/ domingo 4 de octubre de 2020

El Universo de Maxwell | Sin lugar para los débiles

En la actualidad la teoría de que las especies evolucionan es ampliamente aceptada entre la comunidad científica y la religiosa. Sin embargo, hace unos siglos la creencia válida se basaba en una interpretación literal de la Biblia. En el siglo XVII un obispo de la Iglesia anglicana, James Ussher, fijó la fecha de la Creación en el 23 de octubre de 4004 a.C. Unos años después, Charles Lightfoot, de la Universidad de Cambridge, agregó la hora exacta: las 9:00 a.m. de ese día.

En esta ocasión comentaremos sobre el científico que, con su teoría, sacudió los cimientos de la interpretación bíblica sobre la aparición de la vida en la Tierra.

PRIMEROS AÑOS

Charles Robert Darwin nació el 12 de febrero de 1809, en Shrewsbury, Inglaterra. Fue el quinto de seis hijos en una familia educada y de buena posición económica. Aunque eran cristianos, sus abuelos –ambos fueron figuras importantes de la Ilustración–y su padre estaban abiertos a nuevas ideas.

Darwin ingresó a la Universidad de Edimburgo con el fin de estudiar medicina. Faltaban años para el uso del cloroformo como anestésico, por lo que las cirugías eran una experiencia terrible que no pudo soportar. Por lo tanto, abandona sus planes de ser médico y se inscribe en la Universidad de Cambridge para convertirse en clérigo. Aunque distaba de ser una persona religiosa, sus estudios le dejaban mucho tiempo libre que podía dedicar a su gran pasión: la biología. Pasaba las horas en los jardines caminando y recolectando insectos. Se gradúa en 1831, pero antes de iniciar su carrera eclesiástica lo invitan a un viaje que cambiaría su vida y la historia de la ciencia.

EL BEAGLE

El tutor de Darwin en Cambridge lo recomendó para integrarse, como naturalista, a la expedición del bergantín HMS Beagle, el cual zarparía con la misión de explorar y cartografiar América del Sur. El buque zarpó, el 27 de diciembre de 1831, de la bahía de Plymouth y tuvo una duración de cinco años. La travesía sería la más importante en la historia de la Humanidad, sólo por debajo del viaje de Cristóbal Colón.

Durante este viaje, que inició a sus 22 años, Darwin recorrió cuatro continentes, fue a Tahití, Nueva Zelanda, Tasmania, Australia, la Isla de la Ascensión, las Islas de Cabo Verde, las Azores y, en particular, las Galápagos. Aunque empezó a sufrir mareos crónicos, que afectarían su salud por el resto de su vida, se dedicó por completo a recolectar especímenes y rocas. Además, disponía de bastante tiempo libre para leer y reflexionar.

EL Beagle realizó una escala de cinco semanas en las Islas Galápagos, a casi mil kilómetros de la costa de Ecuador. Aquí encontró Darwin un museo viviente en el que pudo estudiar a lagartos gigantescos, enormes tortugas, grandes cangrejos y leones marinos, entre otras especies. Lo que observó fue que cada isla, aunque tenía clima y geografía similar a las demás, había desarrollado una fauna muy particular.

Por ejemplo, observó que cada isla tenía una clase de gorriones que presentaban diferencias, aunque pertenecían a la misma familia, de los de otras islas. Observó lo mismo en las tórtolas, los lagartos, los insectos y los caracoles. Comenzó a preguntarse a que se debían estas variaciones.

Darwin anotó en su diario la idea germinal de su teoría que sacudiría al mundo científico: “Podría pensarse que las distintas especies han ido sufriendo modificaciones con fines diferentes. Parece que en estas pequeñas islas, rocosas y estériles, nos hallamos más cerca del misterio de los misterios: la primera aparición de nuevos seres vivos sobre la Tierra”. Es necesario anotar que en esa época la idea aceptada era la que se basaba en el Génesis bíblico, que todas las especies fueron creadas al mismo tiempo.

LA EVOLUCIÓN

A su regreso a Inglaterra, Darwin continuó trabajando en el desarrollo de su teoría. Trabajó en ella durante veinte años, observando diferentes especies de animales y plantas. Concluyó que la evolución no era un fenómeno insólito que sólo había ocurrido en una isla remota, sino un proceso común en todos los lugares.

Para el año de 1858 Darwin había escrito alrededor de un cuarto de millón de palabras referentes a la teoría de la evolución, pero no había publicado una sola. Ese año recibió una carta procedente de las Indias Orientales, escrita por un admirador suyo, el zoólogo Alfred Russell Wallace, en la que le exponía unas ideas semejantes sobre adaptación al medio, lucha por la existencia y selección natural.

Debido a lo anterior, Darwin se dio cuenta de que era urgente que presentara su teoría ante la comunidad científica. Sin embargo, no quería parecer deshonesto con Russell, por lo que propuso que ambos presentaran las nuevas ideas en la reunión de la Linnean Society. Su teoría de la evolución se puede resumir en los siguientes puntos.

