/ miércoles 16 de mayo de 2018

Envejecer es el único medio de vivir más tiempo

Este sábado pasado, mis queridos celestes del Tampico FC se enfrentaron al poderoso equipo de Médicos. Alguna vez, cuando al encontrarme en un Diplomado en Entrenamiento Deportivo en el ITESM Campus Monterrey, al estar observando la estructura de un Marco Teórico, veíamos la obligación de presentar a los dueños y directivos del equipo que nos contrata, un diagnóstico y un pronóstico y, esto último, nos lleva a pronosticar el resultado de los juegos en los que va a participar nuestro equipo; fui muy criticado por mis compañeros cuando presupuesté dos o tres derrotas seguras.

¿Cómo vas a aceptar que el otro equipo es mejor que el tuyo? Bueno, contesté, entre todos los equipos en la competencia habrá más de uno que cuente con mejor plantilla que el mío, por lo que me resultará difícil exponer razones que apoyen a una oferta de triunfo de mi parte. Un marcador decoroso será un buen reconocimiento a mi trabajo, contrario a lo que ocurriría si yo hubiese ofrecido un triunfo y no cumpliera.

El tiempo tiene estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Sin estas cuatro estaciones, eslabones milagrosos de la existencia, no habría vida en nuestro planeta. Es cierto que la vejez simboliza nuestro invierno. ¿Pero acaso no queremos vivir mucho tiempo? ¿Y cómo vivir un largo tiempo sin que por nuestra vida hayan transcurrido las cuatro estaciones?... Envejecer es el único medio de vivir mucho tiempo. Entonces, ¿por qué quejarnos en la vejez, si lo que anhelábamos era, precisamente permanecer vivos el mayor tiempo posible?

Porque los que no tienen auxilios dentro de sí mismos para vivir contentos y felices, a estos todas las edades les son pesadas; pero los que buscan todos los bienes dentro de sí mismos, no les puede parecer mal ninguno de aquellos que trae consigo la necesidad de la naturaleza, pues uno de estos es la vejez, la cual todos desprecian y llegando a ella, le echan la culpa de sus trabajos; tanta es la inconstancia y tal el descontento de la necedad de algunos jugadores. Dicen que les entró la vejez más pronto de lo que pensaban. En primer lugar, ¿quién los obligó a engañarse? Porque ¿por ventura entra más pronto la vejez después de la mocedad, que esta después de la adolescencia?

Y además ¿qué más tolerable les parecería a estos la vejez si hubiesen llegado a los ochocientos años que a los ochenta? Porque la edad anterior, aunque hubiera sido larga, habiéndose pasado, de ningún consuelo podría servir a un viejo de poco entendimiento... En el juego anterior, mis queridos celestes, con 23 jugadores escogidos presentes, habíamos perdido ante la Tolteca, histórico equipo famoso por cumplidor, pues nunca ha dejado tirado un juego, reyes de la puntualidad que actualmente se encuentran en una muy grande transición, la de renovar casi totalmente su plantilla y, sin embargo nos vencieron 1-2, reconociendo todos que no fue nuestra mejor tarde.

Y en cambio, este pasado sábado, distintas circunstancias, todas propias de las responsabilidades inherentes a nuestra vejez, ocasionaron que únicamente se presentaran doce elementos para enfrentar a un equipo que siendo quizás el mejor dotado de jugadores técnicos, es además uno de los más disciplinados de la liga, lo que le ha merecido la conquista de muchos torneos y que como es su costumbre, en esta ocasión contaron con once jugadores en el campo y otros once en espera de la oportunidad. Ocurre entonces, que los mirones que nunca abandonamos a nuestros celestes, olvidando que quienes están jugando tienen la misma edad que nosotros, les pedimos más de lo que un veterano ya sin entrenamiento puede ofrecer.

Increíblemente, esos doce jugadores celestes mantuvieron su meta sin aceptar un gol más del que recibieron en el primer tiempo, teniendo la capacidad no solo de controlar a la magnífica ofensiva contraria, sino la de lograr con mucho esfuerzo, ofender peligrosamente en un buen número de ocasiones a la disciplinada defensiva de los Médicos, obligando en muchas a sublimarse al portero Chapa, que evitó la caída de su arco cuando el gol era inminente. Hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria... Los doce cumplidos guerreros celestes han brindado un extraordinario juego ante un equipo superior, en el futbol se gana y se pierde y en cualquiera de los dos casos, la dignidad debe prevalecer.

“Afortunado anciano”. ¿Y cómo no ser afortunado? Si además de serlo, hemos aprendido que saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir. Hagamos del futbol para veteranos una extensión de vida feliz. La buena técnica siempre está con el que la tuvo, pero debe de ser apoyada por el esfuerzo físico, no debemos olvidar que ya estamos en nuestro invierno, si somos capaces de aceptar nuestra condición, veremos cómo la extensión de nuestra juventud estará presente en el valor que nosotros mismos demos a nuestro esfuerzo y al de nuestros compañeros... no nos exijamos más de lo que podemos dar... Somos lo que somos y muy felices de serlo.

