/ jueves 21 de febrero de 2019

En todas las cosas de la vida se encuentra placer

La larga permanencia de algunos jugadores en un mismo equipo se debe a la alegría que sienten ahí.

¿Cuál es la razón que ha movido a ciertos jugadores a permanecer largo tiempo en un mismo equipo? El jugador con vocación de futbolista, el verdadero profesional, no juega por amor a los colores que viste, el verdadero profesional defiende con igual entrega al equipo con el que se ha comprometido por medio de un contrato. Al integrarse a un equipo determinado, el jugador ha de observar las condiciones que prevalecen en el vestidor de este club. Si un jugador llega a tener ofertas del Real Madrid, Barcelona, Bayern Múnich, Juventus, América o Guadalajara deberá entender que estos son equipos cuya tradición los compromete con el triunfo, para ellos es obligatorio ganar siempre, algo que, por ser imposible, origina una presión psicológica muy importante.

Este tipo de presión originada por la clásica lisonja mexicana, que hace creer al inexperto jugador que es más de lo que es, y que si en un equipo modesto ha logrado deslumbrar a las mayorías, está listo para escalar las cimas de los mejores equipos, creando en el joven una presión que no podrá superar, cayendo en el tan poco atendido en México “Síndrome del Burn Out”, que destruye la personalidad del joven deportista hasta anularlo de forma inexplicable. Podría formar una larga lista de jugadores que misteriosamente “perdieron” lo que tenían, en el momento en que fueron contratados por el América, Guadalajara, Real Madrid, Barcelona y muchos otros equipos donde la presión para el jugador es enorme.

Y es que la enseñanza del futbol (el deporte) en México es muy incompleta. El joven jugador no tiene que ser un ingeniero en electrotecnia o un físico para poder operar su propio servo-mecanismo, exactamente lo mismo que no tiene por qué conocer todo el mecanismo de un automóvil para poder conducirlo, o hacerse ingeniero electricista para poder apagar y encender la luz de su habitación. Pero sí debe conocer los principios básicos por los cuales opera su mecanismo.

1.- Elaboración del mecanismo del éxito.

2.- El mecanismo automático teleológico.

3.- Que no tema cometer errores o experimentar fracasos.

4.- Todo buen aprendizaje de cualquier cosa tiene que ser sometido a diversas experiencias y a numerosos errores.

5.- El jugador debe aprender a confiar en su mecanismo del éxito.

Al comprometerse a jugar con un equipo de alta y permanente exigencia como los nombrados, deberá pensar si hacerlo le hará sentir feliz, requisito indispensable para triunfar en cualquier trabajo... Recordemos: “Si el trabajo es disfrutar, la ganancia es consecuencia de disfrutar trabajando”.

La mayoría de los equipos importantes son aquellos que no están modificando permanentemente sus plantillas de jugadores, y los jugadores no se cambian de equipo porque en el que están son felices... Después de 11 años en Old Trafford, Ole Gunnar Solksjaer dejó el futbol profesional a causa de una continua lesión en la rodilla. Uno ve el rostro de Solksjaer y ve en él la imagen de la felicidad, como igual la vimos en Rooney y en Bobby Charlton... La felicidad de un León africano no borrará la fiereza de su imagen, igual será muy difícil que intentemos encontrar en el rostro de Oliver Kahn el concepto de felicidad que nosotros tenemos, pero no dudo que fue feliz en las canchas regalándole al público su pinta de hombre de las cavernas. Kahn posee el récord de juegos jugados como portero en Alemania, jugando primero para el Karlsruher y el Bayern Múnich.

Ayer, durante la celebración del onomástico del buen amigo de todos Raúl García Cobos, platicando con un grupo de viejos amigos en donde se encontraba el “Ferguson” maderense, Ricardo Arcos, director técnico del equipo Manchester de la Liga de Veteranos del ITCM, “Chiva” por donde se lo quiera mirar, comentábamos acerca de aquel fenómeno irrepetible, cuya categoría indiscutible inicia mucho antes del Campeonísimo, aquel grupo que a principios de los cincuenta era entonces conocido como los “Ya Merito”, porque era su costumbre encabezar las tablas de posiciones hasta que, justo en el último partido, perdía ante el equipo que se alzaría como campeón.

Ahora que veo a tanto seguidor de Chivas, por la sola razón de que es un equipo compuesto por puros jugadores mexicanos, yo les diría que son así porque así lo quieren ellos, pero su grandeza no depende de esa condición, ¡NO! Su grandeza viene de aquellas Chivas, las “Ya Merito” y las “Campeonísimas” que conformaban un grupo irrepetible, que nada tiene que ver con el equipo actual. He aquí el problema del futbol mexicano, carecemos de identidad, y cuando la tuvimos en un equipo que jugaba distinto a cualquier equipo mexicano que haya existido, que bien podría compararlo con el mejor futbol de Europa y Sudamérica, se perdió a causa del afán de crear un estúpido “Clásico”, en el que jamás apareció la grandeza de aquel bello juego, ofreciendo en cambio estadios llenos en donde se desahogaba el odio creado, en lugar de la grandeza de uno y otro equipo.

