/ miércoles 2 de enero de 2019

En la próspera fortuna sé comedido

En la adversa, sensato


En los últimos veinte años, pocos son los futbolistas mexicanos que han tenido un despegue tan prometedor y atractivo como el de Guillermo Ochoa, un guardameta joven, quizás demasiado para un puesto tan difícil e importante, efectivo, elástico bajo los postes y, además, titular en uno de los equipos de mayor proyección mediática que implica una mayor exigencia, que la que se le aplica a cualquier portero de otro equipo.

Ochoa no solo tiene reflejos, lances felinos debajo del travesaño, sino que cuenta sobre todo, con algo que asombró desde un principio en su ya larga carrera: sangre fría. Eso, el hecho de que pese a su juventud no haya exhibido en su semblante ni un rasgo de nerviosismo, ha llamado significativamente la atención, Ni siquiera en su principio, cuando tenía 19 años de edad en su debut de Copa Libertadores, cuando el entrenador holandés Leo Beenhakker decidió colocarlo en el primer equipo del América.

Muy parecido al caso de Iker Casillas pero sin el halo casi místico del español, que una tarde de 2002 vio a un monstruo, le plantó cara, mantuvo la calma, sobrevivió para salir en hombros. Él era el portero suplente en la final de la Champions League ante el Bayer Leverkusen. El Real Madrid ganaba 2-1 y en los últimos minutos César, el arquero titular, se lesionó. Casi sin calentar, Casillas fue bajo los tres palos y en los últimos 15 minutos sacó hasta tres pelotas en la línea de gol.

Otro ejemplo, es que no iba a ser portero titular del equipo rojo de España en el Mundial Corea-Japón 2002, pero Santiago Cañizares, entonces guardameta del Valencia, con un frasco roto en el baño se cortó el dedo de un pie y, ahí estaba Iker presto a la acción. Hizo un magnífico Mundial, incluyendo un juego ante Paraguay donde desplazó a José Luis Chilavert, el magnífico bulldog que daba sus últimos lances de la atención mundial.

La otra extraña coincidencia lo es el que tanto Memo como Iker hayan iniciado en los equipos más odiados de sus respectivos países. Iker con el mejor equipo del mundo, odiado tanto por su pasada relación con el tirano Francisco Franco y, Memo con el mejor equipo de México, odiado por su antagonismo con los consentidos de la afición, el Guadalajara, el Cruz Azul y los Pumas de la UNAM, odio gratuito que ha privado a Memo de la simpatía del público, del que salvo de los conocedores, no tiene reconocimiento alguno, así la FIFA lo tenga ubicado en un top 5 a nivel mundial.

Con las pretensiones propias de todo jugador de categoría y, ante la escasez de oportunidades, Ochoa se fue a Europa por iniciativa propia y sin oferta alguna, topándose con una serie increíble de toda clase de dificultades, encontrando refugio en el peor equipo de Francia, Liga en donde era común que semanalmente se le reconociera como el mejor portero de la jornada, sin que su representante sacara provecho de tan valiosas calificaciones y, así se formó una larga lista de equipos por los que ha pasado haciéndolo más que bien sin lograr contratarse con uno de los equipos importantes.

La mejor oportunidad se la echó por tierra un paisano. Era el 2006 y los mejores días para Edwin Van der Sar, portero del Manchester United habían pasado, mostrando interés por contratar al jovencito Ochoa, pero La Volpe tenía otros planes y concedió la titularidad a Oswaldo Sánchez, quedándose el Manchester con ganas de ver a Memo en acción. Cuatro años después, con el holandés fuera del Man-U, el interés por Ochoa era mayor, pero ahora, Javier Aguirre. Agradecido con el "Conejo" Pérez por haberle permitido conquistar su primer campeonato de Liga con el Pachuca, le concedió la titularidad, dejando nuevamente a Ochoa como las novias de rancho: vestida y alborotada. Así, víctima de su mala fortuna, Ochoa supo entonces que solo los que nada esperan del azar son dueños del destino y se largó a la aventura para Europa, en donde continúa siendo elegido mejor portero de la semana, siendo el colmo el haber sido nombrado en Rusia el segundo mejor portero del mundo, cuando con 33 años ya no interesa a nadie.

No hay espectáculo más grandioso y sublime para los dioses y los mortales que ver al hombre de bien peleando por la fortuna. Sobre la gran balanza de la fortuna, raramente se detiene el fiel; debes subir o bajar; debes dominar y ganar o servir y perder, sufrir o triunfar; ser yunque o martillo. Ochoa confía en que soportando la suerte le depara; si resiste acabará siendo premiado, porque la suerte sabe premiar con largueza, así como compensar con magnificencia el espíritu tranquilo.

