/ viernes 16 de agosto de 2019

Con café y a media luz | El valor de la cultura

Ayer concluyó la XXX edición del Festival del Bolero de Tampico, evento que reúne año con año y en un solo escenario a una pléyade de artistas de enorme e indiscutible talento para hacer un homenaje al más sublime de los géneros musicales que, por excelencia, está dedicado al romanticismo. Todo esto gracias al indiscutible apoyo de la asociación “Cecilia Sanz de Ridaura”, Grupo Aliarte y el Ayuntamiento de Tampico, a través de la Casa de la Cultura.

En este festival, pude ser testigo de un enorme despliegue de entrega y pasión humanas, no solo en los artistas, sino también en cada uno de los miembros del personal de apoyo y técnicos, ingenieros de sonido e iluminadores, que hicieron derroche de sus aptitudes para que, durante dos noches consecutivas, el público asistente saliera con un excelente “sabor de boca”.

Así, durante dos fechas pudimos ser testigos de melodías magistralmente ejecutadas y canciones bellamente interpretadas que inundaron el ambiente haciendo que las parejas se volvieran a enamorar. En ese recinto se escucharon piezas de Agustín Lara, Álvaro Carrillo, Ruiz Armengol, Consuelito Velázquez y varios compositores más que continúan vivos gracias a su obra cultural que ha trascendido fronteras y generaciones.

Entre acordes de guitarras y límpidos sonidos de metales, pudimos disfrutar de las incomparables voces de los maestros Danny Guzmán, Carlos Quintanilla, el trío ARTD-3, Ramón Alarcón, Gaby Muller, Juan Eguía Liz, Gerardo Jiménez y su orquesta “Puro Sabor” y Alfredo Meza acompañado por Miguel Pérez y Rafael Martínez, además de Jaime de la Rosa. Sin duda, un programa de primer orden.

Y usted, seguramente, se habrá dado cuenta que insisto tanto en el talento y la calidad porque yo esperaría que nadie pensara que se trataba de un festival escolar en el que los niños aprendieron canciones, poesías y bailables. Por el contrario, es un evento de gala y profesionalismo que ya se ha convertido en una verdadera tradición en el puerto.

Hecho que, sin duda, no debemos denostar.

Seguro estoy que Arturo Castillo Alva y Enrique Esqueda jamás imaginaron hasta dónde llegaría esa idea que concibieron en una tarde de café y que se cristalizó hace tres décadas gracias a la hermandad de los músicos de la zona, con el apoyo de los organismos culturales, los gobiernos y la participación en esas primeras versiones de la máxima casa de estudios de nuestro estado, la Universidad Autónoma de Tamaulipas.

Cabe hacer mención que la UAT continúa con su respaldo gracias a los espacios radiofónicos que ha otorgado a este festival y los difunde a través de la sintonía educativa y a los programas televisivos con los que actualmente cuenta producidos desde la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.

Solo para que usted se imagine las magnitudes que ha alcanzado este proyecto denominado Festival del Bolero, durante los dos días estuvo presente personal de Radio Educación para ver la manera de hacer una retransmisión a través de una de las emisiones matutinas más gustadas denominada “¿Quién canta?” que está a cargo de una de las instituciones de la radio de nuestro país, con 45 años de trayectoria, don Cruz Mejía.

Si la cultura es ese conjunto de hábitos y costumbres que dan sentido de identidad y pertenencia a un pueblo y lo mantiene unido a través de los lazos de los valores, y el Festival del Bolero es una costumbre de año tras año y prodiga el valor del amor a través de la música, entonces queda claro que forma parte ya de la cultura de los habitantes del sur de Tamaulipas.

Sería muy lamentable que alguien pensara lo contrario y no le diera el valor debido a todo esto, puesto que cerrar las puertas a la cultura de un pueblo es negarse a su inevitable evolución fundamentada en sus raíces y una de las funciones primordiales de las sociedades humanas –pueblo y gobierno– es mantenerlas vivas.

Felicidades a los músicos que derrocharon talento, al público asistente que prodigó aplausos, a los organizadores, a las autoridades que sí valoran estos eventos en bien de la comunidad y a mi amigo Enrique Esqueda y, a donde quiera que esté, a Arturo Castillo Alva.