Hasta pronto amigo.

Este sábado pasado, mis queridos celestes del Tampico FC se enfrentaron al poderoso equipo de Médicos. Alguna vez, cuando al encontrarme en un Diplomado en Entrenamiento Deportivo en el ITESM Campus Monterrey, al estar observando la estructura de un Marco Teórico, veíamos la obligación de presentar a los dueños y directivos del equipo que nos contrata, un diagnóstico y un pronóstico y, esto último, nos lleva a pronosticar el resultado de los juegos en los que va a participar nuestro equipo; fui muy criticado por mis compañeros cuando presupuesté dos o tres derrotas seguras.

¿Cómo vas a aceptar que el otro equipo es mejor que el tuyo? Bueno, contesté, entre todos los equipos en la competencia habrá más de uno que cuente con mejor plantilla que el mío, por lo que me resultará difícil exponer razones que apoyen a una oferta de triunfo de mi parte. Un marcador decoroso será un buen reconocimiento a mi trabajo, contrario a lo que ocurriría si yo hubiese ofrecido un triunfo y no cumpliera.

El tiempo tiene estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Sin estas cuatro estaciones, eslabones milagrosos de la existencia, no habría vida en nuestro planeta. Es cierto que la vejez simboliza nuestro invierno. ¿Pero acaso no queremos vivir mucho tiempo? ¿Y cómo vivir un largo tiempo sin que por nuestra vida hayan transcurrido las cuatro estaciones?... Envejecer es el único medio de vivir mucho tiempo. Entonces, ¿por qué quejarnos en la vejez, si lo que anhelábamos era, precisamente permanecer vivos el mayor tiempo posible?

Porque los que no tienen auxilios dentro de sí mismos para vivir contentos y felices, a estos todas las edades les son pesadas; pero los que buscan todos los bienes dentro de sí mismos, no les puede parecer mal ninguno de aquellos que trae consigo la necesidad de la naturaleza, pues uno de estos es la vejez, la cual todos desprecian y llegando a ella, le echan la culpa de sus trabajos; tanta es la inconstancia y tal el descontento de la necedad de algunos jugadores. Dicen que les entró la vejez más pronto de lo que pensaban. En primer lugar, ¿quién los obligó a engañarse? Porque ¿por ventura entra más pronto la vejez después de la mocedad, que esta después de la adolescencia?

Y además ¿qué más tolerable les parecería a estos la vejez si hubiesen llegado a los ochocientos años que a los ochenta? Porque la edad anterior, aunque hubiera sido larga, habiéndose pasado, de ningún consuelo podría servir a un viejo de poco entendimiento... En el juego anterior, mis queridos celestes, con 23 jugadores escogidos presentes, habíamos perdido ante la Tolteca, histórico equipo famoso por cumplidor, pues nunca ha dejado tirado un juego, reyes de la puntualidad que actualmente se encuentran en una muy grande transición, la de renovar casi totalmente su plantilla y, sin embargo nos vencieron 1-2, reconociendo todos que no fue nuestra mejor tarde.

Y en cambio, este pasado sábado, distintas circunstancias, todas propias de las responsabilidades inherentes a nuestra vejez, ocasionaron que únicamente se presentaran doce elementos para enfrentar a un equipo que siendo quizás el mejor dotado de jugadores técnicos, es además uno de los más disciplinados de la liga, lo que le ha merecido la conquista de muchos torneos y que como es su costumbre, en esta ocasión contaron con once jugadores en el campo y otros once en espera de la oportunidad. Ocurre entonces, que los mirones que nunca abandonamos a nuestros celestes, olvidando que quienes están jugando tienen la misma edad que nosotros, les pedimos más de lo que un veterano ya sin entrenamiento puede ofrecer.

Increíblemente, esos doce jugadores celestes mantuvieron su meta sin aceptar un gol más del que recibieron en el primer tiempo, teniendo la capacidad no solo de controlar a la magnífica ofensiva contraria, sino la de lograr con mucho esfuerzo, ofender peligrosamente en un buen número de ocasiones a la disciplinada defensiva de los Médicos, obligando en muchas a sublimarse al portero Chapa, que evitó la caída de su arco cuando el gol era inminente. Hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria... Los doce cumplidos guerreros celestes han brindado un extraordinario juego ante un equipo superior, en el futbol se gana y se pierde y en cualquiera de los dos casos, la dignidad debe prevalecer.

“Afortunado anciano”. ¿Y cómo no ser afortunado? Si además de serlo, hemos aprendido que saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir. Hagamos del futbol para veteranos una extensión de vida feliz. La buena técnica siempre está con el que la tuvo, pero debe de ser apoyada por el esfuerzo físico, no debemos olvidar que ya estamos en nuestro invierno, si somos capaces de aceptar nuestra condición, veremos cómo la extensión de nuestra juventud estará presente en el valor que nosotros mismos demos a nuestro esfuerzo y al de nuestros compañeros... no nos exijamos más de lo que podemos dar... Somos lo que somos y muy felices de serlo.

Hasta pronto amigo.