Hasta pronto amigo.

La larga permanencia de algunos jugadores en un mismo equipo se debe a la alegría que sienten ahí.

¿Cuál es la razón que ha movido a ciertos jugadores a permanecer largo tiempo en un mismo equipo? El jugador con vocación de futbolista, el verdadero profesional, no juega por amor a los colores que viste, el verdadero profesional defiende con igual entrega al equipo con el que se ha comprometido por medio de un contrato. Al integrarse a un equipo determinado, el jugador ha de observar las condiciones que prevalecen en el vestidor de este club. Si un jugador llega a tener ofertas del Real Madrid, Barcelona, Bayern Múnich, Juventus, América o Guadalajara deberá entender que estos son equipos cuya tradición los compromete con el triunfo, para ellos es obligatorio ganar siempre, algo que, por ser imposible, origina una presión psicológica muy importante.

Este tipo de presión originada por la clásica lisonja mexicana, que hace creer al inexperto jugador que es más de lo que es, y que si en un equipo modesto ha logrado deslumbrar a las mayorías, está listo para escalar las cimas de los mejores equipos, creando en el joven una presión que no podrá superar, cayendo en el tan poco atendido en México “Síndrome del Burn Out”, que destruye la personalidad del joven deportista hasta anularlo de forma inexplicable. Podría formar una larga lista de jugadores que misteriosamente “perdieron” lo que tenían, en el momento en que fueron contratados por el América, Guadalajara, Real Madrid, Barcelona y muchos otros equipos donde la presión para el jugador es enorme.

Y es que la enseñanza del futbol (el deporte) en México es muy incompleta. El joven jugador no tiene que ser un ingeniero en electrotecnia o un físico para poder operar su propio servo-mecanismo, exactamente lo mismo que no tiene por qué conocer todo el mecanismo de un automóvil para poder conducirlo, o hacerse ingeniero electricista para poder apagar y encender la luz de su habitación. Pero sí debe conocer los principios básicos por los cuales opera su mecanismo.

1.- Elaboración del mecanismo del éxito.

2.- El mecanismo automático teleológico.

3.- Que no tema cometer errores o experimentar fracasos.

4.- Todo buen aprendizaje de cualquier cosa tiene que ser sometido a diversas experiencias y a numerosos errores.

5.- El jugador debe aprender a confiar en su mecanismo del éxito.

Al comprometerse a jugar con un equipo de alta y permanente exigencia como los nombrados, deberá pensar si hacerlo le hará sentir feliz, requisito indispensable para triunfar en cualquier trabajo... Recordemos: “Si el trabajo es disfrutar, la ganancia es consecuencia de disfrutar trabajando”.

La mayoría de los equipos importantes son aquellos que no están modificando permanentemente sus plantillas de jugadores, y los jugadores no se cambian de equipo porque en el que están son felices... Después de 11 años en Old Trafford, Ole Gunnar Solksjaer dejó el futbol profesional a causa de una continua lesión en la rodilla. Uno ve el rostro de Solksjaer y ve en él la imagen de la felicidad, como igual la vimos en Rooney y en Bobby Charlton... La felicidad de un León africano no borrará la fiereza de su imagen, igual será muy difícil que intentemos encontrar en el rostro de Oliver Kahn el concepto de felicidad que nosotros tenemos, pero no dudo que fue feliz en las canchas regalándole al público su pinta de hombre de las cavernas. Kahn posee el récord de juegos jugados como portero en Alemania, jugando primero para el Karlsruher y el Bayern Múnich.

Ayer, durante la celebración del onomástico del buen amigo de todos Raúl García Cobos, platicando con un grupo de viejos amigos en donde se encontraba el “Ferguson” maderense, Ricardo Arcos, director técnico del equipo Manchester de la Liga de Veteranos del ITCM, “Chiva” por donde se lo quiera mirar, comentábamos acerca de aquel fenómeno irrepetible, cuya categoría indiscutible inicia mucho antes del Campeonísimo, aquel grupo que a principios de los cincuenta era entonces conocido como los “Ya Merito”, porque era su costumbre encabezar las tablas de posiciones hasta que, justo en el último partido, perdía ante el equipo que se alzaría como campeón.

Ahora que veo a tanto seguidor de Chivas, por la sola razón de que es un equipo compuesto por puros jugadores mexicanos, yo les diría que son así porque así lo quieren ellos, pero su grandeza no depende de esa condición, ¡NO! Su grandeza viene de aquellas Chivas, las “Ya Merito” y las “Campeonísimas” que conformaban un grupo irrepetible, que nada tiene que ver con el equipo actual. He aquí el problema del futbol mexicano, carecemos de identidad, y cuando la tuvimos en un equipo que jugaba distinto a cualquier equipo mexicano que haya existido, que bien podría compararlo con el mejor futbol de Europa y Sudamérica, se perdió a causa del afán de crear un estúpido “Clásico”, en el que jamás apareció la grandeza de aquel bello juego, ofreciendo en cambio estadios llenos en donde se desahogaba el odio creado, en lugar de la grandeza de uno y otro equipo.

Hasta pronto amigo.