/ domingo 31 de octubre de 2021

El universo de Maxwell | La Biblioteca de Alejandría

Hace 2 mil 300 años la Humanidad emprendió la gran odisea de guardar para la posteridad el conocimiento que tenía, para lo cual construyó una gran biblioteca en la que se concentraba todo el saber de la época. En esta ocasión comentaremos sobre la Biblioteca de Alejandría, el esplendor que llegó a alcanzar y la pérdida irreparable que significó su destrucción.

Alejandro Magno nació en julio del año 356 a.C. en Macedonia. Hijo de Filipo II y de Olimpia, fue adiestrado para la carrera militar por su padre, quien designó para su educación en las artes y las letras al sabio Aristóteles. A la muerte de Filipo II es elegido rey, con apenas 20 años de edad.

Al inicio de su reinado enfrentó la rebelión de las ciudades griegas, lideradas por Tebas y Atenas. Después de una campaña rápida y cruel, sometió a los griegos y se lanzó a la conquista de Persia. Alejandro Magno estimuló la búsqueda del conocimiento y aceptaba sin ningún prejuicio otras formas de pensar. Respetaba a dioses extraños y estimulaba a sus soldados a que se casaran con mujeres de los reinos que conquistaba.

ALEJANDRÍA

Alejandro Magno fundó la ciudad de Alejandría, en el año 331 a.C., en la zona occidental del delta del Nilo. Fue construida a escala suntuosa, con el fin de que se convirtiera en el centro mundial del comercio, la cultura y el saber. Estaba adornada por grandes avenidas de treinta metros de ancho, junto con palacios y estatuas. Además, poseía un enorme faro que guiaba a los marineros del mundo antiguo.

La población de Alejandría era muy diversa: soldados macedonios, sacerdotes egipcios, aristócratas griegos, marineros fenicios, mercaderes judíos y visitantes de diversas naciones. Se puede decir que fue aquí donde inició la gran aventura intelectual del Hombre.

LA BIBLIOTECA

La maravilla principal de Alejandría era su biblioteca. Sus trabajadores se dedicaban a recopilar libros y documentos de todas las culturas y lenguajes del mundo. Enviaban a sus agentes a otros países para adquirir colecciones de diversas bibliotecas. Todos los barcos que arribaban al puerto eran registrados, pero no en busca de contrabando, sino de libros. Cualquier rollo que se encontraba era decomisado para ser copiado y devuelto posteriormente.

Se estima que, en su época de esplendor, la Biblioteca de Alejandría llegó a albergar medio millón de rollos de papiro escritos a mano. Entre los sabios que estudiaron se encuentran los siguientes: Erastótenes, que realizó la primera medición de la Tierra; el astrónomo Hiparco, que ordenó el mapa de las constelaciones; Euclides, que compiló todo el conocimiento sobre geometría; Dionisio de Tracia, que definió las partes del discurso; Herófilo, el médico que estableció que el cerebro es la sede de la inteligencia.

Además, desarrollaron su trabajo otros eruditos: Herón de Alejandría, inventor de aparatos de vapor; Apolonio de Pérgamo, que definió las formas de las secciones cónicas (elipse, parábola e hipérbola); el genio mecánico Arquímedes y el astrónomo y geógrafo Tolomeo. Mención aparte merece la gran matemática y astrónoma Hipatia, cuyo martirio y muerte está asociado a la destrucción de la Biblioteca varios siglos después.

Entre los libros se encontraba uno de Aristarco de Samos que declaraba que la Tierra es uno más de los planetas que orbitan alrededor del Sol. Sólo podemos especular sobre todo el conocimiento que albergaba la Biblioteca, del cual sólo se conservaron algunos fragmentos.

Lo anterior es como si todo el acervo cultural de nuestro tiempo desapareciera y dentro de mil años nuestros descendientes sólo supieran que existió alguien llamado William Shakespeare, Miguel de Cervantes, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Carl Sagan o Stephen Hawking, pero no se conservaran más que unas hojas de sus libros.

EL FIN

La Biblioteca de Alejandría fue víctima de varios ataques y se vio en medio de conflictos bélicos (la ignorancia, la estupidez y la maldad humana no son exclusivas de nuestros tiempos). El primero fue en el año 47 a.C. En la guerra por el trono de Egipto entre Julio César –quien había acudido en apoyo de Cleopatra– y Ptolomeo XIII, se produjo un incendio en el que se quemaron miles de rollos.