Primero: Los seres vivos tienden a reproducirse en progresión geométrica. A pesar de ello, el número de individuos de cada especie tiende a permanecer más o menos constante. La competencia entre los individuos de una misma especie, y los de distintas especies impide que su número exceda ciertos límites. Ésta es la lucha por la existencia.

Segundo: Todos los seres vivos tienden a diferenciarse los unos de los otros. Aunque no todas las variaciones son hereditarias, algunas sí se transmiten de esta manera. Por lo tanto, ya que los seres vivos están sometidos a la lucha por la existencia y no todos son iguales, algunos sobreviven debido a ciertas variaciones que los hacen superiores a los demás. Esta es la selección natural.

Se puede concluir que, actuando por medio de pequeñas variaciones durante miles de generaciones, la selección natural produce cambios importantes. Esto es la evolución.

La presentación tuvo un impacto brutal en la sociedad de la época, ganando adeptos y enemigos. En 1859 Darwin publica su magna obra “El origen de las especies”, cuya primera edición se agotó en un día. En Oxford se realizó un debate entre el obispo de la Iglesia anglicana, Samuel Wilberforce, y el biólogo Thomas Huxley, seguidor de Darwin. Después de una acalorada discusión ante un público expectante, el biólogo resultó vencedor.

VIDA PERSONAL

Darwin se casó con su prima Emma Wedgwood, el 29 de enero de 1839. Padeció una salud delicada durante la segunda mitad de su vida, y Emma se convirtió en su enfermera personal. El matrimonio tuvo diez hijos, de los que sobrevivieron siete. Era un padre amoroso que se pasaba la mayor parte del tiempo en su casa, en la que también desarrollaba su labor científica. Emma era una creyente convencida, pero esto nunca afectó su matrimonio, ambos respetaron siempre la forma de pensar de su pareja.

Darwin sabía que la consanguinidad deteriora a las siguientes generaciones, ya sean plantas o animales. Ahora sabemos que sus temores estaban justificados: su descendencia sufrió muertes prematuras y falta de fertilidad por culpa de la endogamia.

LEGADO

Aunque fue ridiculizado y, hasta el día de hoy, existen personas que rechazan sus ideas, el trabajo de Darwin representó un salto gigantesco en la ciencia y nos ha permitido comprender el desarrollo de las especies en el transcurso de la historia. Charles Darwin falleció el 19 de abril de 1882, en Kent, Inglaterra. Tuvo un funeral de Estado y fue enterrado en la Abadía de Westminster, junto a otros grandes hombres, como Isaac Newton.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

Obispo Samuel Wilberforce

“¿Sostiene acaso el caballero que él desciende de un mono por la línea materna o paterna?”.

En la actualidad la teoría de que las especies evolucionan es ampliamente aceptada entre la comunidad científica y la religiosa. Sin embargo, hace unos siglos la creencia válida se basaba en una interpretación literal de la Biblia. En el siglo XVII un obispo de la Iglesia anglicana, James Ussher, fijó la fecha de la Creación en el 23 de octubre de 4004 a.C. Unos años después, Charles Lightfoot, de la Universidad de Cambridge, agregó la hora exacta: las 9:00 a.m. de ese día.

En esta ocasión comentaremos sobre el científico que, con su teoría, sacudió los cimientos de la interpretación bíblica sobre la aparición de la vida en la Tierra.

PRIMEROS AÑOS

Charles Robert Darwin nació el 12 de febrero de 1809, en Shrewsbury, Inglaterra. Fue el quinto de seis hijos en una familia educada y de buena posición económica. Aunque eran cristianos, sus abuelos –ambos fueron figuras importantes de la Ilustración–y su padre estaban abiertos a nuevas ideas.

Darwin ingresó a la Universidad de Edimburgo con el fin de estudiar medicina. Faltaban años para el uso del cloroformo como anestésico, por lo que las cirugías eran una experiencia terrible que no pudo soportar. Por lo tanto, abandona sus planes de ser médico y se inscribe en la Universidad de Cambridge para convertirse en clérigo. Aunque distaba de ser una persona religiosa, sus estudios le dejaban mucho tiempo libre que podía dedicar a su gran pasión: la biología. Pasaba las horas en los jardines caminando y recolectando insectos. Se gradúa en 1831, pero antes de iniciar su carrera eclesiástica lo invitan a un viaje que cambiaría su vida y la historia de la ciencia.

EL BEAGLE

El tutor de Darwin en Cambridge lo recomendó para integrarse, como naturalista, a la expedición del bergantín HMS Beagle, el cual zarparía con la misión de explorar y cartografiar América del Sur. El buque zarpó, el 27 de diciembre de 1831, de la bahía de Plymouth y tuvo una duración de cinco años. La travesía sería la más importante en la historia de la Humanidad, sólo por debajo del viaje de Cristóbal Colón.

Durante este viaje, que inició a sus 22 años, Darwin recorrió cuatro continentes, fue a Tahití, Nueva Zelanda, Tasmania, Australia, la Isla de la Ascensión, las Islas de Cabo Verde, las Azores y, en particular, las Galápagos. Aunque empezó a sufrir mareos crónicos, que afectarían su salud por el resto de su vida, se dedicó por completo a recolectar especímenes y rocas. Además, disponía de bastante tiempo libre para leer y reflexionar.

