/ miércoles 10 de julio de 2019

Energía y comercio

Es evidente que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, estima a sus servicios de inteligencia como una alternativa de su política exterior. Esto es un hecho.

Pero el verdadero problema es qué hace la Casa Blanca con los datos que obtiene, información que muchas veces llega distorsionada por provenir de disidentes políticos, fuentes no autorizadas y espías. Esto, como se sabe, en otras ocasiones ha generado operaciones de carácter bélico militar que han tenido lamentables consecuencias. Por poner un caso, George W. Bush ordenó invadir Irak con la certeza de que el sátrapa, Saddam Hussein, tenía escondidas armas de destrucción masiva, hallazgo que finalmente resultó falso, tanto o más que un billete de dos dólares.

Un problema serio es el carácter altamente discrecional con que se mantienen las agencias secretas, instituciones que parecen ser invisibles, aunque todo mundo sabe que existen. A la CIA, por ejemplo, se le asigna un presupuesto billonario que supera el total de la gran mayoría de las Secretarias de Estado en el Gobierno mexicano. Esto nos da una idea del poder de esta agencia de la cual nadie habla públicamente sobre sus planes ni los temas que toca. Lo cierto es que el perfil de su actual titular, Mike Pompeo, gravita hacia asuntos de energía y comercio, circunstancia que da paso a varias preguntas: ¿Qué es lo que busca un encargado de cuestiones energéticas y de comercio en su cargo como jefe de la CIA? ¿Cuáles serán sus objetivos principales? ¿Prepara otros estudios o ya los tiene hechos, en este caso especialmente sobre los recursos energéticos de nuestro país y posibles sanciones de orden comercial? Y, de ser así ¿qué se puede esperar?

El fisgoneo profesional de que dispone el gobierno de Estados Unidos en nuestro territorio adquiere hoy mayor relevancia, valga la palabra, dado que la relación bilateral se ha modificado dramáticamente en temas de suma importancia como son la inmigración e intercambio comercial.

No se trata de tirarle piquetes al gigante voraz que tenemos por vecino, exponiéndonos a quedar enfrentados y comprometer aún más nuestra vilipendiada soberanía nacional, sino tomar las medidas conducentes de acuerdo al tiempo que se vive y aguantar lo más que se pueda las actitudes del viejo Rey que eligieron los estadounidenses.

NOTA DEL DÍA.- El ahora exsecretario de Hacienda y Credito Público (SHCP), Carlos Urzúa, pecó de insensibilidad social al imaginar el quehacer político en términos económicos solamente. Su cultura tecnocráta lo llevó a creer que su labor se reduce solamente a “cuadrar” los números. Pero la economía no es una finalidad en sí, sino apenas un medio, por más que se recalque su importancia y se glorifique el tema de las ganancias por encima de todo.

Una de las principales tareas del gabinete económico es llevar a cabo el mejor blindaje posible del peso; hecho que requiere de la actuación de gobernantes con sensibilidad social bastante como para aplicar principios humanistas y de carácter científico y técnico, como tomando lo mejor de ambos mundos.

Es evidente que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, estima a sus servicios de inteligencia como una alternativa de su política exterior. Esto es un hecho.

Pero el verdadero problema es qué hace la Casa Blanca con los datos que obtiene, información que muchas veces llega distorsionada por provenir de disidentes políticos, fuentes no autorizadas y espías. Esto, como se sabe, en otras ocasiones ha generado operaciones de carácter bélico militar que han tenido lamentables consecuencias. Por poner un caso, George W. Bush ordenó invadir Irak con la certeza de que el sátrapa, Saddam Hussein, tenía escondidas armas de destrucción masiva, hallazgo que finalmente resultó falso, tanto o más que un billete de dos dólares.

Un problema serio es el carácter altamente discrecional con que se mantienen las agencias secretas, instituciones que parecen ser invisibles, aunque todo mundo sabe que existen. A la CIA, por ejemplo, se le asigna un presupuesto billonario que supera el total de la gran mayoría de las Secretarias de Estado en el Gobierno mexicano. Esto nos da una idea del poder de esta agencia de la cual nadie habla públicamente sobre sus planes ni los temas que toca. Lo cierto es que el perfil de su actual titular, Mike Pompeo, gravita hacia asuntos de energía y comercio, circunstancia que da paso a varias preguntas: ¿Qué es lo que busca un encargado de cuestiones energéticas y de comercio en su cargo como jefe de la CIA? ¿Cuáles serán sus objetivos principales? ¿Prepara otros estudios o ya los tiene hechos, en este caso especialmente sobre los recursos energéticos de nuestro país y posibles sanciones de orden comercial? Y, de ser así ¿qué se puede esperar?

El fisgoneo profesional de que dispone el gobierno de Estados Unidos en nuestro territorio adquiere hoy mayor relevancia, valga la palabra, dado que la relación bilateral se ha modificado dramáticamente en temas de suma importancia como son la inmigración e intercambio comercial.

No se trata de tirarle piquetes al gigante voraz que tenemos por vecino, exponiéndonos a quedar enfrentados y comprometer aún más nuestra vilipendiada soberanía nacional, sino tomar las medidas conducentes de acuerdo al tiempo que se vive y aguantar lo más que se pueda las actitudes del viejo Rey que eligieron los estadounidenses.

NOTA DEL DÍA.- El ahora exsecretario de Hacienda y Credito Público (SHCP), Carlos Urzúa, pecó de insensibilidad social al imaginar el quehacer político en términos económicos solamente. Su cultura tecnocráta lo llevó a creer que su labor se reduce solamente a “cuadrar” los números. Pero la economía no es una finalidad en sí, sino apenas un medio, por más que se recalque su importancia y se glorifique el tema de las ganancias por encima de todo.

Una de las principales tareas del gabinete económico es llevar a cabo el mejor blindaje posible del peso; hecho que requiere de la actuación de gobernantes con sensibilidad social bastante como para aplicar principios humanistas y de carácter científico y técnico, como tomando lo mejor de ambos mundos.