La destrucción ocurrió a finales del siglo IV, a manos de fanáticos cristianos quienes estaban en contra de cualquier rito pagano y del conocimiento que no estuviera en las Sagradas Escrituras. El golpe final a la Biblioteca ocurrió en el año 640 d.C., cuando el Imperio bizantino sufrió la invasión de los árabes. Alejandría fue capturada por un ejército musulmán comandado por Amr ibn al-As, quien destruyó la Biblioteca cumpliendo una orden del califa Omar.

Desgraciadamente, existen otros episodios en los que se han quemado gran cantidad de libros, como en las Cruzadas, en el ascenso al poder de los nazis en la Alemania de los años treinta o en la invasión a Irak a finales del siglo pasado.

En 1989 dio inicio la construcción de la nueva Biblioteca de Alejandría, con el apoyo de varios países, coordinados por la UNESCO. Fue inaugurada en octubre del 2002 y, de acuerdo al diario español El País, “Igual que la primera, la segunda Biblioteca Alejandrina tiene secciones dedicadas a la astronomía, la medicina, el arte, la historia, la filosofía, la botánica, la geografía y las matemáticas, con volúmenes en muchos casos manuscritos. En ésta, no obstante y por razones obvias, tampoco faltan decenas de miles de títulos sobre física cuántica, alta tecnología, electrónica, informática, ciencias económicas y el mundo de los negocios, en soportes que van desde la fibra óptica al microfilm”.

CONCLUSIÓN

La Biblioteca de Alejandría representó el primer intento del Hombre de concentrar en un espacio todo el conocimiento de la época. Un lugar en el que, sin restricciones de religión, raza o nacionalidad, se dedicaran a explorar el Cosmos. Aunque desapareció víctima de la barbarie que ha acompañado a la Humanidad durante toda su historia, nos dejó un legado de que es posible realizar una labor de esta magnitud.

Es bueno recordar la historia de la Biblioteca en estos días, y tener presente la mejor herramienta que puede tener un país para ofrecer un mejor futuro a sus niños y jóvenes: la educación.

  • rechavarrias@upv.edu.mx

Hace 2 mil 300 años la Humanidad emprendió la gran odisea de guardar para la posteridad el conocimiento que tenía, para lo cual construyó una gran biblioteca en la que se concentraba todo el saber de la época. En esta ocasión comentaremos sobre la Biblioteca de Alejandría, el esplendor que llegó a alcanzar y la pérdida irreparable que significó su destrucción.

Alejandro Magno nació en julio del año 356 a.C. en Macedonia. Hijo de Filipo II y de Olimpia, fue adiestrado para la carrera militar por su padre, quien designó para su educación en las artes y las letras al sabio Aristóteles. A la muerte de Filipo II es elegido rey, con apenas 20 años de edad.

Al inicio de su reinado enfrentó la rebelión de las ciudades griegas, lideradas por Tebas y Atenas. Después de una campaña rápida y cruel, sometió a los griegos y se lanzó a la conquista de Persia. Alejandro Magno estimuló la búsqueda del conocimiento y aceptaba sin ningún prejuicio otras formas de pensar. Respetaba a dioses extraños y estimulaba a sus soldados a que se casaran con mujeres de los reinos que conquistaba.

ALEJANDRÍA

Alejandro Magno fundó la ciudad de Alejandría, en el año 331 a.C., en la zona occidental del delta del Nilo. Fue construida a escala suntuosa, con el fin de que se convirtiera en el centro mundial del comercio, la cultura y el saber. Estaba adornada por grandes avenidas de treinta metros de ancho, junto con palacios y estatuas. Además, poseía un enorme faro que guiaba a los marineros del mundo antiguo.

La población de Alejandría era muy diversa: soldados macedonios, sacerdotes egipcios, aristócratas griegos, marineros fenicios, mercaderes judíos y visitantes de diversas naciones. Se puede decir que fue aquí donde inició la gran aventura intelectual del Hombre.

LA BIBLIOTECA

La maravilla principal de Alejandría era su biblioteca. Sus trabajadores se dedicaban a recopilar libros y documentos de todas las culturas y lenguajes del mundo. Enviaban a sus agentes a otros países para adquirir colecciones de diversas bibliotecas. Todos los barcos que arribaban al puerto eran registrados, pero no en busca de contrabando, sino de libros. Cualquier rollo que se encontraba era decomisado para ser copiado y devuelto posteriormente.

