/ lunes 14 de enero de 2019

Esquina de los milagros

En Israel, cuando alguien agobiado por los problemas que lo acosan siente la urgente necesidad de ser escuchado y así aliviar su pesada carga...

Se dirige a un lugar de Jerusalén que es considerado sagrado y en el mundo entero se le conoce como el Muro de las Lamentaciones”. Alli, el apesadumbrado visitante establece comunicación con Dios y le habla de todo lo que acontece. Postrado, en fervoroso recogimiento, habla, llora, reza, pide, promete, exige. Y despues de la visita, naturalmente se siente bien: ha hecho su catarsis. Todo en santa paz.

En un céntrico parque de la ciudad de Londres, Inglaterra, se halla un sitio denominado “Speakers Corner”, en el cual los ciudadanos que desean protestar por agravios de la autoridad o quieran criticar al gobierno, a la reina o quejarse de su diputado, simplemente se suben al banquillo que ahí se encuentra ex profeso y externan sus inquietudes. Terminado su discurso las damas toman su bolso y los caballeros el sombrero, y cada quien se retira tranquilamente a almorzar.

Hace décadas, en todas las dependencias oficiales de nuestro país había una versión de Speakers Corner, transfigurada en una oficina de quejas que podía ser grande o pequeña y en la cual la gente ejercía el derecho de reclamo y la forma de exponer una queja. Ahora, en la intimidad y penumbra del ciberespacio, las personas pueden manifestar sus inquietudes ciudadanas, pero también atizar su rabia y frustración.

En México, las redes sociales han cobrado un gran auge, al grado que 12% de los usuarios de este canal lo emplean para contactar con el servicio de atención al cliente de multitud de empresas. Nada ni nadie parece escapar de las quejas, aerolíneas, gigantes de las comunicaciones, instituciones de crédito, restaurantes, distribuidores, incluso las propias plataformas sociales. La lógica de los usuarios, de acuerdo a observadores, “es que en muchas ocasiones las quejas que solo llegan a oídos de la marca tienen menos “urgencia” que las que obtienen mayor difusión entre la comunidad y, por tanto, es más probable que los casos puedan resolverse favorablemente para ellos y por la “vía rápida” si lo hacen visible.


En Israel, cuando alguien agobiado por los problemas que lo acosan siente la urgente necesidad de ser escuchado y así aliviar su pesada carga...

Se dirige a un lugar de Jerusalén que es considerado sagrado y en el mundo entero se le conoce como el Muro de las Lamentaciones”. Alli, el apesadumbrado visitante establece comunicación con Dios y le habla de todo lo que acontece. Postrado, en fervoroso recogimiento, habla, llora, reza, pide, promete, exige. Y despues de la visita, naturalmente se siente bien: ha hecho su catarsis. Todo en santa paz.

En un céntrico parque de la ciudad de Londres, Inglaterra, se halla un sitio denominado “Speakers Corner”, en el cual los ciudadanos que desean protestar por agravios de la autoridad o quieran criticar al gobierno, a la reina o quejarse de su diputado, simplemente se suben al banquillo que ahí se encuentra ex profeso y externan sus inquietudes. Terminado su discurso las damas toman su bolso y los caballeros el sombrero, y cada quien se retira tranquilamente a almorzar.

Hace décadas, en todas las dependencias oficiales de nuestro país había una versión de Speakers Corner, transfigurada en una oficina de quejas que podía ser grande o pequeña y en la cual la gente ejercía el derecho de reclamo y la forma de exponer una queja. Ahora, en la intimidad y penumbra del ciberespacio, las personas pueden manifestar sus inquietudes ciudadanas, pero también atizar su rabia y frustración.

En México, las redes sociales han cobrado un gran auge, al grado que 12% de los usuarios de este canal lo emplean para contactar con el servicio de atención al cliente de multitud de empresas. Nada ni nadie parece escapar de las quejas, aerolíneas, gigantes de las comunicaciones, instituciones de crédito, restaurantes, distribuidores, incluso las propias plataformas sociales. La lógica de los usuarios, de acuerdo a observadores, “es que en muchas ocasiones las quejas que solo llegan a oídos de la marca tienen menos “urgencia” que las que obtienen mayor difusión entre la comunidad y, por tanto, es más probable que los casos puedan resolverse favorablemente para ellos y por la “vía rápida” si lo hacen visible.