/ martes 22 de septiembre de 2020

Emprende y Aprende | Emprendedores profesionales para empresas profesionales

Para que un pequeño negocio pueda permanecer en el mercado es necesario pasar de los métodos instintivos de gestión a un manejo más profesionalizado del negocio. El grado de complejidad del mercado actual exige un criterio de administración empresarial basado en la planificación y el control, a través de la aplicación de métodos de gestión estratégica, por ello, podemos considerar tres amplias etapas en la evolución de un negocio:

Etapa 1: El desarrollo empresarial orientado al producto o servicio. Piensa en tu caso concreto… ¿Cómo empezaste en esto? puede que hayas tenido una idea o detectado una necesidad en el mercado o puede que cuentes con ciertas habilidades o conocimientos que te permitan satisfacer una necesidad concreta, o tal vez, tu negocio haya surgido del desarrollo natural de una de tus pasiones u hobbies. El caso es que, buscas capital y empiezas a comercializar un producto o servicio, por lo que la estructura de tu negocio es simple y toda tu energía creativa se enfoca en construir y moldear una empresa de la nada; trabajas incansablemente por la supervivencia como tu mayor objetivo a corto plazo, de hecho, es lo que más te preocupa y donde se centran todos tus miedos. La planificación está más en tu cabeza que en ningún otro sitio, todo depende de ti y haces de todo un poco, tomas decisiones según van surgiendo distintas circunstancias y te basas más en la improvisación que en las repercusiones sobre el futuro.

Pero, en medio de todo este caos tu entusiasmo te hace continuar, ya sea porque estás solo(a) o porque el miedo al fracaso no te permite otra cosa, intentas controlar todas las áreas de tu negocio. Hay mucho en juego, tu estabilidad económica y la de tu familia… Tu futuro.

Etapa 2: El desarrollo empresarial orientado al proceso

Una vez que logras cierta estabilidad comercial y económica, comienzas a ver que los clientes empiezan a aumentar, has conseguido una base sólida de clientes fijos, las relaciones con tus proveedores están consolidadas y las ganancias son más estables. Es así como empiezas a delegar algunas tareas e introduces algunos controles y métodos de organización para llevar a cabo los procesos básicos del desarrollo de tu actividad. Sin embargo, todavía no has empezado a planificar estratégicamente el largo plazo. El negocio va bien pero no puedes estancarte, la competencia, desde luego, no lo hace. Ahora, necesitas decidir si la empresa se organizará con vistas al desarrollo empresarial, sentando las bases para entrar en la tercera fase, o si no tendrás en cuenta la necesidad de cambio, arriesgando todo por lo que has trabajado. Son muchos los pequeños negocios que se han quedado anclados en esta fase, en la que en época de bonanza se puede permanecer aprovechando la inercia, pero que el nuevo escenario comercial va expulsando del mercado.

Etapa 3: Desarrollo Empresarial orientado a la Planificación

Comienza a tomar forma una cultura empresarial con bases sólidas y duraderas, esto no quiere decir que se hayan acabado los problemas, sino que la forma de afrontarlos tendrá mayores garantías de éxito. El(la) propietari(a) descubre que la dirección de la empresa llega de forma natural y no depende tanto de los acontecimientos externos, el foco se pone en el máximo rendimiento del negocio, en alcanzar otros niveles de crecimiento y una rentabilidad a largo plazo. La intuición que contribuyó a la supervivencia del negocio en la primera etapa sigue ahí, pero se ha logrado una metodología que ayuda a canalizar e intensificar esas energías. Al delegar ciertas responsabilidades te sientes más libre para concentrarte en el liderazgo y la gestión empresarial.

El mayor capital con el que cuenta el dueñ(a) de un negocio, es su tiempo. Todo el tiempo que no puedas destinar a tu principal función, la dirección y organización competente y comprometida de tu negocio, se lo estás quitando al crecimiento y viabilidad de tu empresa. Es el momento de decidir entre una mera gestión empresarial y una gestión profesional de tu negocio. Así, llega el momento de pasar de un negocio basado en tu experiencia y conocimiento en determinadas tareas, a identificar necesidades y oportunidades de crecimiento.

Un empresario(a) es una persona creativa, con energía e iniciativa personal para construir una empresa con la pasión, el compromiso y la motivación suficiente para dirigir una empresa y avanzar en su crecimiento, en su gestión y en su profesionalización.

Recuerda siempre que un(a) empresario(a) no busca el autoempleo sino la libertad.

