/ domingo 25 de abril de 2021

El universo de Maxwell | Isaac Newton

Isaac Newton nació en la mañana de Navidad de 1642 –de acuerdo al calendario juliano– en Woolsthorpe, Lincolnshire, Inglaterra. Fue un bebé prematuro al que no le dieron muchas esperanzas de vida –solía contar que al nacer cabía en un frasco de mermelada–. Su padre, un granjero del mismo nombre, había fallecido tres meses antes. Cuando tenía dos años, su madre, Hannah Ayscough, contrajo nupcias nuevamente con un clérigo llamado Barnabas Smith.

Parece que en la nueva vida de su madre no había lugar para el pequeño Newton, por lo que quedó bajo el cuidado de su abuela. Este hecho lo marcó fuertemente, y afectó su carácter y su forma de relacionarse con las demás personas durante toda su vida. En uno de sus diarios de niño, Newton anotó que llegó a amenazar a su padrastro y a su madre con incendiar la casa con ellos dentro.

En 1652 muere su padrastro, y su madre regresa junto con los tres hijos de su segundo matrimonio –además de una buena herencia– con el deseo de que Newton se encargue de la granja familiar. Afortunadamente, su tío ya había detectado el genio del niño y convence a su madre de que continúe en la escuela.

Newton no fue un alumno destacado en sus primeros años, era incapaz de poner atención en clase, sus profesores lo consideraban distraído y holgazán. Sin embargo, mostraba una gran curiosidad y habilidad para crear dispositivos mecánicos. A su regreso a los estudios, bajo la tutela del director de la escuela, John Stokes, cambió de actitud y se aplicó en las clases para poder acceder a la educación superior. A los dieciocho años ingresa al Trinity College, de la Universidad de Cambridge.

EL AÑO MARAVILLOSO

En 1665 la peste bubónica asoló a Inglaterra, por lo que la Universidad de Cambridge tuvo que cerrar sus puertas. En este año, llamado por Newton el “annus mirabilis”, regresó a Lincolnshire donde desarrolló investigaciones en mecánica, matemáticas, óptica y gravitación. En cierta ocasión, mientras descansaba a la sombra de un árbol, observó una manzana caer (la leyenda dice que le golpeó en la cabeza), y dedujo que debía existir una fuerza que atraía a la manzana, que era la misma que ocasionaba que la Luna orbitara alrededor de la Tierra, lo que dio paso a la formulación de la ley de la gravedad.

A su regreso a Cambridge, quedó bajo la dirección del profesor Isaac Barrow, fundador de la Royal Society, quien impartía la cátedra Lucasiana de matemáticas (puesto que ocupó Stephen Hawking en años recientes). Barrow ejerció una influencia considerable en Newton, e incluso fungió como la figura paterna de la que había carecido. Cuando Barrow deja el cargo para dedicarse a la teología, en 1669, recomienda a Newton para ocupar dicha cátedra.

EL CÁLCULO

Como profesor de la cátedra Lucasiana, Newton continúa con sus investigaciones en óptica, desarrolla una versión mejorada del telescopio, además de que analiza la composición de la luz. Sin embargo, sus teorías en esta materia no son bien recibidas por algunos científicos, en particular por Robert Hooke, con quien mantendría una enemistad de por vida.

En 1666 desarrolla los principios de una rama muy importante de las matemáticas: el cálculo diferencial e integral. Una década después, el matemático alemán Gottfried Leibniz publicó un tratado sobre el tema, en el que establece la notación que utilizamos hasta nuestros días. Esto ocasionó la ira de Newton, quien reclamó la autoría del cálculo.

El conflicto duraría décadas, enfrentando a los seguidores de ambos genios, y sólo acabaría a la muerte de ambos. En un momento dado, se decidió que la Royal Society emitiera un fallo al respecto, lo que hizo, obviamente, a favor de Newton (miembro influyente de la misma). Hoy, los historiadores coinciden en que ambos matemáticos desarrollaron el cálculo diferencial e integral de formar paralela y completamente independiente.

