/ domingo 10 de mayo de 2020

El Universo de Maxwell | Madres especiales

A todas las mamás en su día, en especial a mi madre, María del Carmen.

Hemos comentado varias veces sobre las vidas de los grandes científicos que han cambiado la historia de la humanidad, pero en pocas ocasiones nos hemos puesto a pensar en el ambiente que existía en su casa, y la motivación que pudieron encontrar en su familia, en especial en sus madres, para llevar a cabo su cometido.

Aunque en la mayoría de los casos existe poca información al respecto, en esta ocasión comentaremos sobre algunas madres que impulsaron a sus hijos a encontrar su camino en la ciencia, lo cual debemos de agradecerles.

LA MADRE DE EDISON

El pequeño Thomas Alva Edison llevaba apenas tres meses en una escuela pública de Michigan –a donde su familia había llegado, procedente de Ohio–, notaba cierta animadversión de sus profesores, además de hostilidad de sus compañeros. Su forma de aprender no era igual que la de los demás alumnos de la clase. Al terminar la jornada escolar su profesor le entregó una carta, indicándole claramente que no la abriera y se la entregara a su madre al llegar a casa.

Cuando Nancy Elliot, la madre del pequeño Edison, abrió la carta empezó a llorar, por lo que el niño le preguntó si pasaba algo malo con él; inmediatamente cesaron las lágrimas y la señora le dijo que lloraba de alegría porque en la carta le decían que él era un niño demasiado inteligente, un genio, y por lo tanto en la escuela ya no podían enseñarle más, así que lo mejor era que ella misma, como era profesora, le diera clases particulares en casa.

Edison se sintió profundamente motivado por esta noticia, y empezó a devorar todos los libros que encontraba. Gracias a su trabajo como repartidor de periódicos, ahorró para pagar los dos dólares que costaba la inscripción a la biblioteca de la ciudad (la leyenda dice que leyó todo lo que había en ella). A partir de ahí la carrera como científico e inventor de Thomas Edison resultó impresionante, fue una de las personas que forjaron el mundo moderno. Ostenta el récord de 1,093 patentes en su vida.

Hay un dato muy importante que debemos anotar, cuando Edison tenía 24 años su madre murió. Al recoger sus cosas encontró aquella carta que le había enviado su profesor, se puso a leerla y descubrió que su contenido era muy diferente al que le había dicho su mamá, lo que en realidad decía era lo siguiente: “Estimada señora Nancy, lamentamos decirle que su hijo es muy lento para aprender, tiene un problema mental y por lo tanto no podremos recibirlo más en este colegio”; en ese momento quien empezó a llorar fue él, al darse cuenta de la grandeza de su madre.

Lo anterior tuvo un efecto profundo en Thomas Edison, que recordaría por el resto de su vida; solía decir: “mi madre me formó, ella estaba tan segura de mí, que sentí que tenía una misión que cumplir, que no podía decepcionarla”.

LA MADRE DE TESLA

En 1875 el futuro parecía pintar muy bien para el gran inventor Nikola Tesla, ya que había ingresado a la Escuela Politécnica de Austria, con una beca proporcionada por el Gobierno de su país. Sin embargo, las cosas cambiaron en poco tiempo, ya que un año después le suspendieron el apoyo, y el sueldo de su padre como Ministro de la Iglesia no alcanzaba para mantenerlo.

Tesla se mudó a Praga, con apoyo de su madre, pero solo asistió a la universidad como oyente y estudió unos cursos de forma autodidacta. En esa época surgió su afición al juego de cartas, lo cual le afectó tanto que lo expulsaron no solamente de la universidad, sino también de la ciudad, por el tipo de vida que llevaba.

Debido a lo anterior –aunado a que su padre había fallecido–, Tesla regresó a su casa y continuó con su adicción al juego, con lo que perdió el poco dinero que le quedaba. Empezó a tomar dinero de la casa, a vender sus cosas y a pedir prestado para seguir en el juego. El punto culminante que cambió su vida, fue una tarde que regresó a su casa en busca de más dinero para continuar jugando, y al verlo, su madre le dio un fajo de billetes y le dijo: “ve y diviértete, mientras más rápido te acabes lo que nos queda, será mejor”.

Esas palabras y la actitud de su madre causaron tal impacto en Tesla, que nunca más en su vida volvió a jugar cartas. Incluso, el recuerdo de ese momento le ayudó en el futuro para superar su adicción al café y al tabaco.

Tesla siempre comentó que su memoria fotográfica y su capacidad para la invención las había heredado de su madre, quien llevó el nombre de Duka Mandic. Desgraciadamente, en esa época una mujer no tenía ninguna oportunidad para destacar en algún trabajo, y menos en la ciencia. Sin embargo, ella tuvo la capacidad de ver el talento de su hijo, y regresarlo al buen camino (les aseguro que el desarrollo de la ingeniería eléctrica hubiera sido muy diferente sin la acción de la señora Mandic).

