/ jueves 21 de abril de 2022

Fuera de Agenda | Geopolítica y demagogia

Los desencuentros entre la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador y la de su homólogo estadounidense Joe Biden, han entrado en las últimas semanas en lo que cada vez parece ser un punto de no retorno. Dos señales confirman que el abismo se hace más profundo y separa los objetivos comunes que definieron la agenda geopolítica de los últimos 25 años.

Las redes mexicanas intocables que tienen vínculos con China para la importación de precursores químicos es el primer expediente sin resolver del gobierno mexicano. La preocupación estadounidense por los altos volúmenes del tráfico de fentanilo, resultado de buena parte de estas importaciones, amenaza con traducirse en medidas drásticas que tendrían repercusión en diferentes frentes.

Fuentes de la DEA aseguran que la frontera de Sonora con Arizona continúa siendo de las más utilizadas para el tráfico de fentanilo, es de las que menos toca el gobierno mexicano y donde existe una compleja red de complicidades en distintos niveles de la autoridad. El rasgo compartido entre los funcionarios estatales y federales es que poco o nada hacen para incidir en la desarticulación de las redes que ahí operan.

Esta conducta ha llevado a que se abrieran desde hace por lo menos un par de años investigaciones contra funcionarios del gobierno lopezobradorista sobre los que existen evidencias de su participación en estas actividades. “¿Cómo reaccionaría el presidente López Obrador cuando las autoridades estadounidenses hagan públicas acusaciones contra algún gobernador de su partido en uno de los estados más violentos o algún funcionario de cierto nivel?”, cuestionó una de las fuentes consultadas.

En el mundo blanco y negro que existe en la mente del presidente mexicano, donde su retórica es propia de una realidad de la década de los años 70 cuando los conceptos de soberanía y autodeterminación marcaban la agenda del llamado Tercer Mundo, los retos geopolíticos que enfrenta el país hacen que sus expresiones públicas pasen como simple demagogia para salir al paso.

No es que López Obrador no entienda el compromiso de México en el escenario mundial, sino que prefiere pasarlo por alto y concentrarse en la supuesta transformación del país que lo hará pasar a la historia. Lo que no se da cuenta es que la realidad ya lo rebasó. El mejor ejemplo es el reto sin resolver de la seguridad, la dinámica geopolítica del crimen organizado trasnacional y la fragilidad de las fronteras que alienta una mayor presión estadounidense.

Un cable de la agencia Reuters del martes 19 de abril reportó que el gobierno de México decidió desde el año pasado disolver la Unidad de Investigaciones Sensibles, creada en 1997 en el marco de la cooperación binacional para capacitar y entrenar policìas mexicanos, supuestamente “blindados” contra la corrupción en sus tareas antinarco. La decisión de retirar el apoyo al que está catalogado como uno de los programas estelares de la DEA, y que llegó a tener gran relevancia al intervenir en la primera captura en 2016 de Joaquín El Chapo Guzmán, fue visto como la segunda señal que podría tener repercusiones negativas en el llamado Entendimiento Bicentenario.

Con esta medida se dice que la mesa está puesta para que se sirva un platillo que quizá no sea del agrado de la administración lopezobradorista.

  • @velediaz424

Los desencuentros entre la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador y la de su homólogo estadounidense Joe Biden, han entrado en las últimas semanas en lo que cada vez parece ser un punto de no retorno. Dos señales confirman que el abismo se hace más profundo y separa los objetivos comunes que definieron la agenda geopolítica de los últimos 25 años.

Las redes mexicanas intocables que tienen vínculos con China para la importación de precursores químicos es el primer expediente sin resolver del gobierno mexicano. La preocupación estadounidense por los altos volúmenes del tráfico de fentanilo, resultado de buena parte de estas importaciones, amenaza con traducirse en medidas drásticas que tendrían repercusión en diferentes frentes.

Fuentes de la DEA aseguran que la frontera de Sonora con Arizona continúa siendo de las más utilizadas para el tráfico de fentanilo, es de las que menos toca el gobierno mexicano y donde existe una compleja red de complicidades en distintos niveles de la autoridad. El rasgo compartido entre los funcionarios estatales y federales es que poco o nada hacen para incidir en la desarticulación de las redes que ahí operan.

Esta conducta ha llevado a que se abrieran desde hace por lo menos un par de años investigaciones contra funcionarios del gobierno lopezobradorista sobre los que existen evidencias de su participación en estas actividades. “¿Cómo reaccionaría el presidente López Obrador cuando las autoridades estadounidenses hagan públicas acusaciones contra algún gobernador de su partido en uno de los estados más violentos o algún funcionario de cierto nivel?”, cuestionó una de las fuentes consultadas.

En el mundo blanco y negro que existe en la mente del presidente mexicano, donde su retórica es propia de una realidad de la década de los años 70 cuando los conceptos de soberanía y autodeterminación marcaban la agenda del llamado Tercer Mundo, los retos geopolíticos que enfrenta el país hacen que sus expresiones públicas pasen como simple demagogia para salir al paso.

No es que López Obrador no entienda el compromiso de México en el escenario mundial, sino que prefiere pasarlo por alto y concentrarse en la supuesta transformación del país que lo hará pasar a la historia. Lo que no se da cuenta es que la realidad ya lo rebasó. El mejor ejemplo es el reto sin resolver de la seguridad, la dinámica geopolítica del crimen organizado trasnacional y la fragilidad de las fronteras que alienta una mayor presión estadounidense.

Un cable de la agencia Reuters del martes 19 de abril reportó que el gobierno de México decidió desde el año pasado disolver la Unidad de Investigaciones Sensibles, creada en 1997 en el marco de la cooperación binacional para capacitar y entrenar policìas mexicanos, supuestamente “blindados” contra la corrupción en sus tareas antinarco. La decisión de retirar el apoyo al que está catalogado como uno de los programas estelares de la DEA, y que llegó a tener gran relevancia al intervenir en la primera captura en 2016 de Joaquín El Chapo Guzmán, fue visto como la segunda señal que podría tener repercusiones negativas en el llamado Entendimiento Bicentenario.

Con esta medida se dice que la mesa está puesta para que se sirva un platillo que quizá no sea del agrado de la administración lopezobradorista.

  • @velediaz424