Se estima que, en su época de esplendor, la Biblioteca de Alejandría llegó a albergar medio millón de rollos de papiro escritos a mano. Entre los sabios que estudiaron se encuentran los siguientes: Erastótenes, que realizó la primera medición de la Tierra; el astrónomo Hiparco, que ordenó el mapa de las constelaciones; Euclides, que compiló todo el conocimiento sobre geometría; Dionisio de Tracia, que definió las partes del discurso; Herófilo, el médico que estableció que el cerebro es la sede de la inteligencia.

Además, desarrollaron su trabajo otros eruditos: Herón de Alejandría, inventor de aparatos de vapor; Apolonio de Pérgamo, que definió las formas de las secciones cónicas (elipse, parábola e hipérbola); el genio mecánico Arquímedes y el astrónomo y geógrafo Tolomeo. Mención aparte merece la gran matemática y astrónoma Hipatia, cuyo martirio y muerte está asociado a la destrucción de la Biblioteca varios siglos después.

Entre los libros se encontraba uno de Aristarco de Samos que declaraba que la Tierra es uno más de los planetas que orbitan alrededor del Sol. Sólo podemos especular sobre todo el conocimiento que albergaba la Biblioteca, del cual sólo se conservaron algunos fragmentos.

Lo anterior es como si todo el acervo cultural de nuestro tiempo desapareciera y dentro de mil años nuestros descendientes sólo supieran que existió alguien llamado William Shakespeare, Miguel de Cervantes, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Carl Sagan o Stephen Hawking, pero no se conservaran más que unas hojas de sus libros.

EL FIN

La Biblioteca de Alejandría fue víctima de varios ataques y se vio en medio de conflictos bélicos (la ignorancia, la estupidez y la maldad humana no son exclusivas de nuestros tiempos). El primero fue en el año 47 a.C. En la guerra por el trono de Egipto entre Julio César –quien había acudido en apoyo de Cleopatra– y Ptolomeo XIII, se produjo un incendio en el que se quemaron miles de rollos.

La destrucción ocurrió a finales del siglo IV, a manos de fanáticos cristianos quienes estaban en contra de cualquier rito pagano y del conocimiento que no estuviera en las Sagradas Escrituras. El golpe final a la Biblioteca ocurrió en el año 640 d.C., cuando el Imperio bizantino sufrió la invasión de los árabes. Alejandría fue capturada por un ejército musulmán comandado por Amr ibn al-As, quien destruyó la Biblioteca cumpliendo una orden del califa Omar.

Desgraciadamente, existen otros episodios en los que se han quemado gran cantidad de libros, como en las Cruzadas, en el ascenso al poder de los nazis en la Alemania de los años treinta o en la invasión a Irak a finales del siglo pasado.

En 1989 dio inicio la construcción de la nueva Biblioteca de Alejandría, con el apoyo de varios países, coordinados por la UNESCO. Fue inaugurada en octubre del 2002 y, de acuerdo al diario español El País, “Igual que la primera, la segunda Biblioteca Alejandrina tiene secciones dedicadas a la astronomía, la medicina, el arte, la historia, la filosofía, la botánica, la geografía y las matemáticas, con volúmenes en muchos casos manuscritos. En ésta, no obstante y por razones obvias, tampoco faltan decenas de miles de títulos sobre física cuántica, alta tecnología, electrónica, informática, ciencias económicas y el mundo de los negocios, en soportes que van desde la fibra óptica al microfilm”.

CONCLUSIÓN

La Biblioteca de Alejandría representó el primer intento del Hombre de concentrar en un espacio todo el conocimiento de la época. Un lugar en el que, sin restricciones de religión, raza o nacionalidad, se dedicaran a explorar el Cosmos. Aunque desapareció víctima de la barbarie que ha acompañado a la Humanidad durante toda su historia, nos dejó un legado de que es posible realizar una labor de esta magnitud.

Es bueno recordar la historia de la Biblioteca en estos días, y tener presente la mejor herramienta que puede tener un país para ofrecer un mejor futuro a sus niños y jóvenes: la educación.

  • rechavarrias@upv.edu.mx