/ domingo 5 de septiembre de 2021

El universo de Maxwell | El ingeniero

Les presento mi artículo número 100 para El Sol de Tampico. Agradezco a este importante diario la oportunidad que me da para divulgar la ciencia y la tecnología, y a todos los lectores por seguir mis colaboraciones.

No se podría comprender el mundo moderno sin sus aportaciones tecnológicas: edificios, carreteras, puentes, sistemas eléctricos, aparatos electrónicos, coches y un sinfín de desarrollos. En esta ocasión comentaremos sobre los ingenieros, y el desarrollo que ha tenido esta profesión en la historia.

ANTECEDENTES

Herbert Hoover, un joven ingeniero de minas, regresaba a los Estados Unidos de América a bordo de un transatlántico. Compartía una mesa y mucha conversación con una culta dama de la alta sociedad inglesa. Cuando se acercaban a la Bahía de Nueva York y se despedían, ella le dijo: “Perdone mi curiosidad pero me encantaría saber cuál es su profesión”, Hoover le contestó que era ingeniero, entonces la dama puso una cara de asombro y exclamó: “¡Cómo! ¡Lo había tomado por un caballero!”.

Aunque ahora nos puede parecer extraña esa opinión, esta anécdota refleja la opinión que había en esa época en algunos países respecto a la profesión de ingeniero. Sin embargo, generalmente han sido respetados desde la época de los egipcios.

Hasta hace poco más de un siglo, la ingeniería se llevaba a cabo por un jefe encargado de proyecto, quien había adquirido sus conocimientos de forma empírica, y era ayudado por un grupo de capataces que hacían cumplir sus órdenes. Así fue desde la construcción de las pirámides, alrededor del año 2600 a.C.

En el siglo XVIII la ingeniería era más un oficio que una profesión; los precursores eran artesanos capaces que no tenían ninguna instrucción, pero resolvían problemas técnicos sin más armas que su ingenio. Su conocimiento empírico se fue acumulando durante generaciones y después quedó a disposición de los ingenieros a través de manuales y libros de texto.

El jefe era el responsable completo de la obra, a él le correspondía todo el honor si el resultado era bueno, o toda la culpa en el caso contrario. Para dejar en claro la opinión que se tenía de los ingenieros en la época de la Reina Victoria, podemos citar la frase del Príncipe Alberto, su consorte: “Si queremos una obra no habitual y enviamos por un arquitecto, veremos que duda, debate o engaña; pero si llamamos a un ingeniero, veremos que la hace”.

EL IMPERIO DE LA INGENIERÍA

Una parte importante del esplendor que alcanzó el Imperio romano se debió a sus ingenieros, quienes mejoraron los conocimientos de los etruscos, griegos y cartaginenses. Crearon una red impresionante de carreteras, como la Vía Appia que, en ciertos tramos, se mantuvo operativa durante 22 siglos.

Tal como hemos escuchado, todos los caminos llevan a Roma; así era desde los inicios de la República romana. Hacia el año 200 d.C., más de 80,000 kilómetros de caminos llevaban la cultura del Imperio a todos los rincones. Además, si era necesario, construían túneles y puentes. Cabe mencionar que la profundidad de sus caminos de piedra era mayor que la de las placas de concreto que se utilizan actualmente.

En el siglo IV a.C. los ingenieros romanos empezaron a construir un sistema de acueductos con el fin de abastecer de agua a sus ciudades. En el año 226 d.C. once acueductos llevaban a Roma 1000 millones de litros de agua dulce al día. De las fuentes situadas en las montañas distantes hasta 50 kilómetros, el agua bajaba por gravedad a través de canales y conductos a un punto de la llanura romana. De aquí pasaba a los acueductos con arcos de piedra que le daban una pendiente uniforme. La presión con que fluía el agua en esos acueductos elevados impulsaba el agua a una red de tubos de plomo y arcilla por debajo de las calles de la ciudad.

Hay que mencionar que una cierta cantidad de estos acueductos construidos por los ingenieros romanos hace dos mil años siguen en pie. Además, erigieron ciudades impresionantes, mediante la construcción de casas, edificios públicos, centros de esparcimiento para el pueblo (como el Coliseo), monumentos y diversas armas de guerra.

