El inicio de las vidas dignas en un planeta sano depende de la solidaridad humana. Así lo señaló el ex Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon. La humanidad enfrenta importantes retos: tratar de erradicar la pobreza, garantizar el respeto a los Derechos Humanos y combatir el cambio climático. Para todo esto, es necesaria la cooperación colectiva.
Solidaridad definida como el “valor personal que supone la capacidad que tienen los miembros que pertenecen a una comunidad de actuar como un todo”, requiere que las personas puedan tener: compasión para interesarse por los problemas de los demás y respeto para poder trabajar en conjunto y dejar de lado la discriminación, que no beneficia a nadie.
Esta perspectiva posiciona al individuo al centro del campo de acción y nos invita a todos a reflexionar sobre nuestra responsabilidad y capacidad de involucramiento en las diferentes iniciativas que existen para hacer de nuestro mundo un lugar mejor. Los objetivos comunes son claros, pero ¿Crees que el compromiso con ellos también?
Uno de los grandes retos es erradicar la pobreza, donde la mayoría de estas personas no podrán salir de la condición de pobreza aunque lo intenten, debido a la gran desigualdad que afecta a nuestro país. Sin embargo, distintas instituciones coinciden en que el acceso a la educación y al mercado laboral son herramientas útiles para combatir la pobreza y reducir la desigualdad.
Otro son el respeto a los Derechos Humanos, en donde queda claro que la acción gubernamental para fortalecer el Estado de derecho es urgente y debe ser un objetivo primordial. Sin embargo, la ciudadanía tiene responsabilidad en dos sentidos: no contribuir a la corrupción y no fomentar dinámicas violentas al interior del hogar y en dentro de su comunidad.
Y por último combatir el cambio climático, en donde uno de los objetivos que de manera más clara nos involucra a todas las personas del mundo, es la protección de nuestro planeta. Y Aunque varios gobiernos se han comprometido con la misión de reducir sus emisiones de Gas de Efecto Invernadero hacia 2030 y 2050, la realidad es que no podemos seguir esperando para empezar a cambiar nuestros hábitos de consumo y nuestro activismo político en torno a exigir medidas más claras y eficientes para garantizar un mejor futuro para todas.
Nuestro futuro dependerá de la solidaridad humana que todos practiquemos.
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Esta perspectiva posiciona al individuo al centro del campo de acción y nos invita a todos a reflexionar sobre nuestra responsabilidad y capacidad de involucramiento en las diferentes iniciativas que existen para hacer de nuestro mundo un lugar mejor.