LA MADRE DEL COSMOS

El gran científico y divulgador Carl Sagan recuerda con mucho cariño su infancia en Nueva York, con sus padres. Al respecto, alguna vez comentó lo siguiente: “Mis padres no eran científicos. No sabían casi nada de ciencia. Su situación económica no superaba en mucho el nivel de pobreza. Pero cuando anuncié que quería ser astrónomo recibí un apoyo incondicional, a pesar de que ellos (como yo) sólo tenían una idea rudimentaria de lo que hace un astrónomo. Nunca me sugirieron que a lo mejor sería más oportuno que me hiciera médico o abogado”.

A pesar de que Sagan reconoció la gran influencia que tuvieron sus profesores en su formación, en especial los de la universidad, siempre afirmó que lo esencial lo aprendió de sus padres, en los primeros años a su lado. Por lo tanto, es justo reconocer a esa mujer, con apenas un poco de educación, y casi en la pobreza, que supo inculcar a su hijo el amor a la ciencia. Gracias a esa labor, es que décadas después pudimos disfrutar la maravillosa serie de divulgación científica “Cosmos” (entre otros legados de Carl Sagan).

CONCLUSIÓN

Los anteriores son sólo algunos casos de mujeres que, a pesar de no contar con educación y ser de pocos recursos, supieron dar a sus hijos un mejor futuro. Sin su labor, muy probablemente el desarrollo de algunas áreas de la ciencia habría sido muy diferente.

Supongo que el lector también tendrá un caso que narrar, y algo que agradecer a su mamá que creyó en él y lo apoyó para conseguir sus metas. Aunque no existe la madre perfecta, ya que no venimos a este mundo con instrucciones, su labor es muy importante en el desarrollo de cada uno de nosotros.

En lo que a mí respecta, siempre agradeceré a mi madre su mensaje de que no había otro camino más que el estudio para progresar en la vida. Uno de los recuerdos más bellos que tengo y que me ha motivado a continuar en mi carrera, es la visión de aquella mujer que caminaba por la calle con sus cinco hijos rumbo a la escuela primaria, llevándolos no sólo hacia la educación, sino a un mejor futuro. Gracias, madre.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

A todas las mamás en su día, en especial a mi madre, María del Carmen.

Hemos comentado varias veces sobre las vidas de los grandes científicos que han cambiado la historia de la humanidad, pero en pocas ocasiones nos hemos puesto a pensar en el ambiente que existía en su casa, y la motivación que pudieron encontrar en su familia, en especial en sus madres, para llevar a cabo su cometido.

Aunque en la mayoría de los casos existe poca información al respecto, en esta ocasión comentaremos sobre algunas madres que impulsaron a sus hijos a encontrar su camino en la ciencia, lo cual debemos de agradecerles.

LA MADRE DE EDISON

El pequeño Thomas Alva Edison llevaba apenas tres meses en una escuela pública de Michigan –a donde su familia había llegado, procedente de Ohio–, notaba cierta animadversión de sus profesores, además de hostilidad de sus compañeros. Su forma de aprender no era igual que la de los demás alumnos de la clase. Al terminar la jornada escolar su profesor le entregó una carta, indicándole claramente que no la abriera y se la entregara a su madre al llegar a casa.

Cuando Nancy Elliot, la madre del pequeño Edison, abrió la carta empezó a llorar, por lo que el niño le preguntó si pasaba algo malo con él; inmediatamente cesaron las lágrimas y la señora le dijo que lloraba de alegría porque en la carta le decían que él era un niño demasiado inteligente, un genio, y por lo tanto en la escuela ya no podían enseñarle más, así que lo mejor era que ella misma, como era profesora, le diera clases particulares en casa.

Edison se sintió profundamente motivado por esta noticia, y empezó a devorar todos los libros que encontraba. Gracias a su trabajo como repartidor de periódicos, ahorró para pagar los dos dólares que costaba la inscripción a la biblioteca de la ciudad (la leyenda dice que leyó todo lo que había en ella). A partir de ahí la carrera como científico e inventor de Thomas Edison resultó impresionante, fue una de las personas que forjaron el mundo moderno. Ostenta el récord de 1,093 patentes en su vida.

Hay un dato muy importante que debemos anotar, cuando Edison tenía 24 años su madre murió. Al recoger sus cosas encontró aquella carta que le había enviado su profesor, se puso a leerla y descubrió que su contenido era muy diferente al que le había dicho su mamá, lo que en realidad decía era lo siguiente: “Estimada señora Nancy, lamentamos decirle que su hijo es muy lento para aprender, tiene un problema mental y por lo tanto no podremos recibirlo más en este colegio”; en ese momento quien empezó a llorar fue él, al darse cuenta de la grandeza de su madre.