LOS PRINCIPIA

Posteriormente, Newton se interesa más por el estudio de la naturaleza y sus leyes. En 1687, a partir de una pugna con Hooke –y después de dos años de trabajo–, publica una de las obras más importantes de todos los tiempos, “Philosophiae naturalis principia mathematica”, conocidos como los “Principia”, escrito en tres volúmenes, en los que establece una descripción matemática del universo.

La edición de esta obra se debió principalmente al apoyo del astrónomo Edmond Halley (descubridor de la órbita del cometa que lleva su nombre), quien lo impulsó a publicarla, ya que Newton era reacio a compartir sus descubrimientos. En el libro primero de los Principia se establecen las tres leyes del movimiento.

VIDA PERSONAL

Una vez obtenida la fama y el reconocimiento general, Newton fue elegido miembro del Parlamento, en 1700 fue nombrado director de la Casa de Moneda –cargo que mantuvo por el resto de su vida–, y en 1703 presidente de la Royal Society. Su carácter, surgido a raíz del abandono que sufrió de niño, ocasionó que mantuviera enconadas disputas con varios científicos de la época. En lo que respecta a su vida sentimental, nunca se le conoció romance con alguna mujer, e incluso, algunos historiadores sugieren una homosexualidad reprimida.

En 1693 sufrió una crisis mental, quizás causada por envenenamiento, ya que desde unos años antes se había dedicado a la alquimia. Llegó a acusar a algunos de sus amigos de querer verlo muerto. Sin embargo, estos episodios de debilidad no afectaron su reputación como científico.

EL LEGADO

Newton estableció las bases de la moderna época científica. Sus leyes del movimiento y de la gravitación son los pilares de la ciencia e ingeniería actuales. Fue un hombre creyente, que sentía había sido puesto en la Tierra para descifrar las creaciones de Dios. Para él, la teología y las matemáticas eran parte de un solo sistema. Isaac Newton falleció el 31 de marzo de 1727, en Londres, a los 84 años.

Al final de su vida, expresó: “No sé cómo puedo ser visto por el mundo, pero en mi opinión, me he comportado como un niño que juega al borde del mar, y que se divierte con una piedra, mientras que el gran océano de la verdad se exponía ante mí completamente desconocido”.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

Isaac Newton nació en la mañana de Navidad de 1642 –de acuerdo al calendario juliano– en Woolsthorpe, Lincolnshire, Inglaterra. Fue un bebé prematuro al que no le dieron muchas esperanzas de vida –solía contar que al nacer cabía en un frasco de mermelada–. Su padre, un granjero del mismo nombre, había fallecido tres meses antes. Cuando tenía dos años, su madre, Hannah Ayscough, contrajo nupcias nuevamente con un clérigo llamado Barnabas Smith.

Parece que en la nueva vida de su madre no había lugar para el pequeño Newton, por lo que quedó bajo el cuidado de su abuela. Este hecho lo marcó fuertemente, y afectó su carácter y su forma de relacionarse con las demás personas durante toda su vida. En uno de sus diarios de niño, Newton anotó que llegó a amenazar a su padrastro y a su madre con incendiar la casa con ellos dentro.

En 1652 muere su padrastro, y su madre regresa junto con los tres hijos de su segundo matrimonio –además de una buena herencia– con el deseo de que Newton se encargue de la granja familiar. Afortunadamente, su tío ya había detectado el genio del niño y convence a su madre de que continúe en la escuela.

Newton no fue un alumno destacado en sus primeros años, era incapaz de poner atención en clase, sus profesores lo consideraban distraído y holgazán. Sin embargo, mostraba una gran curiosidad y habilidad para crear dispositivos mecánicos. A su regreso a los estudios, bajo la tutela del director de la escuela, John Stokes, cambió de actitud y se aplicó en las clases para poder acceder a la educación superior. A los dieciocho años ingresa al Trinity College, de la Universidad de Cambridge.

EL AÑO MARAVILLOSO

En 1665 la peste bubónica asoló a Inglaterra, por lo que la Universidad de Cambridge tuvo que cerrar sus puertas. En este año, llamado por Newton el “annus mirabilis”, regresó a Lincolnshire donde desarrolló investigaciones en mecánica, matemáticas, óptica y gravitación. En cierta ocasión, mientras descansaba a la sombra de un árbol, observó una manzana caer (la leyenda dice que le golpeó en la cabeza), y dedujo que debía existir una fuerza que atraía a la manzana, que era la misma que ocasionaba que la Luna orbitara alrededor de la Tierra, lo que dio paso a la formulación de la ley de la gravedad.

