/ miércoles 29 de mayo de 2019

Esto pasa en México

Procuraré plasmar en pocas palabras para encargo de mis lectores, algo de lo que representa el noble, aunque temerario propósito de sanear a Mexico, cuando está muy enraizado todavía la romanza clásica de “Poderoso caballero es don Dinero”.

Esto por un lado, y, por el otro, el vicio de la “mordida”, que en la función pública provoca muy diversas historias de enriquecimiento (in) explicable, mientras que los cinturones proletarios contradicen las políticas de prosperidad y de justicia. Utilizo la palabra “temerario” no únicamente porque la sola recomendación para ocupar un cargo público “puede llegar a ser considerado un despropósito y hasta una trampa”, a juzgar por la severidad de la cruzada contra la corrupción -dixit German Martínez, exmandamas del IMSS-, sino porque las corruptelas constituyen gran parte de la vida nacional.

En nuestro país, a cada individuo, con honrosas excepciones, el acceso al poder le activa un misterioso resorte que lo transmuta en otra persona, por lo que en nuestro territorio se considera casi un derecho natural volverse adinerado en el desempeño de servicios a la nación. Ultrajes sin cuento ha propiciado esta manera de actuar a través de los siglos; pero principalmente el sometimiento y la impune acumulación de riquezas en beneficio individual. Lo más grave e injustificable es que se ha fallado en la tarea de sacar del atraso en que actualmente viven millones de mexicanos.

Una verdadera y auténtica orientación democrática supone el abandono de la actitud o mentalidad de ubicar a nuestro territorio como un sitio de “oportunidad y oportunismo”, legado del periodo difícil y azas del coloniaje, el respeto irrestricto al Estado de Derecho, y en una “diferencia en la mentalidad del pueblo, en el trabajo, en la moral severa, en las normas de conducta y en la ética” frente a la apatía, el desgano y la desunión.

Procuraré plasmar en pocas palabras para encargo de mis lectores, algo de lo que representa el noble, aunque temerario propósito de sanear a Mexico, cuando está muy enraizado todavía la romanza clásica de “Poderoso caballero es don Dinero”.

Esto por un lado, y, por el otro, el vicio de la “mordida”, que en la función pública provoca muy diversas historias de enriquecimiento (in) explicable, mientras que los cinturones proletarios contradicen las políticas de prosperidad y de justicia. Utilizo la palabra “temerario” no únicamente porque la sola recomendación para ocupar un cargo público “puede llegar a ser considerado un despropósito y hasta una trampa”, a juzgar por la severidad de la cruzada contra la corrupción -dixit German Martínez, exmandamas del IMSS-, sino porque las corruptelas constituyen gran parte de la vida nacional.

En nuestro país, a cada individuo, con honrosas excepciones, el acceso al poder le activa un misterioso resorte que lo transmuta en otra persona, por lo que en nuestro territorio se considera casi un derecho natural volverse adinerado en el desempeño de servicios a la nación. Ultrajes sin cuento ha propiciado esta manera de actuar a través de los siglos; pero principalmente el sometimiento y la impune acumulación de riquezas en beneficio individual. Lo más grave e injustificable es que se ha fallado en la tarea de sacar del atraso en que actualmente viven millones de mexicanos.

Una verdadera y auténtica orientación democrática supone el abandono de la actitud o mentalidad de ubicar a nuestro territorio como un sitio de “oportunidad y oportunismo”, legado del periodo difícil y azas del coloniaje, el respeto irrestricto al Estado de Derecho, y en una “diferencia en la mentalidad del pueblo, en el trabajo, en la moral severa, en las normas de conducta y en la ética” frente a la apatía, el desgano y la desunión.