/ jueves 14 de enero de 2021

Fractal | Las víctimas invisibles de la pandemia, una infancia en peligro

Parte 1

Siéntate, quieto, no corras, cállate, te voy a pegar si lo rompes, ¿qué no entiendes? Ponte el cubrebocas, no toques a nadie, estas son unas cuantas de las frases con las que las y los niños de hoy están creciendo tras la pandemia, que la infancia no pidió, pero que está haciendo que pierdan la oportunidad de disfrutar la etapa más importante de sus vidas.

Ya más de 10 meses que los pequeños de la casa han padecido un cambio dramático en sus vidas, la preocupación de los padres es entendible ante un riesgo sanitario de tal magnitud, pero cómo hacer para que en la mente de un infante esto sea su nueva normalidad, si de la noche a la mañana perdieron el contacto físico con sus amigos, la libertad de salir a dar un paseo en bici, jugar futbol, en pocas palabras lo perdieron todo y algo más peligroso aún, el asedio y estrés constante con el que transcurre su día a día, ya que la responsabilidad de su educación recae en sus padres, los cuales aunado a tratar de sobrevivir económicamente y sobrellevar todo lo que la pandemia ha deteriorado sus planes de vida, tienen que intentar ayudar en la educación de sus hijos sin tener idea de pedagogía o paciencia, lo que se traduce en gritos, desesperación y en el peor de los casos golpes, la violencia infantil ha tenido un incremento considerable, pero como todo queda entre las paredes que protegen del temible virus, que al mismo tiempo se convirtieron en el claustro infantil, en donde las ganas de vivir, correr, soñar y socializar se difuminan en un silencio al grito de ¡cállate ya!

Los adultos extremadamente preocupados por sobrevivir a esta, la primera pandemia de la edad moderna, estamos cerrando los ojos a estos pequeños, que sufrirán los estragos físicos por el sedentarismo y el peor de los daños el psicológico.

La infancia es el lado no visible del daño colateral del virus, como ellos no tienen voz pública, no votan, políticamente no son de gran importancia, no ganan dinero y no se sindican, por eso hay una forma de exclusión, de segregación tan antigua como el ser humano.

Desde mi perspectiva estamos encumbrando un estado en donde el “adultocentrismo” se marca indeleblemente con la supuesta idea, de que todo es para proteger al pueblo, pero no creo que realmente sea para todo el pueblo, esos ciudadanos pequeñitos, pero a fin de cuentas ciudadanos, están condenados a la invisibilización social, así atropellando todos los días sus derechos individuales y colectivos, a diferencia de otros grupos sociales los niños han sufrido con esta pandemia un aumento en la vulnerabilidad en el incremento del maltrato, abuso y violencia contra las y los menores.

El futuro psicológico y social de estos pequeños ciudadanos está en la madurez con la que nosotros afrontemos esta nueva forma de vivir, y que los gobiernos no dejen a los niños en un estado de abandono y solo se utilicen para fines políticos.

“Es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos”

¿Usted qué opina?

Parte 1

Siéntate, quieto, no corras, cállate, te voy a pegar si lo rompes, ¿qué no entiendes? Ponte el cubrebocas, no toques a nadie, estas son unas cuantas de las frases con las que las y los niños de hoy están creciendo tras la pandemia, que la infancia no pidió, pero que está haciendo que pierdan la oportunidad de disfrutar la etapa más importante de sus vidas.

Ya más de 10 meses que los pequeños de la casa han padecido un cambio dramático en sus vidas, la preocupación de los padres es entendible ante un riesgo sanitario de tal magnitud, pero cómo hacer para que en la mente de un infante esto sea su nueva normalidad, si de la noche a la mañana perdieron el contacto físico con sus amigos, la libertad de salir a dar un paseo en bici, jugar futbol, en pocas palabras lo perdieron todo y algo más peligroso aún, el asedio y estrés constante con el que transcurre su día a día, ya que la responsabilidad de su educación recae en sus padres, los cuales aunado a tratar de sobrevivir económicamente y sobrellevar todo lo que la pandemia ha deteriorado sus planes de vida, tienen que intentar ayudar en la educación de sus hijos sin tener idea de pedagogía o paciencia, lo que se traduce en gritos, desesperación y en el peor de los casos golpes, la violencia infantil ha tenido un incremento considerable, pero como todo queda entre las paredes que protegen del temible virus, que al mismo tiempo se convirtieron en el claustro infantil, en donde las ganas de vivir, correr, soñar y socializar se difuminan en un silencio al grito de ¡cállate ya!

Los adultos extremadamente preocupados por sobrevivir a esta, la primera pandemia de la edad moderna, estamos cerrando los ojos a estos pequeños, que sufrirán los estragos físicos por el sedentarismo y el peor de los daños el psicológico.

La infancia es el lado no visible del daño colateral del virus, como ellos no tienen voz pública, no votan, políticamente no son de gran importancia, no ganan dinero y no se sindican, por eso hay una forma de exclusión, de segregación tan antigua como el ser humano.

Desde mi perspectiva estamos encumbrando un estado en donde el “adultocentrismo” se marca indeleblemente con la supuesta idea, de que todo es para proteger al pueblo, pero no creo que realmente sea para todo el pueblo, esos ciudadanos pequeñitos, pero a fin de cuentas ciudadanos, están condenados a la invisibilización social, así atropellando todos los días sus derechos individuales y colectivos, a diferencia de otros grupos sociales los niños han sufrido con esta pandemia un aumento en la vulnerabilidad en el incremento del maltrato, abuso y violencia contra las y los menores.

El futuro psicológico y social de estos pequeños ciudadanos está en la madurez con la que nosotros afrontemos esta nueva forma de vivir, y que los gobiernos no dejen a los niños en un estado de abandono y solo se utilicen para fines políticos.

“Es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos”

¿Usted qué opina?