contratada, no por ser la mejor, sino porque hace falta una mujer para cumplir con las cuotas de género.

Cree que es importante hacer un proyecto para conseguir eliminar la discriminación de la mujer tomando en cuenta los entornos. Menciona que es obvio que lo que deben hacer las mujeres en las ciudades es distinto de lo que deben realizar las que viven en el campo.

MENSAJE

A los jóvenes les indica que hay que hacer el mayor esfuerzo por destacar, ser mejor cada día en lo que se hace, ya sea en un deporte, o en la convivencia con su familia, los compañeros, la escuela, el trabajo, las autoridades, etc. Además, deben aprender a debatir, argumentar y convencer, sin aceptar imposiciones. Especialmente, les pide asimilar la diferencia entre libertad y libertinaje. Dejemos el reconocimiento para esta gran científica mexicana, pionera de la ingeniería en México. Pensemos hasta dónde puede llegar una niña que lee las novelas de Julio Verne y sueña con los desarrollos tecnológicos.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com