/ jueves 29 de octubre de 2020

Fractal | ¿Quién salva a quién? El incomprendido oficio del rescate animal

En esta fracción de tiempo que llamamos vida, unas cortas y otras largas según la perspectiva de la especie, en raras ocasiones reflexionamos la pequeña diferencia que hay entre los animales supuestamente no racionales y los que nos jactamos de ser pensantes, cuando un animalito llega a nuestras vidas siempre usamos la palabra lo salvé, pero en realidad quién salva a quién.

En la vida diaria nos encontramos con innumerables problemas cotidianos, pero hay personas que, a pesar de todos los pesares de la vida, tienen la empatía necesaria para ocupar su tiempo, dinero y en ocasiones arriesgan hasta su vida por rescatar a un ser viviente en situación precaria, que se encuentra herido o sufriendo, a esta especie de humanos los llaman rescatadores.

Esta variante del humano es como cualquier otro, pero con un principio en común, evitar el sufrimiento de cualquier ser; son hombres y mujeres que dentro de sus prioridades cotidianas siempre hay un espacio y un poco de dinero extra para ayudar a un ave, un gato, un perro un tlacuache o a toda una especie, en ocasiones a costa de su vida por ser un obstáculo en el tráfico de especies.

Lo que no entiende la gran mayoría de la gente es que este acto es involuntario, nace del sentimiento de humanidad y protección al indefenso, muchos los cuestionan y critican por gastar tiempo y dinero en un animal y reprochan por no dirigir esa ayuda a otros humanos, pero lo que no entienden es que un animal que se encuentra en un aprieto de salud o que ha sufrido un accidente o daño por maltrato, no puede alzar la voz y pedir ayuda, no puede acudir a un centro de salud, solicitar el servicio y tampoco puede impedir se respete su sexualidad y reproducción con fines de lucro, uno de los conceptos que siempre enfatizo en esta columna es lo encadenado de las especies y la dependencia de unos con otros, por eso el título de hoy, ya que al estar salvando especies que no se pueden defender y que nosotros mismos degradamos y traficamos como si se tratara de cosas, que no sufren o sienten dolor y angustia, estamos rescatando un poquito de tiempo para la misma especie humana, la cual sin miedo al futuro caminamos como polillas a la luz, ciegos ante el inminente fracaso de nuestra especie, exhorto a cada uno de ustedes a que piensen solo un momento en lo que la palabra vida engloba, y que si existimos humanos locos, que aún tenemos fe, que algún día la coexistencia respetuosa de las especies se puede lograr, unamos esfuerzos para que inculquemos en cada uno de nuestros hijos el amor y respeto para con cada uno de los seres que conforman nuestro entorno, y les repito, cuando salvamos una especie, en realidad nos estamos salvando a nosotros mismos.

“Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”, P. Neruda.

Un homenaje a todos los que, con acciones desinteresadas, salvan este mundo día con día.

O ¿usted qué opina? Regeneración 19



En esta fracción de tiempo que llamamos vida, unas cortas y otras largas según la perspectiva de la especie, en raras ocasiones reflexionamos la pequeña diferencia que hay entre los animales supuestamente no racionales y los que nos jactamos de ser pensantes, cuando un animalito llega a nuestras vidas siempre usamos la palabra lo salvé, pero en realidad quién salva a quién.

En la vida diaria nos encontramos con innumerables problemas cotidianos, pero hay personas que, a pesar de todos los pesares de la vida, tienen la empatía necesaria para ocupar su tiempo, dinero y en ocasiones arriesgan hasta su vida por rescatar a un ser viviente en situación precaria, que se encuentra herido o sufriendo, a esta especie de humanos los llaman rescatadores.

Esta variante del humano es como cualquier otro, pero con un principio en común, evitar el sufrimiento de cualquier ser; son hombres y mujeres que dentro de sus prioridades cotidianas siempre hay un espacio y un poco de dinero extra para ayudar a un ave, un gato, un perro un tlacuache o a toda una especie, en ocasiones a costa de su vida por ser un obstáculo en el tráfico de especies.

Lo que no entiende la gran mayoría de la gente es que este acto es involuntario, nace del sentimiento de humanidad y protección al indefenso, muchos los cuestionan y critican por gastar tiempo y dinero en un animal y reprochan por no dirigir esa ayuda a otros humanos, pero lo que no entienden es que un animal que se encuentra en un aprieto de salud o que ha sufrido un accidente o daño por maltrato, no puede alzar la voz y pedir ayuda, no puede acudir a un centro de salud, solicitar el servicio y tampoco puede impedir se respete su sexualidad y reproducción con fines de lucro, uno de los conceptos que siempre enfatizo en esta columna es lo encadenado de las especies y la dependencia de unos con otros, por eso el título de hoy, ya que al estar salvando especies que no se pueden defender y que nosotros mismos degradamos y traficamos como si se tratara de cosas, que no sufren o sienten dolor y angustia, estamos rescatando un poquito de tiempo para la misma especie humana, la cual sin miedo al futuro caminamos como polillas a la luz, ciegos ante el inminente fracaso de nuestra especie, exhorto a cada uno de ustedes a que piensen solo un momento en lo que la palabra vida engloba, y que si existimos humanos locos, que aún tenemos fe, que algún día la coexistencia respetuosa de las especies se puede lograr, unamos esfuerzos para que inculquemos en cada uno de nuestros hijos el amor y respeto para con cada uno de los seres que conforman nuestro entorno, y les repito, cuando salvamos una especie, en realidad nos estamos salvando a nosotros mismos.

“Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”, P. Neruda.

Un homenaje a todos los que, con acciones desinteresadas, salvan este mundo día con día.

O ¿usted qué opina? Regeneración 19