A su regreso a Cambridge, quedó bajo la dirección del profesor Isaac Barrow, fundador de la Royal Society, quien impartía la cátedra Lucasiana de matemáticas (puesto que ocupó Stephen Hawking en años recientes). Barrow ejerció una influencia considerable en Newton, e incluso fungió como la figura paterna de la que había carecido. Cuando Barrow deja el cargo para dedicarse a la teología, en 1669, recomienda a Newton para ocupar dicha cátedra.

EL CÁLCULO

Como profesor de la cátedra Lucasiana, Newton continúa con sus investigaciones en óptica, desarrolla una versión mejorada del telescopio, además de que analiza la composición de la luz. Sin embargo, sus teorías en esta materia no son bien recibidas por algunos científicos, en particular por Robert Hooke, con quien mantendría una enemistad de por vida.

En 1666 desarrolla los principios de una rama muy importante de las matemáticas: el cálculo diferencial e integral. Una década después, el matemático alemán Gottfried Leibniz publicó un tratado sobre el tema, en el que establece la notación que utilizamos hasta nuestros días. Esto ocasionó la ira de Newton, quien reclamó la autoría del cálculo.

El conflicto duraría décadas, enfrentando a los seguidores de ambos genios, y sólo acabaría a la muerte de ambos. En un momento dado, se decidió que la Royal Society emitiera un fallo al respecto, lo que hizo, obviamente, a favor de Newton (miembro influyente de la misma). Hoy, los historiadores coinciden en que ambos matemáticos desarrollaron el cálculo diferencial e integral de formar paralela y completamente independiente.

LOS PRINCIPIA

Posteriormente, Newton se interesa más por el estudio de la naturaleza y sus leyes. En 1687, a partir de una pugna con Hooke –y después de dos años de trabajo–, publica una de las obras más importantes de todos los tiempos, “Philosophiae naturalis principia mathematica”, conocidos como los “Principia”, escrito en tres volúmenes, en los que establece una descripción matemática del universo.

La edición de esta obra se debió principalmente al apoyo del astrónomo Edmond Halley (descubridor de la órbita del cometa que lleva su nombre), quien lo impulsó a publicarla, ya que Newton era reacio a compartir sus descubrimientos. En el libro primero de los Principia se establecen las tres leyes del movimiento.

VIDA PERSONAL

Una vez obtenida la fama y el reconocimiento general, Newton fue elegido miembro del Parlamento, en 1700 fue nombrado director de la Casa de Moneda –cargo que mantuvo por el resto de su vida–, y en 1703 presidente de la Royal Society. Su carácter, surgido a raíz del abandono que sufrió de niño, ocasionó que mantuviera enconadas disputas con varios científicos de la época. En lo que respecta a su vida sentimental, nunca se le conoció romance con alguna mujer, e incluso, algunos historiadores sugieren una homosexualidad reprimida.

En 1693 sufrió una crisis mental, quizás causada por envenenamiento, ya que desde unos años antes se había dedicado a la alquimia. Llegó a acusar a algunos de sus amigos de querer verlo muerto. Sin embargo, estos episodios de debilidad no afectaron su reputación como científico.

EL LEGADO

Newton estableció las bases de la moderna época científica. Sus leyes del movimiento y de la gravitación son los pilares de la ciencia e ingeniería actuales. Fue un hombre creyente, que sentía había sido puesto en la Tierra para descifrar las creaciones de Dios. Para él, la teología y las matemáticas eran parte de un solo sistema. Isaac Newton falleció el 31 de marzo de 1727, en Londres, a los 84 años.

Al final de su vida, expresó: “No sé cómo puedo ser visto por el mundo, pero en mi opinión, me he comportado como un niño que juega al borde del mar, y que se divierte con una piedra, mientras que el gran océano de la verdad se exponía ante mí completamente desconocido”.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com