FORMACIÓN

La Real Academia Española define a la ingeniería como “Conjunto de conocimientos orientados a la invención y utilización de técnicas para el aprovechamiento de los recursos naturales o para la actividad industrial”. Esto es, el ingeniero utiliza los conocimientos científicos para desarrollar equipos o dispositivos para el avance de nuestra civilización.

Los primeros titulados de ingeniería comenzaron a salir de las nuevas escuelas a mediados del siglo XIX. Su formación ya no era puramente experimental, sino que, mediante estudios de física y matemáticas, desarrollaban procesos exactos y comprobados.

Hoy en día los futuros ingenieros se preparan en programas educativos de gran nivel de exigencia. Deben aprobar cursos de matemáticas, física, química, programación por computadora, teoría del control y diversas materias dependiendo de su especialidad. Su formación dura entre cuatro y cinco años. Además, deben desarrollar proyectos durante todos sus estudios.

Los tiempos han cambiado desde aquellos días en que los ingenieros hablaban con las máquinas, pero su capacidad de comunicación con otras personas era casi nula, ahora son formados de una manera integral, con cursos de relaciones humanas, inteligencia emocional, entre otros. El gran esfuerzo requerido para terminar la carrera de ingeniero crea en el egresado un profundo sentimiento de orgullo.

CONCLUSIÓN

Con la aparición de la electricidad, la electrónica y la computación se abrieron una infinidad de posibilidades para el desarrollo de la ingeniería. Actualmente, un ingeniero es imprescindible para el avance de la ciencia y la tecnología. Podemos ver sus huellas en los edificios, carreteras, puentes, aparatos electrónicos, redes de transmisión de energía eléctrica, coches, sistemas de comunicación, aparatos médicos y todos los equipos que utilizamos actualmente. Dejemos un reconocimiento para todas las personas que han decidido estudiar la profesión de ingeniería y que, día a día, realizan avances tecnológicos a favor de nuestra sociedad.

Por cierto, el ingeniero Herbert Hoover, de quien hablamos al inicio, con el tiempo llegó a convertirse en presidente de los Estados Unidos. Esto demuestra que no existe un trabajo que no pueda llevar a cabo un ingeniero.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

El gran esfuerzo requerido para terminar la carrera de ingeniero crea en el egresado un profundo sentimiento de orgullo.

Les presento mi artículo número 100 para El Sol de Tampico. Agradezco a este importante diario la oportunidad que me da para divulgar la ciencia y la tecnología, y a todos los lectores por seguir mis colaboraciones.

No se podría comprender el mundo moderno sin sus aportaciones tecnológicas: edificios, carreteras, puentes, sistemas eléctricos, aparatos electrónicos, coches y un sinfín de desarrollos. En esta ocasión comentaremos sobre los ingenieros, y el desarrollo que ha tenido esta profesión en la historia.

ANTECEDENTES

Herbert Hoover, un joven ingeniero de minas, regresaba a los Estados Unidos de América a bordo de un transatlántico. Compartía una mesa y mucha conversación con una culta dama de la alta sociedad inglesa. Cuando se acercaban a la Bahía de Nueva York y se despedían, ella le dijo: “Perdone mi curiosidad pero me encantaría saber cuál es su profesión”, Hoover le contestó que era ingeniero, entonces la dama puso una cara de asombro y exclamó: “¡Cómo! ¡Lo había tomado por un caballero!”.

Aunque ahora nos puede parecer extraña esa opinión, esta anécdota refleja la opinión que había en esa época en algunos países respecto a la profesión de ingeniero. Sin embargo, generalmente han sido respetados desde la época de los egipcios.

Hasta hace poco más de un siglo, la ingeniería se llevaba a cabo por un jefe encargado de proyecto, quien había adquirido sus conocimientos de forma empírica, y era ayudado por un grupo de capataces que hacían cumplir sus órdenes. Así fue desde la construcción de las pirámides, alrededor del año 2600 a.C.

En el siglo XVIII la ingeniería era más un oficio que una profesión; los precursores eran artesanos capaces que no tenían ninguna instrucción, pero resolvían problemas técnicos sin más armas que su ingenio. Su conocimiento empírico se fue acumulando durante generaciones y después quedó a disposición de los ingenieros a través de manuales y libros de texto.