Hasta pronto amigo.

En la adversa, sensato


En los últimos veinte años, pocos son los futbolistas mexicanos que han tenido un despegue tan prometedor y atractivo como el de Guillermo Ochoa, un guardameta joven, quizás demasiado para un puesto tan difícil e importante, efectivo, elástico bajo los postes y, además, titular en uno de los equipos de mayor proyección mediática que implica una mayor exigencia, que la que se le aplica a cualquier portero de otro equipo.

Ochoa no solo tiene reflejos, lances felinos debajo del travesaño, sino que cuenta sobre todo, con algo que asombró desde un principio en su ya larga carrera: sangre fría. Eso, el hecho de que pese a su juventud no haya exhibido en su semblante ni un rasgo de nerviosismo, ha llamado significativamente la atención, Ni siquiera en su principio, cuando tenía 19 años de edad en su debut de Copa Libertadores, cuando el entrenador holandés Leo Beenhakker decidió colocarlo en el primer equipo del América.

Muy parecido al caso de Iker Casillas pero sin el halo casi místico del español, que una tarde de 2002 vio a un monstruo, le plantó cara, mantuvo la calma, sobrevivió para salir en hombros. Él era el portero suplente en la final de la Champions League ante el Bayer Leverkusen. El Real Madrid ganaba 2-1 y en los últimos minutos César, el arquero titular, se lesionó. Casi sin calentar, Casillas fue bajo los tres palos y en los últimos 15 minutos sacó hasta tres pelotas en la línea de gol.

Otro ejemplo, es que no iba a ser portero titular del equipo rojo de España en el Mundial Corea-Japón 2002, pero Santiago Cañizares, entonces guardameta del Valencia, con un frasco roto en el baño se cortó el dedo de un pie y, ahí estaba Iker presto a la acción. Hizo un magnífico Mundial, incluyendo un juego ante Paraguay donde desplazó a José Luis Chilavert, el magnífico bulldog que daba sus últimos lances de la atención mundial.

La otra extraña coincidencia lo es el que tanto Memo como Iker hayan iniciado en los equipos más odiados de sus respectivos países. Iker con el mejor equipo del mundo, odiado tanto por su pasada relación con el tirano Francisco Franco y, Memo con el mejor equipo de México, odiado por su antagonismo con los consentidos de la afición, el Guadalajara, el Cruz Azul y los Pumas de la UNAM, odio gratuito que ha privado a Memo de la simpatía del público, del que salvo de los conocedores, no tiene reconocimiento alguno, así la FIFA lo tenga ubicado en un top 5 a nivel mundial.

Con las pretensiones propias de todo jugador de categoría y, ante la escasez de oportunidades, Ochoa se fue a Europa por iniciativa propia y sin oferta alguna, topándose con una serie increíble de toda clase de dificultades, encontrando refugio en el peor equipo de Francia, Liga en donde era común que semanalmente se le reconociera como el mejor portero de la jornada, sin que su representante sacara provecho de tan valiosas calificaciones y, así se formó una larga lista de equipos por los que ha pasado haciéndolo más que bien sin lograr contratarse con uno de los equipos importantes.

La mejor oportunidad se la echó por tierra un paisano. Era el 2006 y los mejores días para Edwin Van der Sar, portero del Manchester United habían pasado, mostrando interés por contratar al jovencito Ochoa, pero La Volpe tenía otros planes y concedió la titularidad a Oswaldo Sánchez, quedándose el Manchester con ganas de ver a Memo en acción. Cuatro años después, con el holandés fuera del Man-U, el interés por Ochoa era mayor, pero ahora, Javier Aguirre. Agradecido con el "Conejo" Pérez por haberle permitido conquistar su primer campeonato de Liga con el Pachuca, le concedió la titularidad, dejando nuevamente a Ochoa como las novias de rancho: vestida y alborotada. Así, víctima de su mala fortuna, Ochoa supo entonces que solo los que nada esperan del azar son dueños del destino y se largó a la aventura para Europa, en donde continúa siendo elegido mejor portero de la semana, siendo el colmo el haber sido nombrado en Rusia el segundo mejor portero del mundo, cuando con 33 años ya no interesa a nadie.

No hay espectáculo más grandioso y sublime para los dioses y los mortales que ver al hombre de bien peleando por la fortuna. Sobre la gran balanza de la fortuna, raramente se detiene el fiel; debes subir o bajar; debes dominar y ganar o servir y perder, sufrir o triunfar; ser yunque o martillo. Ochoa confía en que soportando la suerte le depara; si resiste acabará siendo premiado, porque la suerte sabe premiar con largueza, así como compensar con magnificencia el espíritu tranquilo.

Hasta pronto amigo.