Puede sonar muy trillado, pero el Covid-19 llegó para reestructurar nuestra sociedad. Desde inicios de la pandemia vimos cómo se han ido exhibiendo los retos que existen en México, sobre todo, en materia educativa.
La desigualdad, el rezago y las barreras del aprendizaje en el inminente regreso de niños y jóvenes a las escuelas parece inminente, y no esta de más decir que se tiene que reconstruir nuestro sistema educativo.
Con el cierre de las escuelas, la educación tuvo que recurrir al sistema de enseñanza a distancia. Este nuevo método impuso un reto enorme para millones de familias en el país, pues aproximadamente solo 60% de los hogares del país cuentan con acceso a internet y 44% con una computadora. Aunque se impulsó la educación a través de otros medios, como la transmisión en televisión, de al menos 10 millones de niños, se enfrenta el riesgo de presentar rezago educativo tras la pandemia, pudiendo equivaler este hasta a dos años de educación.
Sin duda, el reto educativo en tiempos de pandemia rebasó a los maestros y padres de familia, quienes en casa tuvieron que atender las tareas del hogar, sus responsabilidades laborales y la educación de sus hijos. También ha sido una situación desgastante para los estudiantes, quienes se vieron despojados del aprendizaje y entretenimientos propios de la interacción social que ocurre en los planteles escolares. Al llevar la educación a la modalidad a distancia, la niñez y juventud dejó de disfrutar del espacio de interacción que representan las escuelas y que resulta esencial para socializar y formar lazos afectivos. No está de más mencionar que el cierre de las escuelas también afectó a aquellos menores que viven en hogares violentos y que, muy probablemente, veían en las escuelas un escape a las dinámicas violentas y a aquellos que recibían alimentación dentro de los planteles y que, por el cierre temporal de las escuelas de tiempo completo, dejaron de recibir el apoyo.
Estas experiencias trajeron consigo aprendizajes que no deben olvidarse, ya que representan una oportunidad para repleantear nuestro sistema educativo. Los formatos de enseñanza, la salud mental y emocional de los niños y jóvenes han tomado mayor espacio en el debate público.
Hay quórum
Ley General de Cultura Física y Deporte.
Fomentar el juego, la competencia y la convivencia a través de la práctica de un deporte contribuye a mantener la buena salud física y mental de las personas.
Así, para mejorar la calidad de vida, prevenir enfermedades y evitar el consumo de drogas, el Senado reformó la Ley General de Cultura Física y Deporte que busca estimular el desarrollo de la activación y cultura física.
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