Lo anterior tuvo un efecto profundo en Thomas Edison, que recordaría por el resto de su vida; solía decir: “mi madre me formó, ella estaba tan segura de mí, que sentí que tenía una misión que cumplir, que no podía decepcionarla”.

LA MADRE DE TESLA

En 1875 el futuro parecía pintar muy bien para el gran inventor Nikola Tesla, ya que había ingresado a la Escuela Politécnica de Austria, con una beca proporcionada por el Gobierno de su país. Sin embargo, las cosas cambiaron en poco tiempo, ya que un año después le suspendieron el apoyo, y el sueldo de su padre como Ministro de la Iglesia no alcanzaba para mantenerlo.

Tesla se mudó a Praga, con apoyo de su madre, pero solo asistió a la universidad como oyente y estudió unos cursos de forma autodidacta. En esa época surgió su afición al juego de cartas, lo cual le afectó tanto que lo expulsaron no solamente de la universidad, sino también de la ciudad, por el tipo de vida que llevaba.

Debido a lo anterior –aunado a que su padre había fallecido–, Tesla regresó a su casa y continuó con su adicción al juego, con lo que perdió el poco dinero que le quedaba. Empezó a tomar dinero de la casa, a vender sus cosas y a pedir prestado para seguir en el juego. El punto culminante que cambió su vida, fue una tarde que regresó a su casa en busca de más dinero para continuar jugando, y al verlo, su madre le dio un fajo de billetes y le dijo: “ve y diviértete, mientras más rápido te acabes lo que nos queda, será mejor”.

Esas palabras y la actitud de su madre causaron tal impacto en Tesla, que nunca más en su vida volvió a jugar cartas. Incluso, el recuerdo de ese momento le ayudó en el futuro para superar su adicción al café y al tabaco.

Tesla siempre comentó que su memoria fotográfica y su capacidad para la invención las había heredado de su madre, quien llevó el nombre de Duka Mandic. Desgraciadamente, en esa época una mujer no tenía ninguna oportunidad para destacar en algún trabajo, y menos en la ciencia. Sin embargo, ella tuvo la capacidad de ver el talento de su hijo, y regresarlo al buen camino (les aseguro que el desarrollo de la ingeniería eléctrica hubiera sido muy diferente sin la acción de la señora Mandic).

LA MADRE DEL COSMOS

El gran científico y divulgador Carl Sagan recuerda con mucho cariño su infancia en Nueva York, con sus padres. Al respecto, alguna vez comentó lo siguiente: “Mis padres no eran científicos. No sabían casi nada de ciencia. Su situación económica no superaba en mucho el nivel de pobreza. Pero cuando anuncié que quería ser astrónomo recibí un apoyo incondicional, a pesar de que ellos (como yo) sólo tenían una idea rudimentaria de lo que hace un astrónomo. Nunca me sugirieron que a lo mejor sería más oportuno que me hiciera médico o abogado”.

A pesar de que Sagan reconoció la gran influencia que tuvieron sus profesores en su formación, en especial los de la universidad, siempre afirmó que lo esencial lo aprendió de sus padres, en los primeros años a su lado. Por lo tanto, es justo reconocer a esa mujer, con apenas un poco de educación, y casi en la pobreza, que supo inculcar a su hijo el amor a la ciencia. Gracias a esa labor, es que décadas después pudimos disfrutar la maravillosa serie de divulgación científica “Cosmos” (entre otros legados de Carl Sagan).

CONCLUSIÓN

Los anteriores son sólo algunos casos de mujeres que, a pesar de no contar con educación y ser de pocos recursos, supieron dar a sus hijos un mejor futuro. Sin su labor, muy probablemente el desarrollo de algunas áreas de la ciencia habría sido muy diferente.

Supongo que el lector también tendrá un caso que narrar, y algo que agradecer a su mamá que creyó en él y lo apoyó para conseguir sus metas. Aunque no existe la madre perfecta, ya que no venimos a este mundo con instrucciones, su labor es muy importante en el desarrollo de cada uno de nosotros.

En lo que a mí respecta, siempre agradeceré a mi madre su mensaje de que no había otro camino más que el estudio para progresar en la vida. Uno de los recuerdos más bellos que tengo y que me ha motivado a continuar en mi carrera, es la visión de aquella mujer que caminaba por la calle con sus cinco hijos rumbo a la escuela primaria, llevándolos no sólo hacia la educación, sino a un mejor futuro. Gracias, madre.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com