¡Hasta la próxima semana!

Regeneración 19

Para que un pequeño negocio pueda permanecer en el mercado es necesario pasar de los métodos instintivos de gestión a un manejo más profesionalizado del negocio. El grado de complejidad del mercado actual exige un criterio de administración empresarial basado en la planificación y el control, a través de la aplicación de métodos de gestión estratégica, por ello, podemos considerar tres amplias etapas en la evolución de un negocio:

Etapa 1: El desarrollo empresarial orientado al producto o servicio. Piensa en tu caso concreto… ¿Cómo empezaste en esto? puede que hayas tenido una idea o detectado una necesidad en el mercado o puede que cuentes con ciertas habilidades o conocimientos que te permitan satisfacer una necesidad concreta, o tal vez, tu negocio haya surgido del desarrollo natural de una de tus pasiones u hobbies. El caso es que, buscas capital y empiezas a comercializar un producto o servicio, por lo que la estructura de tu negocio es simple y toda tu energía creativa se enfoca en construir y moldear una empresa de la nada; trabajas incansablemente por la supervivencia como tu mayor objetivo a corto plazo, de hecho, es lo que más te preocupa y donde se centran todos tus miedos. La planificación está más en tu cabeza que en ningún otro sitio, todo depende de ti y haces de todo un poco, tomas decisiones según van surgiendo distintas circunstancias y te basas más en la improvisación que en las repercusiones sobre el futuro.

Pero, en medio de todo este caos tu entusiasmo te hace continuar, ya sea porque estás solo(a) o porque el miedo al fracaso no te permite otra cosa, intentas controlar todas las áreas de tu negocio. Hay mucho en juego, tu estabilidad económica y la de tu familia… Tu futuro.

Etapa 2: El desarrollo empresarial orientado al proceso

Una vez que logras cierta estabilidad comercial y económica, comienzas a ver que los clientes empiezan a aumentar, has conseguido una base sólida de clientes fijos, las relaciones con tus proveedores están consolidadas y las ganancias son más estables. Es así como empiezas a delegar algunas tareas e introduces algunos controles y métodos de organización para llevar a cabo los procesos básicos del desarrollo de tu actividad. Sin embargo, todavía no has empezado a planificar estratégicamente el largo plazo. El negocio va bien pero no puedes estancarte, la competencia, desde luego, no lo hace. Ahora, necesitas decidir si la empresa se organizará con vistas al desarrollo empresarial, sentando las bases para entrar en la tercera fase, o si no tendrás en cuenta la necesidad de cambio, arriesgando todo por lo que has trabajado. Son muchos los pequeños negocios que se han quedado anclados en esta fase, en la que en época de bonanza se puede permanecer aprovechando la inercia, pero que el nuevo escenario comercial va expulsando del mercado.

Etapa 3: Desarrollo Empresarial orientado a la Planificación

Comienza a tomar forma una cultura empresarial con bases sólidas y duraderas, esto no quiere decir que se hayan acabado los problemas, sino que la forma de afrontarlos tendrá mayores garantías de éxito. El(la) propietari(a) descubre que la dirección de la empresa llega de forma natural y no depende tanto de los acontecimientos externos, el foco se pone en el máximo rendimiento del negocio, en alcanzar otros niveles de crecimiento y una rentabilidad a largo plazo. La intuición que contribuyó a la supervivencia del negocio en la primera etapa sigue ahí, pero se ha logrado una metodología que ayuda a canalizar e intensificar esas energías. Al delegar ciertas responsabilidades te sientes más libre para concentrarte en el liderazgo y la gestión empresarial.

El mayor capital con el que cuenta el dueñ(a) de un negocio, es su tiempo. Todo el tiempo que no puedas destinar a tu principal función, la dirección y organización competente y comprometida de tu negocio, se lo estás quitando al crecimiento y viabilidad de tu empresa. Es el momento de decidir entre una mera gestión empresarial y una gestión profesional de tu negocio. Así, llega el momento de pasar de un negocio basado en tu experiencia y conocimiento en determinadas tareas, a identificar necesidades y oportunidades de crecimiento.

Un empresario(a) es una persona creativa, con energía e iniciativa personal para construir una empresa con la pasión, el compromiso y la motivación suficiente para dirigir una empresa y avanzar en su crecimiento, en su gestión y en su profesionalización.

Recuerda siempre que un(a) empresario(a) no busca el autoempleo sino la libertad.

¡Hasta la próxima semana!

Regeneración 19