EL Beagle realizó una escala de cinco semanas en las Islas Galápagos, a casi mil kilómetros de la costa de Ecuador. Aquí encontró Darwin un museo viviente en el que pudo estudiar a lagartos gigantescos, enormes tortugas, grandes cangrejos y leones marinos, entre otras especies. Lo que observó fue que cada isla, aunque tenía clima y geografía similar a las demás, había desarrollado una fauna muy particular.

Por ejemplo, observó que cada isla tenía una clase de gorriones que presentaban diferencias, aunque pertenecían a la misma familia, de los de otras islas. Observó lo mismo en las tórtolas, los lagartos, los insectos y los caracoles. Comenzó a preguntarse a que se debían estas variaciones.

Darwin anotó en su diario la idea germinal de su teoría que sacudiría al mundo científico: “Podría pensarse que las distintas especies han ido sufriendo modificaciones con fines diferentes. Parece que en estas pequeñas islas, rocosas y estériles, nos hallamos más cerca del misterio de los misterios: la primera aparición de nuevos seres vivos sobre la Tierra”. Es necesario anotar que en esa época la idea aceptada era la que se basaba en el Génesis bíblico, que todas las especies fueron creadas al mismo tiempo.

LA EVOLUCIÓN

A su regreso a Inglaterra, Darwin continuó trabajando en el desarrollo de su teoría. Trabajó en ella durante veinte años, observando diferentes especies de animales y plantas. Concluyó que la evolución no era un fenómeno insólito que sólo había ocurrido en una isla remota, sino un proceso común en todos los lugares.

Para el año de 1858 Darwin había escrito alrededor de un cuarto de millón de palabras referentes a la teoría de la evolución, pero no había publicado una sola. Ese año recibió una carta procedente de las Indias Orientales, escrita por un admirador suyo, el zoólogo Alfred Russell Wallace, en la que le exponía unas ideas semejantes sobre adaptación al medio, lucha por la existencia y selección natural.

Debido a lo anterior, Darwin se dio cuenta de que era urgente que presentara su teoría ante la comunidad científica. Sin embargo, no quería parecer deshonesto con Russell, por lo que propuso que ambos presentaran las nuevas ideas en la reunión de la Linnean Society. Su teoría de la evolución se puede resumir en los siguientes puntos.

Primero: Los seres vivos tienden a reproducirse en progresión geométrica. A pesar de ello, el número de individuos de cada especie tiende a permanecer más o menos constante. La competencia entre los individuos de una misma especie, y los de distintas especies impide que su número exceda ciertos límites. Ésta es la lucha por la existencia.

Segundo: Todos los seres vivos tienden a diferenciarse los unos de los otros. Aunque no todas las variaciones son hereditarias, algunas sí se transmiten de esta manera. Por lo tanto, ya que los seres vivos están sometidos a la lucha por la existencia y no todos son iguales, algunos sobreviven debido a ciertas variaciones que los hacen superiores a los demás. Esta es la selección natural.

Se puede concluir que, actuando por medio de pequeñas variaciones durante miles de generaciones, la selección natural produce cambios importantes. Esto es la evolución.

La presentación tuvo un impacto brutal en la sociedad de la época, ganando adeptos y enemigos. En 1859 Darwin publica su magna obra “El origen de las especies”, cuya primera edición se agotó en un día. En Oxford se realizó un debate entre el obispo de la Iglesia anglicana, Samuel Wilberforce, y el biólogo Thomas Huxley, seguidor de Darwin. Después de una acalorada discusión ante un público expectante, el biólogo resultó vencedor.

VIDA PERSONAL

Darwin se casó con su prima Emma Wedgwood, el 29 de enero de 1839. Padeció una salud delicada durante la segunda mitad de su vida, y Emma se convirtió en su enfermera personal. El matrimonio tuvo diez hijos, de los que sobrevivieron siete. Era un padre amoroso que se pasaba la mayor parte del tiempo en su casa, en la que también desarrollaba su labor científica. Emma era una creyente convencida, pero esto nunca afectó su matrimonio, ambos respetaron siempre la forma de pensar de su pareja.

Darwin sabía que la consanguinidad deteriora a las siguientes generaciones, ya sean plantas o animales. Ahora sabemos que sus temores estaban justificados: su descendencia sufrió muertes prematuras y falta de fertilidad por culpa de la endogamia.

LEGADO

Aunque fue ridiculizado y, hasta el día de hoy, existen personas que rechazan sus ideas, el trabajo de Darwin representó un salto gigantesco en la ciencia y nos ha permitido comprender el desarrollo de las especies en el transcurso de la historia. Charles Darwin falleció el 19 de abril de 1882, en Kent, Inglaterra. Tuvo un funeral de Estado y fue enterrado en la Abadía de Westminster, junto a otros grandes hombres, como Isaac Newton.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

Obispo Samuel Wilberforce

“¿Sostiene acaso el caballero que él desciende de un mono por la línea materna o paterna?”.