Mil gracias por vivir el enorme privilegio de ser parte de esta edición de la mano de mi adorada compañera y amiga Xóchitl Camargo, nos veremos en la siguiente edición del Festival del Bolero de Tampico.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

Ayer concluyó la XXX edición del Festival del Bolero de Tampico, evento que reúne año con año y en un solo escenario a una pléyade de artistas de enorme e indiscutible talento para hacer un homenaje al más sublime de los géneros musicales que, por excelencia, está dedicado al romanticismo. Todo esto gracias al indiscutible apoyo de la asociación “Cecilia Sanz de Ridaura”, Grupo Aliarte y el Ayuntamiento de Tampico, a través de la Casa de la Cultura.

En este festival, pude ser testigo de un enorme despliegue de entrega y pasión humanas, no solo en los artistas, sino también en cada uno de los miembros del personal de apoyo y técnicos, ingenieros de sonido e iluminadores, que hicieron derroche de sus aptitudes para que, durante dos noches consecutivas, el público asistente saliera con un excelente “sabor de boca”.

Así, durante dos fechas pudimos ser testigos de melodías magistralmente ejecutadas y canciones bellamente interpretadas que inundaron el ambiente haciendo que las parejas se volvieran a enamorar. En ese recinto se escucharon piezas de Agustín Lara, Álvaro Carrillo, Ruiz Armengol, Consuelito Velázquez y varios compositores más que continúan vivos gracias a su obra cultural que ha trascendido fronteras y generaciones.

Entre acordes de guitarras y límpidos sonidos de metales, pudimos disfrutar de las incomparables voces de los maestros Danny Guzmán, Carlos Quintanilla, el trío ARTD-3, Ramón Alarcón, Gaby Muller, Juan Eguía Liz, Gerardo Jiménez y su orquesta “Puro Sabor” y Alfredo Meza acompañado por Miguel Pérez y Rafael Martínez, además de Jaime de la Rosa. Sin duda, un programa de primer orden.

Y usted, seguramente, se habrá dado cuenta que insisto tanto en el talento y la calidad porque yo esperaría que nadie pensara que se trataba de un festival escolar en el que los niños aprendieron canciones, poesías y bailables. Por el contrario, es un evento de gala y profesionalismo que ya se ha convertido en una verdadera tradición en el puerto.

Hecho que, sin duda, no debemos denostar.

Seguro estoy que Arturo Castillo Alva y Enrique Esqueda jamás imaginaron hasta dónde llegaría esa idea que concibieron en una tarde de café y que se cristalizó hace tres décadas gracias a la hermandad de los músicos de la zona, con el apoyo de los organismos culturales, los gobiernos y la participación en esas primeras versiones de la máxima casa de estudios de nuestro estado, la Universidad Autónoma de Tamaulipas.

Cabe hacer mención que la UAT continúa con su respaldo gracias a los espacios radiofónicos que ha otorgado a este festival y los difunde a través de la sintonía educativa y a los programas televisivos con los que actualmente cuenta producidos desde la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.

Solo para que usted se imagine las magnitudes que ha alcanzado este proyecto denominado Festival del Bolero, durante los dos días estuvo presente personal de Radio Educación para ver la manera de hacer una retransmisión a través de una de las emisiones matutinas más gustadas denominada “¿Quién canta?” que está a cargo de una de las instituciones de la radio de nuestro país, con 45 años de trayectoria, don Cruz Mejía.

Si la cultura es ese conjunto de hábitos y costumbres que dan sentido de identidad y pertenencia a un pueblo y lo mantiene unido a través de los lazos de los valores, y el Festival del Bolero es una costumbre de año tras año y prodiga el valor del amor a través de la música, entonces queda claro que forma parte ya de la cultura de los habitantes del sur de Tamaulipas.

Sería muy lamentable que alguien pensara lo contrario y no le diera el valor debido a todo esto, puesto que cerrar las puertas a la cultura de un pueblo es negarse a su inevitable evolución fundamentada en sus raíces y una de las funciones primordiales de las sociedades humanas –pueblo y gobierno– es mantenerlas vivas.

Felicidades a los músicos que derrocharon talento, al público asistente que prodigó aplausos, a los organizadores, a las autoridades que sí valoran estos eventos en bien de la comunidad y a mi amigo Enrique Esqueda y, a donde quiera que esté, a Arturo Castillo Alva.

Mil gracias por vivir el enorme privilegio de ser parte de esta edición de la mano de mi adorada compañera y amiga Xóchitl Camargo, nos veremos en la siguiente edición del Festival del Bolero de Tampico.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!