El jefe era el responsable completo de la obra, a él le correspondía todo el honor si el resultado era bueno, o toda la culpa en el caso contrario. Para dejar en claro la opinión que se tenía de los ingenieros en la época de la Reina Victoria, podemos citar la frase del Príncipe Alberto, su consorte: “Si queremos una obra no habitual y enviamos por un arquitecto, veremos que duda, debate o engaña; pero si llamamos a un ingeniero, veremos que la hace”.

EL IMPERIO DE LA INGENIERÍA

Una parte importante del esplendor que alcanzó el Imperio romano se debió a sus ingenieros, quienes mejoraron los conocimientos de los etruscos, griegos y cartaginenses. Crearon una red impresionante de carreteras, como la Vía Appia que, en ciertos tramos, se mantuvo operativa durante 22 siglos.

Tal como hemos escuchado, todos los caminos llevan a Roma; así era desde los inicios de la República romana. Hacia el año 200 d.C., más de 80,000 kilómetros de caminos llevaban la cultura del Imperio a todos los rincones. Además, si era necesario, construían túneles y puentes. Cabe mencionar que la profundidad de sus caminos de piedra era mayor que la de las placas de concreto que se utilizan actualmente.

En el siglo IV a.C. los ingenieros romanos empezaron a construir un sistema de acueductos con el fin de abastecer de agua a sus ciudades. En el año 226 d.C. once acueductos llevaban a Roma 1000 millones de litros de agua dulce al día. De las fuentes situadas en las montañas distantes hasta 50 kilómetros, el agua bajaba por gravedad a través de canales y conductos a un punto de la llanura romana. De aquí pasaba a los acueductos con arcos de piedra que le daban una pendiente uniforme. La presión con que fluía el agua en esos acueductos elevados impulsaba el agua a una red de tubos de plomo y arcilla por debajo de las calles de la ciudad.

Hay que mencionar que una cierta cantidad de estos acueductos construidos por los ingenieros romanos hace dos mil años siguen en pie. Además, erigieron ciudades impresionantes, mediante la construcción de casas, edificios públicos, centros de esparcimiento para el pueblo (como el Coliseo), monumentos y diversas armas de guerra.

FORMACIÓN

La Real Academia Española define a la ingeniería como “Conjunto de conocimientos orientados a la invención y utilización de técnicas para el aprovechamiento de los recursos naturales o para la actividad industrial”. Esto es, el ingeniero utiliza los conocimientos científicos para desarrollar equipos o dispositivos para el avance de nuestra civilización.

Los primeros titulados de ingeniería comenzaron a salir de las nuevas escuelas a mediados del siglo XIX. Su formación ya no era puramente experimental, sino que, mediante estudios de física y matemáticas, desarrollaban procesos exactos y comprobados.

Hoy en día los futuros ingenieros se preparan en programas educativos de gran nivel de exigencia. Deben aprobar cursos de matemáticas, física, química, programación por computadora, teoría del control y diversas materias dependiendo de su especialidad. Su formación dura entre cuatro y cinco años. Además, deben desarrollar proyectos durante todos sus estudios.

Los tiempos han cambiado desde aquellos días en que los ingenieros hablaban con las máquinas, pero su capacidad de comunicación con otras personas era casi nula, ahora son formados de una manera integral, con cursos de relaciones humanas, inteligencia emocional, entre otros. El gran esfuerzo requerido para terminar la carrera de ingeniero crea en el egresado un profundo sentimiento de orgullo.

CONCLUSIÓN

Con la aparición de la electricidad, la electrónica y la computación se abrieron una infinidad de posibilidades para el desarrollo de la ingeniería. Actualmente, un ingeniero es imprescindible para el avance de la ciencia y la tecnología. Podemos ver sus huellas en los edificios, carreteras, puentes, aparatos electrónicos, redes de transmisión de energía eléctrica, coches, sistemas de comunicación, aparatos médicos y todos los equipos que utilizamos actualmente. Dejemos un reconocimiento para todas las personas que han decidido estudiar la profesión de ingeniería y que, día a día, realizan avances tecnológicos a favor de nuestra sociedad.

Por cierto, el ingeniero Herbert Hoover, de quien hablamos al inicio, con el tiempo llegó a convertirse en presidente de los Estados Unidos. Esto demuestra que no existe un trabajo que no pueda llevar a cabo un ingeniero.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

El gran esfuerzo requerido para terminar la carrera de ingeniero crea en el egresado un profundo sentimiento de orgullo.